Dos profesionales de la medicina vinculados a la Universidad de Harvard compartieron las estrategias de bienestar que aplicaron durante décadas para mantener su funcionalidad física y cognitiva en edades avanzadas. Marshall Wolf, de 87 años, y Mitchell Rabkin, de 94 años, representan ejemplos de envejecimiento exitoso dentro de la comunidad médica académica.
La receta de la longevidad de dos médicos de Harvard
La extensión de la vida humana no se limita a contar más años, sino a garantizar que esos años se vivan con capacidad funcional, independencia y bienestar. Los especialistas explicaron cómo aplican este principio en sus propias rutinas y demostraron que es posible sostener la salud más allá de los 80 y 90 años.
Wolf, profesor de medicina y vicepresidente emérito de educación médica en el Hospital Brigham and Women’s, y Rabkin, profesor de la misma institución y expresidente del Beth Israel Deaconess Medical Center, tienen como pilar central las prácticas que fortalecen tanto el cuerpo como la mente.
Ambos sostuvieron que su permanencia activa se basa en hábitos sostenidos durante décadas y en la convicción de que el cuidado personal requiere constancia y monitoreo regular de la salud.
Ejercicio físico como clave de la longevidad
Para Wolf, la consigna es clara: “Úsalo o piérdelo”. Dedica media hora diaria a la actividad física, combina trabajo de fuerza con pesas y sesiones de caminadora. “He pasado de caminar 800 metros a casi tres kilómetros con regularidad, y aumento la inclinación para simular la subida”, contó en un artículo de Harvard. “Si no estoy activo, no me mantengo activo”, afirmó.
Rabkin también incorpora ejercicios en su rutina con una prioridad en la postura y el equilibrio. Realiza entrenamiento de fuerza con peso corporal y estiramientos cinco veces por semana. Además, utiliza bastones plegables al andar. “No solo me ayudan a caminar con más erguido, sino que también me ayudan a mantener el equilibrio”, aseguró.
La investigación respalda estas prácticas: mantener un nivel adecuado de condición aeróbica, se relaciona con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y ciertos tipos de cáncer, además de fortalecer huesos y músculos, prevenir caídas y apoyar la salud mental.
La importancia de los controles médicos y seguimiento de la salud
Rabkin subrayó la importancia de los exámenes periódicos y del registro activo de indicadores como presión arterial, colesterol, peso y calidad del sueño. Recomendó informar cualquier cambio al médico para facilitar un diagnóstico más preciso.
Los chequeos regulares permiten detectar problemas en etapas tempranas y ajustar tratamientos o rutinas de acuerdo con cada situación particular. Este enfoque preventivo es considerado clave para sostener la capacidad funcional en edades avanzadas.
Las guías médicas señalaron que, salvo contraindicaciones específicas, es recomendable mantener altos niveles de actividad física, complementados con revisiones médicas que certifiquen la seguridad de los programas de ejercicio.
“La interacción con su médico suele ser breve, así que cuanta más información pueda compartir sobre su salud, mejor diagnóstico podrá recibir”, recomendó Rabkin.
La supervisión personal de la salud no solo incluye los parámetros clínicos, sino también la atención al estado mental. Registrar motivación, niveles de energía, calidad del descanso y percepción de estrés es útil para identificar señales de sobrecarga o deterioro.
El cuerpo responde al esfuerzo mediante adaptaciones fisiológicas que requieren descanso suficiente. Sin continuidad, los avances se pierden gradualmente, lo que subraya la relevancia de la disciplina y la planificación.
Interacción social como soporte cognitivo
Wolf conserva encuentros frecuentes con su esposa y amigos tres noches por semana, además de invitar a personas de distintos entornos con quienes mantiene conversaciones que amplían sus perspectivas. Estas prácticas refuerzan la estimulación mental y reducen el riesgo de deterioro cognitivo.
“Las cenas no solo estimulan conversaciones interesantes, sino que a menudo aprendo muchas cosas nuevas”, aseguró.
Diversos estudios mostraron que incluso breves interacciones sociales mejoran la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento. Lazos sólidos de amistad o matrimonio aportan beneficios protectores frente a la demencia y fortalecen la resiliencia emocional.
La preferencia por mantener contacto con otros se asocia con mayor bienestar general, mientras que el aislamiento incrementa la probabilidad de depresión y enfermedades mentales.
La lectura y el aprendizaje aportan beneficios a una vida longeva saludable
El vicepresidente emérito de educación médica en el Hospital Brigham and Women’s dedica buena parte de su tiempo a leer, con un promedio de tres o cuatro libros semanales, principalmente de historia y misterio. Considera esta práctica una forma de mantener activa la mente y de adquirir nuevos conocimientos.
Además, toma cursos universitarios comunitarios en áreas como arte, literatura y música. Para él, aprender cosas nuevas estimula la reflexión y promueve la interacción con otras personas.
Por su parte, expresidente del Beth Israel Deaconess Medical Center continúa con su hábito de escribir y enseñar, convencido de que desafiarse intelectualmente contribuye a conservar la vitalidad cerebral. “No importa lo que hagas, siempre que sea estimulante y gratificante”, afirmó.
Según la evidencia, la estimulación cognitiva regular puede retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer y mantener el rendimiento mental durante más tiempo.
Trabajo y propósito como factores de longevidad
Permanecer en actividades profesionales o académicas, aunque no sea por motivos económicos, puede proporcionar beneficios importantes: interacción social, sentido de propósito y ejercicio cognitivo.
Rabkin lo demuestra al continuar con su labor docente y publicaciones médicas. Esta participación refuerza la conexión con la comunidad científica y mantiene su mente enfocada en desafíos actuales.
La investigación indica que trabajos complejos o que requieren toma de decisiones reducen el deterioro cognitivo y disminuyen el riesgo de demencia. En este sentido, seguir vinculado al ámbito laboral constituye un factor de protección.
Hábitos de alimentación y consumo responsable
Wolf ajusta sus comidas al reducir las porciones sin dejar de disfrutar de sus alimentos preferidos. Su estrategia consiste en dividir raciones, como comer medio bagel en lugar de uno completo, lo que le permite controlar el peso sin sentir privación.
“Elijo entre varias comidas básicas y saludables para el desayuno, el almuerzo y la cena, y las incorporo a mi rutina habitual, pero como porciones más pequeñas”, explicó. “Cuando comes alimentos que te gustan, no te sientes privado, así que puedes comprometerte más fácilmente con una alimentación saludable”, agregó.
Rabkin, por su parte, limita el consumo de alcohol a una cerveza ocasional al reconocer los riesgos del exceso. Investigaciones señalaron que la ingesta moderada puede asociarse a mejor función cognitiva y bienestar, aunque siempre con cautela para evitar efectos adversos.
El cuidado nutricional en personas mayores contribuye al mantenimiento de masa muscular, fuerza y menor riesgo de enfermedades crónicas, factores esenciales para la autonomía.
Además, Wolf enfatiza en la importancia del buen descanso. Prioriza dormir entre siete y nueve horas por noche, siguiendo horarios regulares para sostener la calidad. El sueño profundo favorece la recuperación física y mental, y su importancia se incrementa con la edad.
Las experiencias de Wolf y Rabkin ilustran que la longevidad depende de un conjunto de prácticas sostenidas: actividad física regular, controles médicos, monitoreo personal de la salud, interacción social, compromiso intelectual, propósito laboral, nutrición adecuada y descanso de calidad.
Más allá de su formación médica, ambos aplican en su vida personal principios respaldados por la ciencia, lo que demuestra que la vejez puede gestionarse de manera activa y funcional.