Jaime Barbosa, batería del grupo madrileño Alcalá Norte, explicó una vez que si uno de sus temas más famosos, La vida cañón, se llama así es porque nació a raíz de un recorte de la revista Mundo Gráfico datada de 1935. La canción, una oda al disfrute, tiene como título las aspiraciones de un vecino de Lavapiés en caso de que le tocara el Gordo. “Lo que haría es darme una vida cañón”. Pero, ¿qué era la vida cañón en 1935? “Iría a Burgos, de donde era mi padre, y a Soria, de donde era mi madre. Me compraría un gramófono, y a la parienta un mantón”, añadió aquel vecino del barrio madrileño en el reportaje. 90 años después las cosas han cambiado. Y mucho.
El grupo fundado en 2019 no ha sido el único en recoger este término. En 2025 también lo ha hecho la periodista Analía Plaza (Madrid, 1989), que en La vida cañón: La historia de España a través de los boomers (Temas de hoy, 2025) retrata la generación de los nacidos en España entre 1955 y 1977 desde su infancia en la dictadura hasta su consolidación como el grupo con más poder adquisitivo del país. Los baby boomers, generación que supera ya los 55 años y están al final de su vida laboral o se ha jubilado ya. Tiene una (o más) viviendas en propiedad y disfruta de viajes en pareja o con amigos. Son unos disfrutones. Esa es la vida cañón.
El libro, publicado este miércoles 17 de septiembre, lleva desde poco antes de su lanzamiento copando debate en redes. Ya le han dedicado hasta algún titular acusándola de “culpar” a los boomers de la situación de precariedad de los jóvenes. “El libro no va de eso. En ningún momento les he echado la culpa de nada”, señala la periodista en su entrevista con Infobae España, que a sus 35 años ha trabajado en medios como elDiario.es, El Confidencial o El Periódico de España. “Yo estoy encantada porque sé que eso se traduce en ventas”, bromea (o no) durante la conversación que tiene lugar en una de las salas de la Biblioteca Eugenio Trías, en pleno parque de El Retiro de Madrid.
-P. ¿Cuál fue la opinión de tus padres cuando leyeron el libro?
-R. Solo lo ha leído mi madre, tres veces, porque como buena boomer, lee mucho. Mi padre no lee tanto. Su primer comentario fue que parece que con tener una casa en propiedad lo tienes todo solucionado. “Hombre, pues un poco sí yo creo que ayuda”, le dije. El segundo fue: “Vale, va a haber que morirse” (risas). Y el tercero, que le había gustado mucho. Lo que me falta es que un hombre boomer lo lea, quiero saber qué opinan. Se les da un poco de cera en el libro. Eso es lo que me falta.
-P. En el La vida cañón, reconoces explícitamente que, al principio, los boomers lo tuvieron complicado. ¿En qué aspectos fue más difícil y en cuáles más fácil?
-R. Creo que las infancias, dentro de que no fueron de posguerra como las de sus padres, no fueron necesariamente fáciles. El capítulo de la infancia boomer lo enmarqué un poco en el éxodo rural, en las familias que emigraban del campo a la ciudad. Me contaban que fueron en furgoneta de Andalucía a Barcelona, porque allí había trabajo. Muchos se ponen a trabajar con 14 años, a veces porque no quieran estudiar, otras porque tienen que ayudar en casa. Esto ahora ni siquiera es legal. Ahí claramente lo tuvieron peor que nosotros.
“La clase media en la que crecieron los boomers se sustentó bajo este ideal de progreso: ‘No importa lo rico que seas, porque si tú vas a la universidad y te esfuerzas, te va a ir muy bien’. El boomer tenía esa expectativa para su hijo y no se ha cumplido»
-P. ¿Y qué sería lo más fácil?
-R. La transición a la vida adulta, a nivel material y de estabilidad. Esa era la gran pregunta que quería responder. “¿Qué pasó para que tuvierais trabajos tan estables?”. Que, de hecho, yo me partía la cabeza, porque en los 80 había muchísimo paro. Se cerraron un montón de fábricas, hubo boomers en la calle, hubo revueltas, hubo muertos por estas revueltas. Lo que pasó fue que algunos ya habían entrado a trabajar con 14, esa crisis todavía no les pilló. También la generalización del contrato temporal, que aunque se aprueba en el 88 y hay una huelga general que protesta contra esto, no se populariza hasta el comienzo de los 90. Igual algunos sí tuvieron currillos de mierda antes de que les llegara el contrato indefinido, pero eran carreras laborales mucho más largas. ¿Y qué han tenido mejor? Los que compraron la casa en los 80, que era mucho más barato.
-P. ¿Por qué crees que se sienten tan ofendidos?
-R. He reflexionado mucho sobre esto. Creo que cuando señalas una desigualdad, en este contexto, una desigualdad económica donde digo que el que es más rico que el joven es el boomer, la reacción automática es ponerse de uñas. “Ah, claro, me culpas a mí de que tú seas pobre”. Piensan que le estás culpabilizando. También me estoy dando cuenta estos días del rencor cruzado de millennials a boomers y de boomers a millennials. Los boomers depositaron en sus hijos unas expectativas, les inculcaron una cultura del esfuerzo y de la meritocracia. Nos decían: ”Tú ve a la universidad, esfuérzate y lo tendrás todo hecho». La clase media en la que crecieron los boomers se sustentó bajo este ideal de progreso: “No importa lo rico que seas, porque si tú vas a la universidad y te esfuerzas, te va a ir muy bien”. El boomer tenía esa expectativa para su hijo y no se ha cumplido. Lo mismo para el millennial.
-P. En el libro señalas que los boomers en España comprenden de 1957 a 1977. ¿Qué distinción hay entre los early boomers y los late boomers?
-R. Los late boomers son generación X, más o menos, aunque técnicamente el baby boomer es del 57 a 77, y a partir de ahí la natalidad decrece. Pero, claro, uno que ha nacido en el 75, con su adolescencia ya es en democracia plena, entra al mercado laboral en los años 90, en plena burbuja o bien ya “en el final de la fiesta”. Cuando se compra la vivienda ya lo hace muchísimo más cara. Si luego vino la crisis, se queda con una hipoteca probablemente muy alta o se compró una vivienda muy cara. Pudieron comprar una casa porque daban hipotecas al 110%, pero fue carísima. Y el boomer boomer, la compró en los 80 y estaban todavía baratas.
“Según el Banco de España, en 1993, hacían falta 3,8 años de salario bruto para comprarse una casa, y ahora, 7,5″
-P. ¿Por qué está tan mal visto que los jóvenes gasten el dinero en la suscripción de Netflix, en Spotify o en un café, y “no” comprarse una casa?
-R. Los millennials tienen un poco de rencor al boomer. “Me dijisteis esto [esforzarse, ir a la universidad para conseguir un trabajo y posteriormente comprarse una vivieda] y no sucedió. Y encima me estáis acusando de viajar o de salir”. Creo que si el millennial ha viajado y ha salido es, en primer lugar, porque existe una cosa llamada turismo low cost. Y esto hablo un poco de lo que yo he visto, porque decíamos: “No vas a tener casa en la puta vida”.
De hecho, uno de los datos que yo saco es que según el Banco de España, en 1993, hacían falta 3,8 años de salario bruto para comprarse una casa, y ahora, 7,5. Es una generación que se casaron y tuvieron uno, dos o como mucho tres hijos, mientras ellos venían de familias más numerosas. Habría que echar cuentas: ¿A cuánto renuncia el millennial por tener que pagar 900 euros de alquiler versus a qué renunciaba el boomer por criar a los hijos, pagar la hipoteca y la letra del coche? Son realidades un poco distintas.
-P. También se dice que ahora los jóvenes no protestan, ¿por qué crees que pasa esto? ¿Puede tener que ver con la desafección y el agotamiento político?
-R. Hay como mil variables y es probable que hasta sea general de toda la sociedad, ¿no?, porque se junta la desafección y la polarización. Ahora laboralmente la historia es otra. El precario de hoy está mucho más individualizado y esto hace mucho más difícil organizarse laboralmente, porque no es una masa de gente contratada por la misma empresa. Mira los riders, y aun así han ganado sus batallas. Yo he estado en una empresa que tenía 49 trabajadores para que no se pudiera crear comité de empresa. Estas cosas pasan.
Como dice el sociólogo Manuel Rodríguez, el proletariado de ahora se parece más a una señora inmigrante yendo del metro a limpiar 27 casas que un señor de la fábrica. Esto ya no va de jóvenes, sino de trabajadores.
Las herencias también crean desigualdades
-P. También depende de qué manifestaciones.
-R. Hay jóvenes que se han estado manifestando por el cambio climático. En 2011 los jóvenes del momento hicimos el 15-M y de ahí surgió un partido que cambió el curso de la política en España [Podemos]. A nivel transversal los jóvenes y no tan jóvenes están saliendo a las manis de Vivienda, pero como son menos, no va tanta gente. Las de Sanidad son mucho más masivas porque van los mayores, los funcionarios. Sin duda, la más transversal es la del feminismo, la manifestación del 8M. Entonces, ¿pelean menos? Yo no lo creo. A lo mejor en su causa, como la vivienda o el cambio climático, como son menos, salen también menos.
-P. En el libro señalas que se cruzan dos desigualdades, una es de clase y otra generacional. ¿Crees que el debate público-político pone demasiado el foco en la brecha generacional y pasa más por alto la de clase?
-R. En vivienda hay un corte de clase brutal. El mito del pequeño propietario te evita hablar de clases. Hasta no hace nada ha imperado en el discurso que necesitas el piso en alquiler para complementar tu pensión y eso significa que ya tienes dos pisos. Hombre, pues muy pobre no serás si tienes dos. El casero no es superrico, pero es más rico que el inquilino y más rico que el hogar que no alquila. Casi se evita más el tema de clase para defender a un supuesto pensionista pobre que otra cosa.
-P. Durante la época franquista se incentivaba mucho la compra de vivienda, de ahí a que nuestros abuelos llegaran a un punto en el que tuvieron hasta tres casas. ¿Por qué ocurrió?
-R. Esta ley se creó porque también hubo una crisis de vivienda, para que se construyeran casas para colectivos de trabajadores. Hay muchas tesis sobre esto de querer tener al obrero atado para pagar la casa y que no se nos revolucione.
-P. ¿Crees que a la política actual le beneficia que no desaparezca del todo el problema de la vivienda?
-R. No lo sé, porque no soy política. Lo que creo es que no se va a hacer nada porque se está dejando todo en manos de que se mueran los boomers. Con el libro he aprendido que el Estado del bienestar español es familiarista, entonces delega una parte de la protección social y del bienestar en las familias: Yo delego que tú vayas a heredar, tú ya tendrás casa porque te darán para una entrada. Esto pasa sobre todo para propiedad, pero tienes que tener muy buen sueldo para acceder a ello en compra. Culturalmente en España el alquiler se concibe como tirar el dinero. [El presidente del Gobierno] Pedro Sánchez anunció el otro día alquiler con opción a compra. Creo que se está delegando en que las familias salven a los jóvenes. Yo empiezo a verlo así.
-P. ¿Qué nos espera a las próximas generaciones en materia de pensiones?
-R. Los jóvenes nos hemos creído que no vamos a tener pensión. En 2011 ya era “sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo” [pancarta central del Movimiento 15-M]. El tema de que no vamos a tener pensión está totalmente incrustado en nuestras cabezas. Los jóvenes deberíamos empezar a entender el sistema de pensiones y la Seguridad Social también debería hacer ejercicios de transparencia para que sea más fácil, porque financia no solo a la jubilación, también otra serie de pensiones. Nos deberíamos familiarizar con esto para luchar para que el sistema siga funcionando. Somos los primeros interesados en tener una pensión pública, porque nuestra nula capacidad de ahorro nos impedirá ahorrar. Tenemos un Estado de bienestar, queremos una pensión pública. ¿Qué nos espera? Nos esperan unos años en los que la aportación del Estado y de las nóminas de los trabajadores a los ingresos de la Seguridad Social va a tener que ser cada vez mayor para financiar todas esas pensiones. Técnicamente, a partir del 2050, la cosa empieza a mejorar, tendremos que ver cómo llegamos. En 2045, cuando yo me jubile, todavía no está destensado el sistema. Espero que siga funcionando, pero lo primero que tenemos que hacer es entenderlo.
-P. Y si pudieras añadir un epílogo dentro de veinte, treinta años, ¿qué escribirías?
-R. El qué va a pasar con las pensiones. ¿Va a haber desigualdad entre millennials? ¿Vamos a una sociedad en la que el millennial que haya heredado sea mucho más rico que el que no? Igual heredas un piso y no tienes que dar un palo al agua más en tu vida. Yo creo que el tema tendrá que ser ese: una sociedad que because of las herencias ha creado muchísimas más desigualdades.