Su despedida marcó un hito en la historia de la monarquía inglesa. Katharine Worsley, duquesa de Kent, recibió el último adiós por parte de la familia real británica en un funeral católico, el primero en cuatrocientos años. También fue la primera vez que un monarca reinante inglés, Carlos III, asistió formalmente a una misa católica en su propio territorio.
El martes 16 de septiembre, el soberano (la reina Camilla, no pudo asistir por sufrir una sinusitis aguda), los príncipes de Gales, William y Kate, el duque Eduardo de Kent y sus familiares más cercanos despidieron a la prima política de Isabel II en una ceremonia celebrada en la Catedral de Westminster.
SU HISTORIA Y LEGADO
Worsley, que murió el 4 de septiembre pasado a los 92 años, se casó con el príncipe Eduardo, duque de Kent y primo hermano de Isabel II, en la Catedral de York en 1961 y desde entonces fue muy querida por la familia real. Convertida al catolicismo en 1994, formó una familia junto a sus tres hijos; George, conde de St. Andrews, Lady Helen Taylor, y Lord Nicholas Windsor, y sus diez nietos (entre ellos, la bella modelo e influencer, Lady Amelia Windsor).
“Durante las tres últimas décadas de su vida, la duquesa centró la atención en su pasión por la música, dejando de ser miembro activo de la familia real en 2002 para enfocarse en su labor privada y benéfica en este ámbito”, informó la Casa Real tras su muerte.
A partir de ese momento, la duquesa se dedicó a dar clases de música en una escuela primaria, donde era conocida simplemente como ‘Mrs Kent”, y en 2004 fundó Future Talent, una ONG destinada a apoyar a chicos de bajos recursos con talento musical. Sin dudas, su funeral marcó un hito en la relación de la Corona británica y la Iglesia católica. Consciente del cambio de los tiempos y fruto de su propia experiencia y conocimiento, Carlos III quiso dar ese paso para continuar apostando al pluralismo religioso como medida de convivencia.