Hay US$9300 millones: la volatilidad cambiaria enfrió la decisión de vender granos de los productores

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La volatilidad cambiaria de los últimos días y la cercanía a las elecciones del 26 de octubre próximo colocan al productor agrícola en un “punto de inflexión”. Según los analistas, vende lo justo y necesario, aprovecha la mejora de los precios en pesos, pero evita decisiones más grandes frente al dólar en alza y la incertidumbre política. Todavía quedan por vender entre 15 y 16 millones de toneladas de soja y unos 14 millones de toneladas de maíz de la última cosecha por un valor de exportación, entre ambos productos, de US$9300 millones.

Para Lorena D’Angelo, analista de mercados de AZ Group, el productor mantiene una estrategia defensiva. “Hoy el productor, tanto de soja como de maíz, está vendiendo lo justo y lo necesario porque los precios en pesos, a medida que sube el tipo de cambio, le permiten capturar más ingresos para el pago de sus necesidades en estos momentos. Pero también está pensando qué hacer con lo que le queda sin comercializar y también tiene que mirar el precio en dólares que puede bajar en el futuro“, señaló. De acuerdo con sus cálculos, todavía hay casi 15 millones de toneladas de soja y unas 14 millones de maíz sin vender, volúmenes que contrastan con campañas anteriores, donde la soja mostró un mayor nivel de colocación.

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En el caso del maíz, agregó, una menor cosecha también influyó en el retraso de las ventas. “Ante la incertidumbre política y económica, con la suba del tipo de cambio, el productor está vendiendo lo justo y lo necesario”, insistió. Según D’Angelo, los precios actuales en dólares —“hoy una soja a 300 dólares para la posición mayo del próximo año es un buen precio”— ofrecen una oportunidad, aunque el productor está más enfocado en avanzar con la siembra de la nueva campaña, favorecido por el clima, que en cerrar negocios en las semanas previas a las elecciones.

La tensión cambiaria impactó sobre las decisiones del sector

“Ahora estamos en un punto de inflexión”. Así lo resumió Javier Preciado Patiño, analista de mercados. Hasta hace pocas semanas, explicó, la respuesta del productor había sido positiva en el mercado gracias a un mejor precio en pesos. “Llegamos a una soja de $440.000 la tonelada cuando en junio, con la baja temporaria de retenciones y el dólar pisado, el precio promedio estaba en torno a los $320.000. Es un aumento de 37/38% en pesos en dos meses y medio”, dijo.

Ese diferencial se tradujo en un mayor flujo de negocios. “El productor empezó a vender. Estábamos en las últimas semanas en unas 200.000 toneladas por día”, detalló.

Sin embargo, la coyuntura de esta semana cambió el escenario con el dólar oficial mayorista en el techo de la banda y el Banco Central interviniendo con fuertes ventas. La comercialización se enfrió. “Lo malo es que empieza a aparecer una brecha [en el dólar]. ‘Si no necesito vender, espero a ver qué pasa con la economía’”, afirmó.

La cercanía de las elecciones, dijo, reforzó esa cautela. “Sería razonable que el productor diga: ‘Estoy entrando en la segunda quincena de septiembre, el 26 de octubre hay elecciones, espero a ver qué pasa después para vender’”, añade Patiño.

Del otro lado del mostrador, la necesidad de la industria aceitera podría actuar como contrapeso. El sector debe completar su programa de exportaciones de harina y aceite desde octubre en adelante. “La industria normalmente, de acá a marzo, necesita moler unas 12 a 14 millones de toneladas de soja. Hoy tiene anotadas más de un millón, por lo que debe salir a comprar unas 12 o 13 millones de toneladas”, explicó Patiño. Esa urgencia podría sostener precios, incluso si el dólar oficial se mantiene fijo.

Indicó que, según cálculos privados, aún restan entre 15 y 16 millones de toneladas de soja por comercializar hasta abril, una cifra clave para definir el ritmo del mercado en los próximos meses. “Estamos en un momento justo en el que la pelota puede caer a un lado o al otro. Por un lado, el productor diciendo ‘mejor espero después de las elecciones’ y, por el otro, la industria aceitera diciendo ‘necesito soja para seguir moliendo’. Ahí va a estar el juego”, sintetizó.

En este contexto, desde el sector exportador remarcaron que “históricamente en la Argentina la volatilidad cambiaria lleva a una reducción sustancial del mercado de granos. Naturalmente nadie opera frente a una inestabilidad cambiaria en general alcista”. Y advirtieron: “Frente a la inestabilidad cambiaria que estamos transitando, la agroindustria es la principal perdedora porque no consigue los granos suficientes, tampoco se pueden hacer posiciones futuras de embarques que le den estabilidad al productor y previsibilidad. Por eso sostenemos la necesidad imperiosa de lograr una estabilidad cambiaria lo antes posible”.

El sector exportador insistió en que se debe lograr una estabilidad cambiaria

Para Juan Manuel Uberti, analista de Grassi, la volatilidad es un freno natural a las decisiones: “En líneas generales, no hay mayor intención de venta por parte de los productores o clientes nuestros. Siempre la volatilidad cambiaria tiende a frenar decisiones de ventas, por la incertidumbre que representa para los precios en pesos”.

Agregó que también pesa el ruido político y que, al no existir grandes necesidades financieras, no hay urgencia en vender granos. “Es de esperar que se mantenga este comportamiento al menos hasta las elecciones y que se despeje el escenario político”, indicó.

De acuerdo con datos de Grassi, al 10 de septiembre la campaña 2024/25 lleva comercializado el 63,4% de la soja (31,9 millones de toneladas) y el 55,8% del maíz (27,3 millones), lo que deja todavía más de 40 millones de toneladas combinadas sin precio ni venta.

Gustavo López, analista de mercados, coincidió en que la volatilidad cambiaria condiciona las decisiones, aunque destacó la magnitud de lo que aún queda por comercializar. “En soja hay casi 32 millones de toneladas comprometidas, de las cuales a precio están cerca de 27 millones. Eso significa que todavía quedan unos 17 millones de toneladas por fijar, un volumen nada menor”, apuntó. En maíz, agregó, las compras totales rondan los 25 millones de toneladas, con unas 21 ya a precio, “lo que deja todavía alrededor de 13 millones pendientes”. Según sus estimaciones, entre soja y maíz aún restan por comercializarse más de 30 millones de toneladas.

“De acá hasta marzo o abril del año próximo deberían ingresar alrededor de US$9000 millones, con el grueso concentrado en el complejo soja”, dijo.

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