Mundial de Atletismo: Noah Lyles ganó su cuarto oro seguido en los 200 metros, igualó a Bolt y conquistó a los japoneses

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Noah Lyles volvió a escribir su nombre en la historia del atletismo con una victoria categórica en los 200 metros del Mundial de Tokio 2025. Con un tiempo de 19 segundos y 52 centésimas, el estadounidense de 28 años se coronó campeón del mundo por cuarta vez consecutiva en esta distancia e igualó una marca que hasta ahora solo había logrado Usain Bolt. Pero más allá del registro deportivo, Lyles conmovió al público japonés con un gesto que reveló su costado más personal: al cruzar la meta, celebró como Goku, su personaje favorito de animé, con un “kamehameha” simbólico de la serie Dragon Ball, que hizo vibrar al estadio.

En un país donde el atletismo convive con una veneración especial por la cultura pop, Lyles encontró la fórmula perfecta para convertirse en un ídolo: la mezcla de talento y carisma y su devoción por el manga, las historietas típicas de Japón. Su relación con el país no es nueva ni superficial. Desde el inicio de su carrera, ha dejado en claro que el animé es parte de su identidad. En Tokio, con una nueva medalla dorada en la media vuelta de pista, consolidó no solo su reinado en la distancia, sino también su estatus de ícono cultural.

Noah Lyles cruza la línea final superando a sus competidores en los 200 metros en el Mundial de Atletismo

Soy un gran fan de Dragon Ball Z y para ganar hace falta ese ultrainstinto que Goku logra en su forma final”, explicó tiempo atrás sobre el famoso personaje de la serie de animé. En aquel momento, compitió con el pelo teñido de plateado en homenaje al personaje y también corrió con medias decoradas con imágenes de otro manga, “Buku No Hero Academia”, de Hirofumi Neda, ambientado en un mundo de superhéroes y villanos.

Este viernes, tras superar por 0.06 a su compatriota Kenny Bednarek (19.58) y por 0.12 al jamaiquino Bryan Levell (19.64), repitió el gesto que se volvió una marca registrada: empujó sus manos al frente, con los dedos extendidos, como si lanzara una bola de energía invisible, ataque característico de Son Goku en la serie.

El grito de desahogo de Noah Lyles tras cruzar la meta en primer lugar; atrás, Letsile Tebogo, de Botswana

Su carrera, sin embargo, va mucho más allá del espectáculo y su fanatismo por el animé. Lyles es el vigente heredero de la estirpe de Usain Bolt, tanto por su performance como por su magnetismo. Con esta nueva victoria, suma su novena medalla mundial, la séptima dorada, y vuelve a dominar una prueba que lo consagró en Doha 2019 y que lo había visto relegado en París 2024, donde empezó muy bien con oro en 100 metros, pero una infección de Covid-19 lo condicionó al bronce en los 200. Ahora, en su regreso a tierras japonesas, logró desquitarse con autoridad.

En los últimos días, compartió en redes sociales imágenes recorriendo barrios emblemáticos de Tokio como Shinjuku, firmando autógrafos y posando con merchandising donde aparece él mismo caricaturizado como personaje de animé. Esa comunión con el público local no es forzada: en Japón, lo llaman “el otaku más rápido de la humanidad”, en referencia a los fanáticos extremos del manga y el animé. Un apodo que Lyles adoptó con orgullo.

Nacido en Gainesville, Florida, en 1997, Lyles no la tuvo fácil en sus primeros años. Sufría asma crónico severo, dislexia y TDAH, lo que le dificultaba tanto el deporte como el rendimiento escolar. Sin embargo, encontró en la pista un canal de expresión. Su formación en gimnasia lo dotó de una técnica depurada, pero fue en el atletismo donde explotó su verdadero potencial. Con el aliento de sus padres, ambos exatletas universitarios, y el acompañamiento de docentes que lo ayudaron a encontrar confianza en sí mismo, el adolescente tímido se transformó en una figura luminosa.

Su historia se alimenta de esas contradicciones: un joven con ataques de asma que se convirtió en el hombre más veloz del planeta en 200 metros; un estudiante que luchaba con las letras, pero halló en el arte y la fe su motor. Lyles nunca ocultó sus batallas internas. En 2020 contó que había atravesado una fuerte depresión y que estaba en terapia. “Pasé por una tormenta de pensamientos oscuros. Pero ahora estoy acá. Soy el tercer hombre más rápido de la historia en los 200. Lo importante no es lo que te pasa, sino cómo seguís luchando”, confesó.

Detrás del atleta hay un artista. Lyles suele sorprender con celebraciones teatrales: se arrodilla, se arranca la camiseta al estilo Hulk o saca cartas de “Yu-Gi-Oh!”, otro conocido anime, de su indumentaria, como hizo en los Trials 2024. Su vestimenta en la MET Gala, su participación en documentales de Netflix, sus cruces con figuras de la NBA por considerar que “ser campeón mundial” debe reservarse para competencias internacionales, confirman que no es una figura convencional.

Con cuatro medallas de oro en los 200 metros, igualó a Usain Bolt

En Tokio, todo eso confluyó. En una pista donde ya había logrado bronce en los Juegos Olímpicos de 2021, volvió a brillar cinco días después de haber sido tercero en los 100 metros, superado por Oblique Seville y Kishane Thompson. Su ambición no se detiene. Este fin de semana buscará un nuevo oro con el equipo estadounidense en el relevo 4×100, otra oportunidad para ampliar un legado que crece con cada temporada.

Lyles no es solo un velocista excepcional, es un símbolo de superación que inspira a una generación. En un deporte cada vez más globalizado, donde los talentos emergen desde África, el Caribe y Asia, su figura se destaca no solo por sus logros, sino por el relato que lo acompaña: un niño que no podía correr, que dudaba de sí mismo, y que terminó venciendo todas las etiquetas que le impusieron.

En el Mundial de Atletismo 2025, lo volvió a dejar claro: su historia no está solo en el cronómetro, sino en la forma en que corre, celebra y se conecta con el mundo. Noah Lyles no es un atleta más. Es, como lo definió un fan japonés, “el Goku del atletismo”.

Con información de AFP

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