“Non gratos”: la dictadura de Ortega impide el ingreso a Nicaragua a influencers extranjeros

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Al bloguero israelí Alexander Lapshin lo acusaron de ser espía, y su ingreso fue rechazado en la frontera terrestre con Honduras, en Las Manos. (Foto redes sociales)

Ocurre en los aeropuertos y pasos terrestres. Agentes migratorios preguntan si el viajero es “influencer” o periodista, rastrean sus canales y ahí mismo deciden si el extranjero entra o no a Nicaragua. Y si entra, será vigilado.

A varios les retuvieron pasaporte y teléfono durante horas. A otros, directamente, les negaron el ingreso. El patrón se repite en testimonios que describen interrogatorios, vigilancia y una consigna tácita: si produce contenido y tiene audiencia, no entra.

Desde 2018, la represión informativa expulsó del país a casi 300 periodistas nicaragüenses y arrasó medios independientes. En paralelo, el oficialismo hostiga y prohíbe a creadores locales que puedan exponer una Nicaragua que contradiga su narrativa de país “en paz, armonía y desarrollo”.

Toda versión disonante se toma como “traición a la patria” si es nicaragüense o “intromisión” si viene de afuera.

En lo que va de 2025, al menos ocho creadores de contenido que han llegado a Nicaragua, denunciaron públicamente a ver sido expulsados, rechazados u hostigados por las autoridades nicaragüenses, en una práctica que se ha vuelto frecuente en el país desde hace cuatro años.

El 1 de septiembre, el argentino Federico Skrbec aterrizó en Managua para grabar turismo y fue devuelto en el primer avión. “Me deportaron de Nicaragua… me dijeron con estas palabras: ‘su visita no es grata al país’”, contó.

Pasó cuatro horas incomunicado en el aeropuerto, sin pasaporte ni celular, hasta que lo escoltaron a la puerta del avión. Dijo que lo interceptaron antes de llegar a ventanilla y que “ya estaba súper identificado”.

Skrbec, quien viaja con el canal “Argentina y el Mundo”, aseguró que su contenido no es político y que intentó explicarlo, sin éxito. “Yo no había cometido ningún delito”, dijo después de narrar que policías y migración lo rodearon apenas bajó la escalerilla. Aseguró que le comunicaron la deportación sin detallar motivos y que le retuvieron el pasaporte hasta su regreso a Argentina.

El español Sergio Rivera, creador del canal “Viajes de Ida”, intentó entrar por tierra desde Honduras a principios de este mes y terminó rechazado tras más de dos horas. “Me preguntaron si era influencer… sinceramente, no me dejaron entrar porque tengo un canal de YouTube”, relató. Funcionarios insistieron en si grababa y qué tipo de videos hacía.

Rivera explicó que había cumplido con el trámite en línea, no cargaba dron ni cámaras profesionales y sólo planeaba recorrer León, Managua, Granada y Corn Island antes de salir a Costa Rica.

Afirmó que en la aerolínea le dijeron que en Nicaragua “es común” que, aun con pasaje y requisitos, el Gobierno rechace entradas de extranjeros y obligue a reembolsos. Decidió saltarse Nicaragua haciendo el viaje desde El Salvador directamente hacia Panamá.

El 5 de septiembre, al costarricense Adrián Eduardo Quirós Araya, periodista deportivo, lo expulsaron en Peñas Blancas cuando iba a cubrir el juego de eliminatorias Nicaragua-Costa Rica.

“Me negaron la entrada… me escoltaron fuera del país por una publicación de hace 12 años”, denunció. Le mostraron un post antiguo crítico con Daniel Ortega y le confiscaron el pasaporte durante el interrogatorio.

“Hoy viví una triste y desalentadora experiencia… me sacaron una supuesta publicación mía de hace 12 años… y con ese argumento me expulsaron”, escribió luego. Dijo que debió caminar kilómetros, tenso por miedo a otra retención.

A mediados de julio, el israelí Alexander Lapshin, bloguero de viajes conocido por cubrir zonas de conflicto, denunció que en la frontera de Las Manos, limítrofe con Honduras, lo retuvieron tres horas, lo llamaron “espía” y le preguntaron por su servicio militar. “Ni siquiera iba a bajar del bus… nos bajaron y nos quitaron los pasaportes”, dijo.

Lapshin aseguró que un agente le advirtió que, si filmaba, podía ir preso. También que a otros turistas europeos del mismo autobús les negaron la entrada. Temió ser detenido y dejó parte del equipaje del lado nicaragüense. El episodio ocurrió el 2 de julio, según su testimonio, y decidió no insistir tras recuperar los documentos. Salió de vuelta a Honduras con su esposa e hija.

La boliviana Jessica Hoyos se libró de los policías con un soborno de 20 dólares, relató. (Foto redes sociales)

El 18 de julio, la boliviana Jessica Hoyos, “La Wis”, motoviajera rumbo a Alaska, contó que la extorsionaron policías de tránsito nicaragüenses en la ruta a Granada: “Me interrogaron como una criminal… el país está demasiado hermético con los extranjeros”. Denunció que le exigieron 20 dólares para devolverle documentos y que salió sin sello en el pasaporte.

“Con esos 20 dólares quería comer en Granada… ahora ni ganas tengo de conocerla”, dijo. También relató que la fotografiaron en la frontera, le anunciaron una “entrevista” de salida y quedó con la sensación de sospecha permanente por ser extranjera y creadora de contenido. “Parecía enemiga de un Estado”, describió.

A fines de abril, el peruano Andy Tirado (“Gravedad 11”) esperó seis horas para entrar por el sur. Contó que en ventanilla le preguntaron profesión y, al admitir que tenía un canal, el funcionario “entró a ver los videos…, los suscriptores y los títulos”. “Me hacen la vida imposible en la frontera de Nicaragua por ser youtuber”, tituló el video donde narra el hostigamiento.

Ya dentro, aduana lo hizo desempacar repetidas veces por un dron que mostró con recibo había enviado a Honduras. “Me hicieron sacar las maletas por lo menos seis veces”, dijo. El supervisor le exigió itinerario día por día y hoteles. Solo así le sellaron el ingreso. Recomendó a otros creadores enviar previamente todo el equipo sensible.

El sudafricano Kurt Caz, en el populoso Mercado Oriental, de Managua, donde afirmó ser vigilado y posteriormente retenido por policías. (Foto captura de video)

Entre el 21 y el 24 de mayo, el sudafricano Kurt Caz grabó en Managua y terminó retenido por policías de civil durante cuatro horas. “Bienvenidos a Nicaragua… donde el líder ha gobernado con puño de hierro durante 20 años y el periodismo es ilegal”, advierte la introducción de su video. Dijo que lo delataron por filmar en la plaza y que temió terminar preso.

Caz contó que los agentes amenazaron con ir a su hotel a revisar discos duros y que se salvó de que incautaran su material al retirar la batería y la tarjeta de memoria en el acto. En su relato, un taxista retenido con él le dijo que “por todas las calles hay policías encubiertos”. “Nunca he visto algo así”, resumió.

El 20 de julio, la colombiana Angélica Chaves intentó entrar por Peñas Blancas y fue rechazada dos veces, incluso en tránsito. “Me advirtieron que podían detenerme si entraba a grabar con mi equipo”, contó. Luego precisó que le dijeron que era por “temas internos del país”. “Ellos consideran que Angélica es una amenaza para su gobierno”, añadió.

La colombiana Angélica Chaves fue rechazada dos veces en la misma frontera. (Foto redes sociales)

“Definitivamente no hay forma de que me quieran recibir allá, ni de tránsito, ni por 10 días, ni por nada”, afirmó. Había dejado su dron fuera para evitar problemas, pero igual la señalaron por su actividad. Al final, tuvo que replantear ruta para continuar su viaje hacia México.

El contraste a la hostilidad mostrada a estos creadores de contenidos, Managua abre puertas y micrófonos a propagandista de Rusia y China. En mayo, RT en Español viajó a Nicaragua para impartir un seminario a comunicadores oficialistas y, en junio, firmó un acuerdo de “inclusión en la TV abierta” con autoridades del sistema estatal.

A la par, la “Casa Rusa” de Rossotrudnichestvo en Managua organiza programas de formación ideológica. Y por el lado chino, la Administración Nacional de Radio y Televisión de China (NRTA) firmó cooperación con el Gobierno nicaragüense, mientras CGTN en Español ofrece cursos y capacitaciones para “periodistas hispanohablantes” alineados a su narrativa. Todo ello con aval y atención de las más altas esferas del régimen.

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