Con la energía propia de sus 11 años, Russell Vinson se apresuró a la bodega de su barrio inmediatamente después de que sonara la campana final en la escuela. Su destino no era otro que el mostrador de Zack’s Finest Deli & Grocery, en Staten Island, donde un ritual que se ha convertido en un pilar de motivación académica lo esperaba. Russell, con la inocencia y el orgullo de su edad, se dirigió directamente al mostrador, su boleta de calificaciones cuidadosamente doblada en la mano, un testimonio silencioso de su esfuerzo académico. Al otro lado, Wail Alselwi, conocido afectuosamente por la comunidad como “Wally”, gerente del establecimiento, lo esperaba con una sonrisa que ya anticipaba el éxito.
El gerente de una tienda en Nueva York que premia a los chicos con buenas calificaciones
“¡Russell, otra vez!”, exclamó Alselwi con genuina alegría al recibir el documento. Su mirada experta se posó en el sello que confirmaba el logro del joven estudiante. “¡Veo ese sello ahí mismo! ¡Cuadro de honor!”, añadió, su voz resonando con orgullo en el pequeño local.
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Este reconocimiento no era un mero cumplido. Era el preludio de una recompensa tangible que ha estado transformando la actitud de decenas de niños hacia la educación en el vecindario, de acuerdo con The Washington Post.
En un gesto que ya es su marca personal, Alselwi le entregó a Russell un billete de 100 dólares. Pero la generosidad de Wally no se detuvo ahí. Con una invitación que encendió la imaginación del niño, le dijo que tomara lo que quisiera de la tienda para celebrar su impresionante promedio del 92,67%. Russell, con la madurez que a veces supera su edad, no solo pensó en sí mismo. Eligió una caja de huevos para su madre, que es panadera, demostrando una consideración que conmovió a los presentes. Además, se permitió el placer de seleccionar un montón de bocadillos y dulces, los pequeños lujos que todo niño anhela. “¡Vamos, Russell! ¡Sigue así!”, lo animó Alselwi, sellando el momento con palabras de aliento que refuerzan el ciclo virtuoso de esfuerzo y recompensa.
Russell Vinson es solo uno de decenas de estudiantes que, durante los últimos dos años, han acudido a la bodega de Wally para mostrarle sus calificaciones. Este programa, que ha ganado notoriedad y admiración, ofrece, a cambio de buenas calificaciones, la posibilidad de llevarse algunos obsequios gratis. La recompensa se eleva significativamente para aquellos que superan el 90% de promedio, quienes reciben, además de los 100 dólares, una camiseta conmemorativa. “Los animo a que les vaya mejor en la escuela”, explicó Alselwi, de 36 años, con una convicción palpable. “Créanme, está funcionando”.
Wail Alselwi: “Quería ayudarlo a motivarse”
La iniciativa de Alselwi, padre de tres hijas de 10, 6 y 2 años, surgió de manera espontánea en 2023. Todo comenzó con una apuesta con Zamier Davies, un cliente habitual que entonces tenía 12 años. Wally le prometió a Zamier que si obtenía buenas calificaciones en su boleta, le daría algo gratis de la tienda. “Quería ayudarlo a motivarse”, recordó Alselwi sobre aquel primer paso.
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Pocos días después, Zamier regresó con su boleta, presentando un promedio del 88%, y reclamó su premio: un batido de Oreo. Con el permiso de los padres de Zamier, Alselwi compartió un video de esta interacción en TikTok. La respuesta fue inmediata y abrumadora. Poco después, otros estudiantes locales comenzaron a pasar por la bodega, boleta de calificaciones en mano, esperando su turno para ser reconocidos.
“No podía simplemente negarles la comida a los demás niños”, dijo Alselwi, quien inicialmente financió todas las recompensas de su propio bolsillo. “Empecé a hacerlo por todos los niños del barrio”.
El impacto de esta generosa iniciativa no tardó en manifestarse en el ámbito familiar y escolar. Jessica Pole, madre de Neyon, de 8 años, ha sido testigo de una transformación notable en la actitud de su hijo hacia la escuela desde que comenzó a compartir sus boletas de calificaciones con Alselwi el año pasado. La familia Pole reside a solo tres cuadras de la tienda, lo que facilita la participación de Neyon en el programa. “A mi hijo no le iba mal, pero no le interesaba”, confesó Pole, describiendo la apatía previa de su hijo. “Ahora, con Wally, le dan ganas de esforzarse al máximo”. La madre de Neyon no escatimó en elogios para el bodeguero: “Lo que está haciendo es increíble. Está inspirando a los niños a querer mejorar, a querer ir a la escuela y a querer sacar buenas notas”.
Wail Alselwi y una iniciativa generosa
El sistema de recompensas de Alselwi es inclusivo y motivador en sus diferentes niveles. Los estudiantes que logran un promedio superior al 80% tienen el privilegio de tomar “lo que quieran” de la tienda, una libertad que refuerza el valor de su esfuerzo. Aquellos que obtienen entre un 70% y un 80% pueden elegir artículos por un valor de 10 dólares, manteniendo el incentivo incluso para mejoras más modestas. Pero la visión de Wally va más allá de las calificaciones numéricas; también recompensa a los estudiantes con calificaciones más bajas si demuestran mejoras significativas en su rendimiento. Además, la asistencia perfecta a clases es otro mérito que Alselwi celebra y premia, reconociendo la importancia de la constancia.
Un caso particularmente inspirador fue el de un estudiante de octavo grado que, con el apoyo de Wally, logró un cambio radical. Pasó de obtener porcentajes de 20 y 30 en su boleta de calificaciones a alcanzar promedios de 70, 80 y 90. Ante tal progreso, Alselwi no dudó en recompensarlo con 100 dólares y la oportunidad de “ir de compras gratis” por la tienda. “Hay niños que han mejorado mucho”, afirmó Alselwi, visiblemente conmovido por el impacto de su programa.
Russell Vinson, el joven de 11 años, es otro ejemplo palpable de este éxito. Aunque siempre fue un buen estudiante, su madre, Manisha Smith, notó una mejora significativa este año gracias al apoyo de Alselwi. En su último boletín, Russell alcanzó un promedio del 97,25%. “Me encanta”, dijo Smith. “Definitivamente, creo que es algo bueno lo que está haciendo”.
El gerente de la tienda de Staten Island que es viral en TikTok
Alselwi ha sabido capitalizar la era digital para amplificar su mensaje y su impacto. Publica regularmente sus interacciones con los estudiantes en su cuenta de TikTok, “Island Ock”, siempre con el permiso de los padres. Muchos de estos videos se han vuelto virales, generando una oleada de comentarios positivos que elogian la labor de Alselwi.
“Algún día dará su discurso de graduación y mencionará al hombre amable que alentó su excelencia. Que Dios lo bendiga”, escribió un usuario, capturando el sentimiento general de admiración.
Un aspecto conmovedor que los comentaristas de TikTok señalan con frecuencia es la elección de algunos estudiantes. En lugar de solo optar por dulces y bocadillos, muchos eligen productos básicos para sus familias, como leche, huevos, aceite y pan. “Ese niño agarrando comestibles y no solo comida chatarra es conmovedor”, escribió alguien en un video reciente, destacando la madurez y el sentido de responsabilidad de los jóvenes. “Fíjate cómo consigue cosas para su familia. Aceite, pan, huevos. ¡Qué niño tan considerado!”, añadió otro, subrayando el impacto más profundo de la iniciativa de Wally.
“Ock”, el hombre detrás del mostrador
Para sostener y expandir su programa de boletas de calificaciones, Alselwi ha ideado un ingenioso sistema de financiación. Creó un sitio web y comenzó a vender productos relacionados con su cuenta de TikTok, “Island Ock”. El término “Ock” es una palabra coloquial en Nueva York que se refiere al “hombre detrás del mostrador de una bodega o delicatessen”, un título que Alselwi encarna con orgullo.
Entre los artículos que vende, destacan mochilas con la frase “Calificaciones disponibles”, un guiño directo a su iniciativa. Además, ante la insistencia de muchas personas que deseaban contribuir económicamente a sus esfuerzos, Alselwi abrió una cuenta en GoFundMe. “Ahora puedo aceptar a más niños”, dijo, explicando cómo estos fondos han sido una “gran ayuda” para expandir el alcance de su programa. Gracias a esta visibilidad y apoyo, estudiantes de otras partes de Nueva York se han enterado de la tienda y han comenzado a llegar, buscando su propia oportunidad de ser reconocidos por su esfuerzo académico.
April Mayas, madre de Madison Mayas, de 17 años, es otra de las voces que atestiguan el éxito del programa. Mayas se mudó a la vuelta de la esquina de la tienda hace unos dos años, momento en el que conoció a Alselwi. “Ella va allí contenta con su boletín de calificaciones y sabe que saldrá aún más contenta”, dijo Mayas sobre su hija, destacando la motivación intrínseca que Wally ha logrado inculcar. “Les da un incentivo para querer esforzarse más”, añadió, resumiendo el espíritu de la iniciativa. “Es un tipo muy majo”, concluyó Mayas, expresando su gratitud. “Me alegra mucho que haya alguien como Wally en el barrio”.
Alselwi, con la humildad que lo caracteriza, afirmó que planea continuar con su labor, esperando que su ejemplo inspire a otros a replicar iniciativas similares en sus propias comunidades. “Veo el progreso de los chicos… Los impulsa hacia la grandeza”, dijo Alselwi, con una satisfacción evidente en su voz. “Me hace sentir muy, muy feliz”. Su bodega, más que un simple punto de venta, se ha convertido en un faro de esperanza y un motor de cambio educativo en Staten Island, demostrando que la generosidad y el reconocimiento pueden ser poderosas herramientas para forjar un futuro mejor.
Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA.