Creer o reventar: los dioses nos pasan factura

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Siempre que llovió, paró. Mentira podrida. Llevamos meses de lluvia ácida sobre la Casa Rosada, que hace agua por todos lados. Al principio hablaban de goteras y humedades, y hoy, de un colador. Alarmado, pregunté por el despacho presidencial y me contestaron que ahí solo se puede entrar con bote y remos. ¿Una señal de los dioses? Normalmente, detesto atribuir a designios divinos, al Más Allá, cuestiones que son del más acá, como una tormenta, un terremoto o una pandemia. Pero la cosa saltó de escala, y además fue el propio Javi quien sobrenaturalizó su mandato al hablarnos de misión, profetas, fuerzas del cielo… Yo le creí, porque un tipo que promete convertir los pesos en dólares, exterminar la casta y en cinco años hacer de la Argentina una potencia mundial o está de la nuca o es, efectivamente, un redentor. Jugué todas mis fichas a la segunda alternativa. Hoy, aun en días de sol radiante, salgo a la calle con paraguas y piloto.

Quiero decir: solo un necio descartaría la posibilidad de que el Todopoderoso siga con inquietud los extravíos del país y haya considerado necesario aplicar correctivos. Eso explicaría que seamos víctimas de las 10 plagas de Egipto: renacen los kukas de la mano de un sujeto, sujetito, que va a los canales de TV a tomar mate; con animus destituyentis, el Congreso pone a parir al Pelu y lo hace retroceder en chancletas; los aliados huyen en alegre desbandada; la atrevida de Cristina en cualquier momento empieza a bosquejar una ley de amnistía; Javi pasó de no pedir permiso a pedir perdón, en cadena nacional; cunde el desánimo, cuando no la ira, entre sus discípulos; Toto Caputo, turco en la neblina, no enfrentó el desbarajuste en los mercados con una tranquilizadora homilía, sino con la denuncia de un golpe: se pudrió todo; a Santi Caputo, Caputín, en el Kremlin le piden nuevos trucos, pero se declaró abandonado por las musas; una conjura internacional quiso robarles a los Pumas su triunfo frente a Australia, y ya no podemos ir en tour de compras a Chile: por culpa de un partido de fútbol (¡de los Diablos Rojos!) allá nos esperan con cuchillo y tenedor. Demasiadas evidencias para hacernos los tontos. OK, Altísimo, merecíamos un castigo, mandaste las facturas de $LIBRA, del avión que llegó sin declarar valijas, del Coimasgate… Ya está bien, aprendimos la lección. Negociemos los resultados de octubre.

Son tantas las pálidas que me niego a dar cuenta de todas. Prefiero dejar constancia de que el Pelu ha asumido el compromiso de ponerse la campaña al hombro. ¡Por fin se entrevera en política! Anteayer, haciendo de tripas corazón, presidió en Olivos una reunión de cinco horas con candidatos oficialistas de todo el país. ¿De qué les habló? My God. De economía. Mientras, corría la versión, disparatada, de una vuelta al cepo; para qué, si ese día al Banco Central controlar los berrinches del mercado solo le costó 400 millones de dólares.

Una historia incómoda, imposible de ignorar, son los infortunios de Karina: le están amputando a Lule Menem. Kari puede hacerse cargo perfectamente, sin ayuda, de seguir los fatigosos viajes al interior, del armado de listas, de espantar aliados e incluso de cargar las valijas, que suelen ser más a la vuelta que a la ida. Otra cosa muy distinta son las contiendas con los buitres de las droguerías. Me permito arrimarle un consejo: que hable a sus anchas, llame a las cosas por su nombre y no les afloje un céntimo. Pero solo con personas que hayan dejado su celular afuera. Si Kari llegara a sentir cansancio moral en la rosca política, siempre queda el recurso de volver a las roscas de Pascua.

¿Se ha roto el animus societatis entre Javi y la gente? Nada que ver. El problema es la era digital. Ayer se viralizó el videíto de cuando decía, este mismo año, que el dólar se iba a derrumbar. “Va a caer como un piano. Como un piano. Va a costar menos de 700 pesos”, se anima en una entrevista con Jony Viale, y explica por qué, y lo repite, exaltado. “¡Menos de 700!”. También se exalta Jony, obvio. El videíto daba vuelta en las redes junto con la cotización del día, 1500 pesos, y acompañado de una afirmación agraviante: “Mentiroso”. Sobre el futuro no se miente: hablemos, en todo caso, de sueños no cumplidos, de revoleo, de espejitos de colores. Javi es un predicador, no un profeta. Un optimista, no un catedrático. Lo doloroso no es que miente, sino que es pura pasión. Ahora debería llevar tranquilidad al mercado cambiario. Que tire: “Argentinos, calma, calma. Piano, piano”.

Lo cierto es que vivimos el alumbramiento de un nuevo tiempo. El Pelu, que transita con toda naturalidad su síndrome de abstinencia de insultos, está al mando y se dispone a recorrer provincia por provincia, llevando un mensaje reflexivo, sereno, propio de un jefe de Estado; el tono que inauguró en el discurso en cadena del lunes, que no le conocíamos.

Como que hoy busca más votos que rating. Yo no descuidaría el rating. Mirá si el camino termina donde empezó. Panelista.

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