Las Zonas Azules son regiones del mundo donde un gran porcentaje de la población es centenaria y saludable. Lo llamativo es que no solo están libres de enfermedades, sino que sus habitantes tienen mejores índices de bienestar mental y felicidad que el resto del mundo.
¿Cómo lo logran? Además de seguir hábitos saludables poseen un sentido de propósito en sus vidas. La novedad es que, según la ciencia, este puede ofrecer una ventaja más a quienes envejecen: un menor riesgo de demencia.
Según un estudio de la Universidad de California, Davis (UC Davis), tener un fuerte propósito en la vida, conocido en Japón como ikigai, se asocia con una menor probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo y demencia.
Esta investigación, publicada en The American Journal of Geriatric Psychiatry, analizó a más de 13.000 adultos de 45 años o más durante un período de hasta 15 años. El análisis de los datos reveló que los participantes que manifestaron un mayor sentido de propósito presentaron un 28 % menos de probabilidades de sufrir deterioro cognitivo, incluyendo tanto el deterioro cognitivo leve como la demencia.
El doctor Claudio Waisburg, médico neurólogo y neurocientífico y director del Instituto Soma (MN 98128) explicó a Infobae: “Desde una perspectiva neurocientífica, tener un propósito de vida podría contribuir a construir una “reserva cognitiva” más robusta. La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para tolerar lesiones o cambios (propios del envejecimiento o enfermedades) sin manifestar síntomas clínicos, gracias a redes neuronales más eficientes y flexibles. Se ha observado que individuos con un propósito vital definido mantienen mejor su función cognitiva incluso cuando presentan daños cerebrales comparables a los del Alzheimer”, dijo el doctor Waisburg.
“En otras palabras, un fuerte propósito actúa fortaleciendo la resiliencia cerebral-neuroresiliencia: ayuda a que el cerebro resista y se adapte mejor, inclusive a fortalecerse frente al deterioro relacionado con la edad», destacó el médico.
La profesora Aliza Wingo, autora principal del estudio de UC Davis y miembro del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de UC Davis, remarcó la importancia de estos hallazgos al afirmar que “tener un sentido de propósito ayuda al cerebro a mantenerse resiliente con la edad”. Y subrayó que, incluso en personas con riesgo genético de Alzheimer, el propósito de vida se relacionó con una aparición más tardía y una menor probabilidad de desarrollar demencia.
¿Cómo se relacionan el “ikigai” y la demencia? El doctor Waisburg respondió: “Llevar una vida con propósito suele implicar participar en actividades significativas que mantienen activo al cerebro. Por ejemplo, estudios previos han identificado varias ocupaciones que brindan sentido de propósito o ikigai, tales como mantener relaciones sociales activas, participar en voluntariados o proyectos comunitarios, tener pasatiempos y perseguir metas personales».
“Todas estas actividades estimulan la mente e implican interacción social, aprendizaje o actividad física ligera – factores que, en conjunto, protegen al cerebro. Así, el ikigai o propósito vital puede verse como un motivador que lleva a la persona a mantenerse mental y socialmente activa, lo que reduciría el riesgo de deterioro cognitivo a largo plazo», afirmó el experto.
En conclusión, el doctor Waisburg dijo: “Un fuerte propósito actúa como factor de protección frente a la demencia, ya sea por vías psicológicas con menos depresión/estrés o por vías conductuales con más actividades estimulantes que construyen reserva cognitiva».
Qué significa tener un “ikigai”
Fernando Niizawa, descendiente de japoneses y experto argentino en bienestar laboral, explicó a Infobae este concepto propio de la cultura oriental: “Tener un ikigai significa contar con una razón profunda para vivir, un motor interno que nos da sentido y dirección cada mañana».
“No se trata de un objetivo grandioso ni de algo que debamos buscar lejos; muchas veces el ikigai está en lo cotidiano: en un vínculo, en una actividad que disfrutamos, en sentirnos útiles para alguien o en la satisfacción de aportar algo al mundo”, señaló el experto autor del libro “Ikigai: Felicidad y sabiduría japonesa para transformar tu vida” .
Y añadió: “En Japón, este concepto está íntimamente ligado a la salud y al bienestar. Además de las investigaciones que han demostrado que las personas que viven con un ikigai tienen menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia, también presentan mejores niveles de energía y esperanza de vida más larga».
Esto ocurre, explicó el experto “porque tener un propósito nos mantiene activos mental, física y emocionalmente: reduce el estrés, protege al corazón, fortalece la memoria y refuerza nuestra resiliencia frente a los cambios de la vida. En pocas palabras, tener un ikigai es vivir con propósito, plenitud y equilibrio, encontrando sentido incluso en los pequeños gestos de cada día”, señaló.
Y concluyó: “No pensemos al ikigai solo como un concepto lejano o filosófico, sino como una práctica diaria de bienestar. En tiempos en los que el estrés, la ansiedad y la desconexión con uno mismo parecen moneda corriente, recuperar un propósito vital es casi un acto de salud preventiva“, destacó.
Ikigai-demencia: qué descubrieron los investigadores
En el estudio de UC Davis el efecto protector de tener un ikigai se observó de manera consistente en todos los grupos raciales y étnicos evaluados, y se mantuvo significativo incluso después de ajustar por variables como el nivel educativo, la presencia de síntomas depresivos y la portación del gen APOE4, conocido por su asociación con la enfermedad de Alzheimer, explicaron los investigadores.
El equipo también observó que quienes reportaron un mayor propósito tendieron a experimentar el deterioro cognitivo más tarde que aquellos con menor propósito. El retraso promedio en la aparición de los síntomas fue de 1,4 meses a lo largo de ocho años.
“Si bien medicamentos como lecanemab y donanemab pueden retrasar levemente los síntomas del deterioro cognitivo en la enfermedad de Alzheimer, conllevan riesgos y costos”, afirmó Nicholas C. Howard, primer autor e investigador de salud pública en UC Davis. “El propósito en la vida es gratuito, seguro y accesible. Es algo que las personas pueden construir a través de relaciones, metas y actividades significativas”, destacó.
La metodología del estudio se basó en datos del Estudio de Salud y Jubilación, una encuesta representativa a nivel nacional financiada por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos. Todos los participantes presentaban una salud cognitiva normal al inicio. Para medir el sentido de propósito, se empleó una encuesta de siete ítems de las Medidas Ryff de Bienestar Psicológico. El seguimiento de la salud cognitiva se realizó mediante pruebas telefónicas bienales.
Los investigadores no preguntaron específicamente a los participantes sobre las actividades que les daban un propósito en la vida. Sin embargo, estudios anteriores concluyeron que una amplia gama de actividades proporciona a los adultos mayores el denominado ikigai. Estas incluyen:
- Relaciones: cuidar a la familia, disfrutar a los nietos o acompañar a la pareja o amigo.
- Trabajo o voluntariado: seguir trabajando de manera profesional, asesorar o ayudar a causas comunitarias.
- Espiritualidad o fe: tener creencias religiosas, prácticas espirituales o participación en comunidades basadas en la fe.
- Metas personales: tener pasatiempos, aprender nuevas habilidades o y alcanzar metas personales.
- Ayudar a los demás: actos de bondad, filantropía y cuidados.
Entre las fortalezas del estudio se destacó el tamaño de la muestra y la diversidad de la población analizada. No obstante, los autores reconocieron una limitación: aunque se identificó una asociación entre el propósito vital y la reducción del riesgo de demencia, no se puede afirmar que exista una relación causal directa.
El coautor Thomas Wingo, profesor y neurólogo de UC Davis Health, sostuvo que estos resultados refuerzan la hipótesis de que el bienestar psicológico desempeña un papel esencial en el envejecimiento saludable.
Wingo expresó: “Lo emocionante de este estudio es que las personas podrían ser capaces de ‘pensar’ en sí mismas para mejorar su salud. El propósito en la vida es algo que podemos cultivar. Nunca es demasiado pronto, ni demasiado tarde, para empezar a pensar en lo que le da sentido a la vida”.
La importancia del bienestar psicológico en la longevidad
El bienestar psicológico, que abarca tener un propósito, sentirse útil, mantener una actitud positiva y ausencia de trastornos del estado de ánimo desempeña un papel crucial en cómo envejece nuestro cerebro y organismo, explicó el doctor Waisburg.
“Los hallazgos científicos respaldan que un buen estado mental es uno de los pilares de un envejecimiento saludable. En parte, esto se debe a que las personas con mayor bienestar psicológico suelen llevar hábitos de vida más sanos: tienden a ser más activas físicamente, a mantener vida social, a dormir mejor, seguir una alimentación más saludable y tratamientos médicos de forma adecuada. Todos esos comportamientos, motivados por una mente equilibrada, protegen la salud cerebral y general», resaltó el médico.
Y afirmó que mantener una buena salud emocional, con sentido de propósito, optimismo y manejo del estrés crea un entorno neuroquímico más favorable para el cerebro: “Menor exceso de cortisol, más neurotransmisores balanceados e incluso niveles mayores de factores neurotróficos que ayudan a las neuronas a repararse y formar nuevas conexiones”.
El bienestar psicológico contribuye precisamente a ese ambiente: “Facilita la neuroplasticidad -la capacidad del cerebro de adaptarse y reorganizarse- y puede retrasar cambios neurodegenerativos asociados a la edad. Por ello, cuidar la mente es tan importante como cuidar el cuerpo“, destacó el doctor Waisburg.
Y completó: “Estrategias como terapia psicológica, prácticas de meditación o mindfulness, mantener aficiones gratificantes y contar con redes de apoyo social ayudan a sostener ese bienestar interno. En conjunto, estas acciones protegen la función cognitiva con el paso de los años. Un bienestar psicológico alto actúa como factor protector integral en el envejecimiento, disminuye el riesgo de demencia y otras enfermedades, y potencia la calidad de vida en la tercera edad».
Cómo descubrir nuestro ikigai
Ikigai se forma a partir de dos vocablos: “iki”, que se traduce como vida, y “gai”, que expresa valor o mérito.
Para Niizawa, tener un ikigai es mucho más que encontrar un pasatiempo o un objetivo; “es descubrir esa razón íntima por la que vale la pena levantarse cada mañana“, reveló el experto.
“En Japón se lo vive como un equilibrio entre lo que amamos, lo que sabemos hacer bien, lo que el mundo necesita y aquello por lo que podemos recibir algo a cambio. Y cuando ese equilibrio existe, no solo se experimenta una sensación profunda de propósito, sino también beneficios concretos para la salud y el bienestar. El propósito actúa como un ancla: reduce el estrés, da claridad en las decisiones y fortalece los vínculos sociales. Al mismo tiempo, aporta motivación diaria, algo fundamental para mantenernos activos tanto en lo físico como en lo emocional», detalló.
E hizo una salvedad: “Descubrir el ikigai no es un destino inmediato, sino un proceso personal y profundo. Requiere mirarse hacia adentro con honestidad y paciencia. Una forma práctica de comenzar es reflexionar en cuatro dimensiones»:
- Qué amo: actividades que encienden mi entusiasmo.
- Qué sé hacer bien: habilidades y talentos que me distinguen.
- Qué necesita el mundo de mí: la huella que puedo dejar en los demás.
- Qué me puede dar sustento: aquello por lo que puedo recibir valor a cambio.
“En el punto de intersección de estas preguntas se va dibujando el ikigai, aunque no aparezca de inmediato. A veces se revela en pequeños momentos cotidianos: una charla que nos inspira, un gesto de gratitud, una actividad que nos conecta con la vida. El secreto está en prestar atención y en animarse a experimentar», recomendó Niizawa.
Cuáles son los principios del ikigai
“El ikigai no tiene reglas rígidas. Más bien se trata de una filosofía de vida que invita a la búsqueda constante de sentido. Sin embargo, podríamos hablar de ciertos principios rectores que ayudan a vivir en coherencia con él: cultivar la pasión, poner en práctica los talentos, contribuir a la comunidad y sostenerse en un camino que también sea viable en lo material. Todo esto se enmarca en un modo de vivir que da importancia al presente, a la gratitud y a los pequeños placeres cotidianos», describió Niizawa.
En ese sentido, explicó el experto, el ikigai no se trata solo de “encontrar” algo, sino de construirlo día a día.
“Implica disciplina, paciencia y un compromiso con uno mismo. Y aquí es donde entra en juego el concepto japonés de ‘Gambatte’, que significa “dar lo mejor de uno mismo, no rendirse y perseverar”. El ikigai se conecta naturalmente con esta idea: una vez que lo descubrimos, mantenerlo vivo exige constancia, esfuerzo y resiliencia», señaló.
Y realizó una distinción: “Así, mientras el ikigai es esa brújula interior que nos marca el rumbo, el gambatte es la energía que nos impulsa a seguir caminando incluso cuando aparecen obstáculos. Ambas filosofías, juntas, nos muestran que la plenitud no se alcanza en un solo momento, sino que se cultiva a lo largo de toda la vida, con pasión, coraje y determinación».
“Vivir con ikigai significa reducir la carga mental, fortalecer la memoria emocional y darle un sentido más profundo a nuestras rutinas. Cuando sabemos por qué hacemos lo que hacemos, dormimos mejor, cuidamos más lo que comemos, nos vinculamos con mayor empatía y encontramos motivación para mantenernos activos. Es un círculo virtuoso donde la mente, el cuerpo y el espíritu se nutren entre sí“, afirmó Niizawa.
Y completó: “Lo importante es volver a conectar con ese ikigai que enciende tu energía vital. Ese pequeño hábito, sostenido en el tiempo, es quizás el mejor secreto de longevidad, bienestar y plenitud que nos enseña la cultura japonesa», concluyó.
Por su parte, el doctor Waisburg afirmó: “La neurociencia nos enseña que el envejecimiento cerebral no depende solo de la genética o la suerte, sino también de nuestro estilo de vida y estado mental. Cultivar un propósito en la vida, mantener una actitud positiva y realizar actividades estimulantes -físicas, mentales y sociales- actúa como una verdadera medicina preventiva para el cerebro».
Finalmente, aseguró: “Nunca es tarde para nutrir nuestro Ikigai, estrechar lazos afectivos y aprender cosas nuevas; estos hábitos no solo enriquecen nuestra vida cotidiana, sino que también construyen un “colchón” de reserva cognitiva que ayuda a proteger al cerebro del paso del tiempo. Las personas que logran integrar propósito, bienestar psicológico y hábitos saludables suelen envejecer con un cerebro más ágil, y mantienen su autonomía y lucidez por más años. Por todas estas razones, el bienestar de la mente es un aliado fundamental de la longevidad cerebral», concluyó.