En un momento en que la presencia del liderazgo femenino comienza a hacerse cada vez más visible y relevante dentro de organizaciones, empresas e instituciones de todo tipo, surge inevitablemente una pregunta que todavía genera debate y curiosidad: ¿existe realmente algo que podamos llamar un cerebro femenino?
María Roca, doctora en Psicología y Directora de Ineco Organizaciones, explicó en el capítulo número 11 de Mujeres Líderes organizado por LA NACION que el cerebro se desarrolla en un interjuego de variables genéticas y ambientales. “Con cada uno de nosotros viene un mapa genético que se va a expresar a partir de la experiencia. Puedo estar expuesta a situaciones de determinado aprendizaje, de alguna habilidad en particular y eso va a hacer que se desarrolle ese lenguaje o habilidad”, explica la psicóloga.
Señaló que esto tiene que ver con la neuroplasticidad, esa habilidad que tiene el cerebro de cambiar sus conexiones a partir de la experiencia. “No es solo lo que viene dado, sino que el cerebro y las habilidades que este tiene se construyen: nuestro lenguaje, la capacidad de memoria o de cálculo no tienen que ver solo con lo genético, sino con lo expuesto que estuve a una situación determinada”, agregó.
En ese sentido, señaló que son muchas las diferencias, a nivel científico, que han sido reportadas entre los cerebros de los hombres y de las mujeres. “Los estudios muestran algunas diferencias entre el cerebro femenino y el masculino como, por ejemplo, en el peso y el tamaño, ya que se dice que, en promedio, el cerebro masculino pesa 1,4 kg y el femenino 1,2 kg”. Cita otros estudios, que muestran esto y aluden a que hay áreas que son de diferente tamaño en el cerebro de las mujeres y en el de los hombres, por ejemplo, el hipocampo o la amígdala, fundamentales para la emoción y la memoria. Y también muestran que las mujeres cuentan con una mayor conectividad interhemisférica (entre los dos hemisferios) mientras que los hombres tienen una mayor conectividad dentro del mismo hemisferio.
¿Estamos determinados?
Ahora bien, Roca señala que los estudios científicos comparan grandes grupos de mujeres con grandes grupos de hombres; comparan la media de uno con la media de otro y analizan si los resultados son significativos. “Las diferencias reportadas se dan al comparar grandes grupos y no son deterministas a nivel individual. Confrontan grandes grupos de personas, que han tenido historias diferentes, pero no hablan de ellas a nivel individual. Por lo tanto, más allá de esas diferencias grupales, no determinan cómo soy yo individualmente”, explicó Roca.
En ese sentido, señala que existen otros factores que impactan mucho en el desarrollo cerebral; entre ellos, la edad, el nivel educativo alcanzado y las oportunidades de aprendizaje, la nutrición y el acceso a la salud, los hábitos y estilos de vida. “Nuestro lenguaje, nuestra capacidad de memoria, de cálculo, no tienen que ver solo con lo genético, sino con lo expuesto que estuve a una situación determinada”, explicó y ejemplificó aludiendo a los números de teléfono como una habilidad que con el tiempo se ha perdido, ya que hoy no existe la necesidad de memorizar contactos.
Al respecto, cita un estudio publicado en 2023 en la revista PNAS que asegura que existe una diferencia en el grosor cortical entre hombres y mujeres, pero las diferencias se dan particularmente en países con mayor desigualdad de género (a través de las diferencias en el acceso a la salud, a la educación, de oportunidades en el mercado laboral, brecha salarial, ahí es donde se ven las diferencias a nivel cortical). “No es algo que viene dado, sino que se construye a partir de nuestro ambiente. Lo que se desarrolla muchas veces tiene que ver con las habilidades a las que hemos sido expuestas unos y otros”, concluye la psicóloga.
En ese sentido, alerta sobre el rol de los estereotipos, como algo que puede ser proscriptivo, no solo descriptivo, ya que, muchas veces, condicionan las habilidades que luego se desarrollan: “Según un estudio de la UNESCO, a los 9 años las niñas ya creen que son peores en matemática. Entre los 6 y los 8 años, 9 de cada 10 niñas vinculan la ingeniería con habilidades masculinas. Esto impacta luego en las carreras que van a elegir y en las habilidades que van a desarrollar”.
“¿Qué les podemos decir a las mujeres que lideran? No te concentres tanto en lo que creés que viene dado por ser mujer o ser hombre, que seguro hay una variabilidad enorme, concentrate en qué habilidades tenés que desarrollar y practicalas, tomate el tiempo, estudialas, tené experiencias vinculadas con esa habilidad, que eso es lo que puede marcar la diferencia. Tus habilidades se construyen a partir de la experiencia”, concluyó la experta.