El valor de los activos argentinos, incluidos el de las empresas y el de la moneda, entró en una peligrosa pendiente. La variable más decisiva para medir y eventualmente revertir ese deterioro -que se aceleró en julio, con el fallido “desarme de LEFI”, y se profundizó con el revés del Gobierno en las elecciones bonaerenses- es el llamado índice de “riesgo-país” que elabora el banco norteamericano J.P.Morgan a partir del rendimiento exigido por los inversores a los bonos soberanos argentinos frente a los títulos del Tesoro de EE.UU. de condiciones y plazos similares.
A medida que cae el precio de los bonos, por temor a que no sean pagados en tiempo y forma, aumenta en porcentaje su rendimiento nominal (establecido al momento de emisión) respecto de la cotización en los mercados secundarios.
Ese rendimiento es hoy de más de 1.400 puntos básicos (14% anual en dólares) por sobre el de los bonos del Tesoro de EE.UU. (400 puntos básicos, 4%) e implica para Argentina un 18% anual de costo financiero, imposible de afrontar para los bonos en dólares.
Para algunos títulos, como los Globales 2029 y 2030 que emitió la gestión de Alberto Fernández tras la restructuración diseñada por Martín Guzmán, la tasa es aún mayor: 22% y 21% anual, respectivamente.
La Argentina volvió así a un nivel de riesgo solo superado por Venezuela (casi 20.000 puntos básicos), un país aislado del mercado internacional y actualmente asediado por EE.UU., que en su guerra al narcotráfico no excluye la posibilidad de hundir naves de la propia dictadura venezolana, y Rusia (casi 2.800 pb), país en tensión con el bloque occidental y sometido desde 2022 a sanciones económicas y financieras por la guerra que inició y aún prosigue con Ucrania.
Al mismo nivel de índice de riesgo país de Argentina está Bolivia, que el 19 de octubre definirá cuál de los dos candidatos de derecha que ganaron la primera vuelta será el próximo presidente de una nación que durante más de 20 años gobernó y dividió la izquierda del MAS con la constitución de un estado “plurinacional” que al cabo de dos décadas está más dividido, ya casi sin gas (por años, su principal exportación) y no desarrolló su riqueza litífera, pese a integrar, junto a la Argentina y Chile, el llamado “triángulo (mundial) del litio”.
Argentina vovió a un nivel de riesgo solo superado por Venezuela (casi 20.000 puntos básicos), un país aislado del mercado internacional y actualmente asediado por EE.UU.
Unos pocos datos reflejan la situación política boliviana. Los líderes del MAS, Evo Morales y el aún presidente Luis Arce, están ferozmente enfrentados y, solo en la última semana se dieron estos hechos:
- La Corte Suprema apeló un fallo judicial de liberar a Jeanine Añez, que lleva más de cuatro años en prisión tras haber presidido el país luego de los violentos episodios de 2019, en que murieron 39 personas (aquella vez el MAS denunció “golpe de Estado” y la oposición “fraude electoral”, posición que avaló la OEA).
- Desde EE.UU., donde fue peso por lavado de dinero, fue deportado un exministro y exsenador que al arribar a Bolivia fue detenido, acusado de corrupción en la compra de gases lacrimógenos en los eventos de 2019.
- Arce sumó una nueva demanda por no pagar los gastos de mantenimiento de un hijo de una mujer que ya lo había denunciado por “abandono de mujer embarazada”.
Ucrania, con 400 pb menos de riesgo país, es un país invadido y en guerra que suspendió las elecciones presidenciales de 2024 bajo el asedio bélico ruso.
Ecuador, con la mitad del riesgo argentino, vive un estado de excepción; el presidente Daniel Noboa decretó toque de queda e intervención militar en cinco provincias tras protestas sociales por el fin del subsidio al gasoil. Allí, fuerzas armadas y policiales restringen la circulación y la fragmentación social y geográfica sigue marcando la política nacional.
Los datos de la deuda
Tampoco los datos de deuda parecen avalar la posición argentina en el podio del ranking de riesgo país.
Según el FMI, en 2024 la deuda del “gobierno central” era de 85,3% del PBI, muy similar al Brasil (83,5%) y quince puntos por debajo de Bolivia (100,8 por ciento).
Los datos de deuda del FMI tampoco parecen avalar la posición argentina en el podio del ranking de riesgo país
El nivel de deuda argentina en relación al PBI también es muy inferior al de países desarrollados como Japón (200,9%), Italia (132,5), EE.UU. (102,7), Inglaterra (100,7), Francia (94,3) y España (93,6). La mayoría de los países latinoamericanos tienen, en cambio, niveles de deuda muy inferiores, como Chile (41,6%), Paraguay (38,2%), México (45,5%) y Uruguay (58,3 por ciento).
No se trata, en todo caso, de diferencias tan marcadas como en los guarismos de índice de riesgo país, en que los más de 1.400 pb de Argentina contrastan con los 380 pb de El Salvador, 272 de Colombia, los niveles de entre 100 y 200 puntos de Brasil, México, Guatemala, Paraguay y Perú y los menos de 100 puntos básicos de Chile y Uruguay.
Gran parte de esa diferencia se debe a la histórica sensibilidad argentina al dólar y a la escasez de reservas en el BCRA, cuyo principal componente en términos brutos son el canje de monedas con China y los dos últimos desembolsos del FMI. En términos netos las reservas se ubican en cerca de USD 7.000 millones, pero se vuelven negativas si se restan los envíos del Fondo, en principio asignados al repago de la deuda con el propio organismo.
Vencimientos
Según el último informe de la consultora Quantum, dirigida por Daniel Marx (secretario de Finanzas durante la segunda gestión de Domingo Cavallo en Economía), los vencimientos ascienden a USD 2.665 millones en el cuarto trimestre de 2025 y a USD 18.239 millones el año próximo.
Las últimas emisiones soberanas de Argentina, en enero y abril de 2018, fueron a tasas de hasta 7% anual en dólares, durante el gobierno de Mauricio Macri, con Luis Caputo como ministro de Finanzas. Esto es, dos veces y media menos que lo que costaría refinanciar vencimientos con el actual índice de riesgo país.
Argentina protagonizó tres de los diez defaults soberanos más grandes (en dólares) ocurridos entre 1938 y 2022, y las tres ocurrieron en lo que va del siglo XXI (Damodaran)
Aswath Damodaran, profesor de Finanzas Corporativas y Valuación de la Escuela de Negocios de la Universidad de Nueva York (NYU Stern School of Business), hace evaluaciones de riesgo que abarcan variables institucionales, sociales y políticas más variadas que los precios de los bonos soberanos y el nivel de reservas. Sus cálculos incluyen cuestiones como el grado de avance democrático, niveles de corrupción y probabilidad de violencia. Argentina muestra buen desempeño en el primer y tercer ítem, pero muy mal en el segundo.
La historia, sin embargo, no ayuda: según un informe de Damodaran que en su momento reportó Infobae, Argentina protagonizó tres de los diez defaults soberanos más grandes (en dólares) ocurridos entre 1938 y 2022, y los tres ocurrieron en lo que va del siglo XXI. Es más, dos de ellos ocurrieron en los últimos diez años.
El propio Gobierno nacionalizó la elección bonaerense y alimentó el “riesgo kuka”, el BCRA no compró dólares en la etapa de mayor liquidación agroexportadora, cuando la cotización oscilaba entre $1.100 y $1.200, y en los últimos tres días vendió USD 1.110 millones sin lograr alejarlo del techo de la banda cambiaria acordada en abril con el FMI.
La (des)confianza del consumidor
No es casual, entonces, que luego de una caída de casi 14% de los índices de Confianza del Consumidor que publica la Universidad di Tella en agosto, este haya vuelto a caer en septiembre. La confianza es un intangible tan difícil de medir, como costoso de pagar cuando se pierde.
Ayer, en su discurso ante la Bolsa de Comercio de Córdoba, el presidente Javier Milei volvió a apostar a que el país se “pinte de violeta” en las elecciones legislativas de octubre. Mientras tanto, Economía y el BCRA apuestan a saciar, con un arsenal inicial de USD 20.000 millones de recursos “líquidos” (incluidos USD 14.000 millones de envíos del FMI) la demanda de dólares de inversores, especuladores y argentinos temerosos de otra vuelta de calesita.