La inesperada lección de igualdad que nos da el hornero, el pájaro nacional

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Cuando en primavera escuchamos el inconfundible canto del hornero, rara vez pensamos en que ese sonido encierra una lección de igualdad.

Este pájaro nacional, tan arraigado en la identidad argentina, no solo es un arquitecto del barro: también es un ejemplo de resiliencia, de trabajo en pareja y de una cooperación que podría llenar charlas TED.

El hornero construye el nido junto a su pareja

La paisajista Agustina Anguita lo explica con precisión: En primavera, el hornero, pájaro nacional de la Argentina, comienza a construir su nido. Y lo hace en equipo con su pareja.”

Esa palabra —equipo— no es casual. Mientras gran parte del reino animal organiza sus tareas en roles rígidamente marcados por sexo, el hornero divide la construcción, la incubación y la crianza en partes iguales.

Durante diez días, macho y hembra amasan barro, cargan pajas, recogen crines y pequeñas piedras. Así construyen un futuro hogar que no es eterno, sino apenas un espacio transitorio para la reproducción, que luego abandonan.

La lección es doble: no solo construyen juntos, también saben cuándo soltar

Igualdad y coordinación

En la etapa siguiente, la igualdad persiste. No hay madre abnegada ni padre proveedor: hay turnos, coordinación y constancia. El período de incubación dura entre 14 y 18 días y ambos padres se turnan para empollar los huevos. La paridad está en los cimientos de su ciclo vital.

Y lo mismo ocurre en la crianza. Los pichones nacen ciegos, indefensos, necesitados de calor y alimento. Ninguno de los padres se desentiende: “Los pichones nacen sin plumas y ciegos, por lo que necesitan de sus padres para alimentarse y protegerse durante 25 días”, detalla Anguita.

Los pichones de hornero nacen sin plumas y ciegos, por lo que necesitan de sus padres para alimentarse y protegerse

Mientras los humanos seguimos discutiendo por licencias parentales igualitarias, desigualdad en las tareas domésticas y violencia de género, el hornero despliega una coreografía de cooperación radicalmente equitativa. La igualdad, parece, no es una invención moderna ni una bandera en disputa: es un patrón evolutivo que ya estaba ahí, agitando alas sobre nuestras cabezas

Cómo protegerlos

En los nidos de barro de los horneros late una ética de cooperación y resiliencia. Sin embargo, su canto cotidiano muchas veces se enfrenta con amenazas urbanas. La paisajista Agustina Anguita ofrece claves sencillas para que este constructor incansable siga habitando balcones, plazas y veredas urbanas.

  • Proteger su hábitat, evitar el uso de pesticidas y herbicidas. Tengamos en cuenta que los agroquímicos pueden contaminar el barro y los alimentos que recolectan en las inmediaciones.
  • Proporcionar agua. Colocar bebederos poco profundos. Recordemos limpiarlos diariamente para mantener el agua pura para ellos y que, además, no sea un lugar propicio para las larvas del dengue.
  • Facilitar material para sus nidos. No hace falta barrer todo. Esos pastitos, ramitas y piedritas que uno tiraría a la basura son tesoros para ellos.
  • No molestar. Si tenemos la suerte de contar con un nido en nuestro alero, en nuestro poste de luz o árbol, evitemos acercarnos o hacer ruidos muy fuertes cerca de ellos. Sobre todo si están construyendo el nido o cuidando pichones.

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