Un estudio argentino presentó un dato alentador para los pacientes con Alzheimer

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En el marco del Día Mundial del Alzheimer, un equipo de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) publicó un estudio mediante el cual se llegó a un dato alentador: a través de un procedimiento lograron ralentizar el deterioro cognitivo en personas con la enfermedad en estado leve a moderado. Si bien los especialistas son prudentes por lo que queda por recorrer, el resultado de la investigación implica una luz de esperanza para los pacientes.

El procedimiento, llamado “plasmaféresis”, partió de los resultados promisorios del ensayo clínico Alzheimer Management by Albumin Replacement (AMBAR), que se realizó en Europa y Estados Unidos y logró ralentizar el deterioro en el 61% de los casos. La Sección de Deterioro Cognitivo de la AAP decidió replicarlo en la Argentina para tratar una enfermedad que hasta el momento no tiene cura: el proceso consiste en extraer sangre para separar y desechar el plasma, donde, en casos de pacientes con Alzheimer, se encuentran sustancias tóxicas que afectan al cerebro. Luego se reemplaza por uno nuevo con albúmina, una proteína sana y purificada.

En el estudio realizado en la Argentina entre 2022 y 2024 participaron 32 pacientes con Alzheimer leve a moderado que fueron sometidos, durante 514 sesiones con un seguimiento clínico, neuropsicológico y funcional detallado, a una comparación con un grupo control conformado por 194 personas que cumplía con las evaluaciones cognitivas. Los resultados arrojaron que el grupo tratado con plasmaféresis presentó un 45% menos de deterioro cognitivo en comparación con quienes no recibieron el tratamiento. También mostraron mejoras significativas en áreas como la memoria, el lenguaje y la planificación.

“Esto confirma que estamos frente a una nueva herramienta terapéutica, no para curar el Alzheimer, pero sí para ralentizar su evolución, mejorando la calidad de vida de quienes lo padecen”, expresó a LA NACION el psiquiatra Fernando Taragano (MN 63.205), uno de los autores y líderes del estudio.

“Hasta ahora, el tratamiento del Alzheimer se basaba casi exclusivamente en medicamentos que actúan en neurotransmisores o que intentan eliminar placas con anticuerpos monoclonales. Este estudio demuestra que hay otra vía posible: modificar el entorno biológico del cerebro a través del plasma. No es una cura, pero sí una intervención segura, accesible y efectiva, que puede usarse en etapas tempranas y también moderadamente avanzadas para retardar la enfermedad. La plasmaféresis con albúmina puede complementar o incluso expandir los tratamientos farmacológicos”, explicó Taragano.

Fernando Taragano, principal autor del estudio

Los pacientes que participaron en el estudio tenían una edad promedio de 72 años. Además, del total de procedimientos, el 81,5% transcurrió sin incidencias, mientras que en el 18,5% de las sesiones restante se presentaron eventos adversos “leves a moderados”, principalmente vinculados a la venopunción. Ellos fueron: molestias en el acceso venoso, descensos leves de presión arterial y náuseas pasajeras.

El protocolo incluyó seis sesiones intensivas semanales seguidas de al menos otras 10 mensuales de mantenimiento, mientras que los resultados se midieron mediante el Mini Examen del Estado Mental (MMSE) y pruebas de memoria, lenguaje, función ejecutiva y atención.

Respecto al estudio de la AAP, Alejandro Andersson (MN 65.836), director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, explicó a LA NACION que “reporta en vida real la seguridad y eficacia de la plasmaféresis terapéutica en pacientes con Alzheimer”. En tanto, remarcó que es relevante porque “confirma en práctica clínica señales que ya había sugerido el ensayo AMBAR» y manifestó: “Es un avance prudente: agrega evidencia local para una estrategia biológica plausible (remoción de proteínas y mediadores plasmáticos pro-patológicos), pero aún necesitamos ensayos controlados adicionales y criterios de selección finos”.

Por su parte, Enrique De Rosa Alabaster, psiquiatra, neurólogo y médico legista (MN 63.406), consideró al estudio como “prometedor”, pero señaló que aún no cambia la práctica actual. “Requiere replicación independiente, criterios claros de selección y evaluación de costo-efectividad y seguridad en nuestro sistema“, dijo. El especialista recordó una investigación realizada años atrás que también reflejó resultados “referidos como exitosos”, mediante la cual se le suministró a 14 pacientes diariamente 9 miligramos de melatonina para regularizar las fases de sueño de los pacientes y, así, tengan mejor descanso y menores alteraciones. Pero, esta alternativa aún continúa en revisión.

En cuanto al reciente estudio, Taragano afirmó que el próximo pasó será identificar con mayor precisión qué pacientes son los mejores candidatos para este tratamiento. “El objetivo es anticipar, desde etapas tempranas, qué personas tienen más probabilidades de beneficiarse con la plasmaféresis, optimizando así la eficacia del procedimiento y evitando intervenciones innecesarias. Hasta ahora, ninguna estrategia lograba modificar el curso de la enfermedad. Por eso es tan relevante: abre la puerta a una alternativa que realmente impacta en la evolución del Alzheimer al igual que lo hacen los anticuerpos monoclonales. Pero la plasmaféresis es mejor tolerada y más segura. Aunque no tengamos una cura, es clave encontrar herramientas para ganar tiempo, preservar funciones y mejorar la calidad de vida. Hay esperanza”, dijo.

La actualidad del Alzheimer y otros métodos para tratarlo

Los médicos alertan por el crecimiento del número de pacientes con Alzheimer. Según el Instituto de Neurología de Buenos Aires, a día de hoy se calcula que existen 500.000 casos en la Argentina y aseguran que la carga va en aumento por el envejecimiento poblacional, por lo que en 2050 podrían llegar 900.000 si no se cambia de trayectoria. En este contexto, existen 14 factores de riesgo modificables: educación, audición, hipertensión arterial, diabetes, LDL alto, depresión, inactividad, traumatismo craneoencefálico, tabaquismo, alcohol, obesidad, y déficit visual, aislamiento y aire contaminado en mayores.

Andersson recalcó que “el tren está pasando ahora”, en referencia a la ventana entre 2025 y 2030: “El futuro es alentador si aprobamos e implementamos un plan nacional, expandimos redes de diagnóstico temprano con biomarcadores de sangre, adoptamos prevención poblacional sobre los factores y creamos centros con capacidad de terapias avanzadas (incluida la aféresis donde corresponda)”.

La mayoría de los pacientes con demencia sufre Alzheimer

“Esta enfermedad tiene un alto impacto sanitario por duración y dependencia, pero el tablero cambió: hoy tenemos dianas modificadoras que ralentizan y mejor prevención. La combinación entre detección temprana, control de riesgos y terapias empieza a mover la aguja”, declaró.

Por su parte, De Rosa coincidió con Andersson en que la conciencia en la sociedad sobre el Alzheimer “crece pero es insuficiente” y lo adjudicó a que se confunde “envejecer” con “demencia” y se consulta tarde. “Hay muchas promesas de cura de poca sustentabilidad o falsas y muy costosas que juegan con la ilusión de una población desesperada”, aseveró y añadió que campañas de detección temprana, educación del cuidador y redes comunitarias (ALMA) son clave para cambiar conductas y reducir la carga familiar y sanitaria.

“El Alzheimer preocupa porque no hay cura, pero el enfoque actual es realista y activo: diagnóstico más temprano, reducción de riesgos modificables y terapias que enlentecen el curso en subgrupos, más apoyo integral al paciente y la familia. El horizonte de biomarcadores sanguíneos y ensayos de prevención cambian el terreno de juego”, indicó.

Ante la falta de cura y el avance en los procesos de ralentización, la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer (AAIC, por sus siglas en inglés), enfatiza en que el tratamiento de los pacientes debe realizarse a través de una combinación de fármacos y un estilo de vida saludable. El enfoque integral consiste en educación familiar, control de factores vasculares, actividad física, sueño, nutrición, estimulación cognitiva y manejo conductual, mientras que también se recetan suplementos (como Omega 3 con DHA) o anticolinesterásicos y memantina para síntomas.

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