En el corazón del sur de Florida, la comunidad venezolana se convirtió en un reflejo de lo que ocurre en su país de origen y de las tensiones que marcan la relación con Estados Unidos. El periodista Jorge Ramos viajó hasta El Arepazo, un restaurante icónico en Doral, para filmar un programa especial de Así veo las cosas y escuchar de primera mano cómo se vive el exilio, la incertidumbre migratoria y la sombra de la presión militar sobre Nicolás Maduro.
Exilio venezolano en EE.UU.: cifras del TPS, parole y miedo a la deportación
El comunicador abrió su emisión con un dato: la diáspora venezolana se expandió como una de las más grandes del continente. Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 y el ascenso de Nicolás Maduro en 2013, más de ocho millones de personas de esa nacionalidad abandonaron su tierra. De ellos, cerca de 1 millón residen en Estados Unidos, con el sur de la Florida como epicentro.
Muchos confiaron en el asilo, el TPS o el parole humanitario. Sin embargo, las políticas migratorias recientes alteraron ese escenario. Testimonios recogidos por Ramos describen un sentimiento de desilusión profunda: el miedo a ser deportados paraliza a familias que hace años construyeron su vida en Estados Unidos.
El Arepazo en Doral: restaurante que se volvió un símbolo de la diáspora venezolana en Florida
El restaurante El Arepazo, propiedad de Alexis Mogollón, no es solo un negocio gastronómico. Desde hace más de 20 años funciona como punto de encuentro político, social y cultural de la diáspora, según contó su propio dueño. En cada elección, protesta o noticia relacionada con Caracas, el local se llena de conversaciones apasionadas.
Mogollón contó que la crisis migratoria golpeó directamente su economía. En los últimos meses, sus ventas cayeron entre un 57% y un 68%, ya que muchos temen congregarse en lugares reconocidos de la comunidad por miedo a redadas de inmigración. “La gente está aterrorizada”, expresó. Pese a la caída, el lugar se mantiene como símbolo de resistencia y espacio de diálogo.
Dentro del local, Ramos escuchó a diversos protagonistas que pusieron palabras a la incertidumbre. Adelys Ferro, activista del país latinoamericano radicada en Florida, definió la situación como “aterradora” y explicó que muchos inmigrantes sienten que se convirtieron en blanco de ataques xenófobos. Incluso quienes ya tienen ciudadanía aseguran que la preocupación no desaparece.
Un abogado invitado, Angel Leal, precisó que los recortes en programas migratorios —como el fin del parole humanitario y la inestabilidad del TPS— dejaron a cientos de miles de personas en un limbo legal. Asimismo, señaló que es incomprensible que se considere seguro el retorno a Venezuela cuando ese país vive “bajo una dictadura”.
Las historias personales también marcaron la charla. Una mujer anónima relató que lleva una década en Estados Unidos a la espera de una respuesta a su solicitud de asilo. Dijo que llegó convencida de que sería protegida, pero hoy enfrenta la posibilidad de una deportación que describió como “impensable”.
Donald Trump y la diáspora venezolana en Florida: promesas rotas y frustración política
Gran parte de la comunidad venezolana en Florida apoyó a Donald Trump en las elecciones, convencida de que su administración presionaría hasta derrocar a Maduro. Las expectativas, sin embargo, se transformaron en frustración.
Mogollón reconoció haber votado por Trump con la esperanza de que protegiera a los venezolanos y mejorara las oportunidades de negocio. “Mi palabra es desilusión”, afirmó. Otros participantes coincidieron en que se sintieron traicionados cuando, en lugar de recibir respaldo, percibieron políticas que apuntaban contra ellos mismos.
El abogado Leal agregó un dato revelador: aunque el gobierno vinculó a 600 migrantes con el grupo criminal Tren de Aragua, ninguno fue condenado en cortes estadounidenses. Recordó además que quienes poseen TPS no pueden tener antecedentes criminales, lo que contradice el discurso oficial que criminaliza a toda la comunidad.
La presión militar sobre Venezuela y el fantasma de la intervención de Trump
La conversación alcanzó su punto más delicado al hablar de la flotilla de buques de la Marina estadounidense desplegada en aguas del Caribe. El operativo, que incluyó el hundimiento de lanchas que partían de Venezuela, alimentó el debate sobre una posible acción militar contra Maduro.
Adelys Ferro, activista del país latinoamericano radicada en Florida, planteó dudas sobre la verdadera intención de Washington: “¿Estamos ante un cambio político o es solo un show publicitario?”. La ambigüedad se siente en la comunidad: algunos desean una intervención para liberar al país sudamericano, otros temen el costo humano de una invasión.
Lo paradójico es que mientras Estados Unidos mantiene barcos frente a las costas venezolanas, al mismo tiempo permite que empresas como Chevron importen petróleo desde Caracas y que aerolíneas de bandera bolivariana vuelen a territorio estadounidense. Esa dualidad genera incredulidad: ¿es Washington enemigo de Maduro o socio en temas estratégicos?, reflexionó la activista.