Pato Galván: su fe en Dios, su parecido a Javier Bardem y su relación con Juan Castro

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Condujo programas de fútbol, hizo stand up, creó Atorrantes y hace cinco temporadas que está al frente de Somos bonaerenses (elnueve). El Pato Galván vive en La Plata desde hace varios años y viene a la Ciudad una vez por semana; ese día aprovecha y hace todo lo que tiene pendiente, desde trámites a visitas a amigos.

En una charla con LA NACION, Galván habla de la relación con sus hijos, de su interés por Dios y las religiones; cuenta que conoció a Jorge Bergoglio antes de que fuera el Papa Francisco, y recuerda sus comienzos en el medio junto a Juan Castro. Además dice que lo confunden con Javier Bardem y que tiene la fantasía de que el actor español lo sabe.

-Ya llevan cinco temporadas con Somos bonaerenses….

-Sí. Empezamos en los canales de cables del interior y desde hace unos años estamos en elnueve con Lupe Quevedo, todos los sábados al mediodía. Una vez por mes, salimos en vivo desde alguna fiesta, algún evento. Por ejemplo, en octubre salimos desde Mar del Plata con los Juegos Bonaerenses. Estuvimos en Balcarce, en la fiesta del postre que es tradición ahí. Lupe, mi compañera, siempre dice que es un programa cultural y me gusta porque cultural suena a música clásica, pero cultura es todo lo que hacemos, todo lo que cultivamos. Lo que uno hace todos los días se transforma en cultura de un lugar.

-También hacés radio…

-Sí, de lunes a jueves, de 18 a 21, en La Cielo de La Plata. Es justamente la radio por la cual me fui a vivir a La Plata hace muchos años. El programa se llama Frecuencia 69. Ahora la radio también te obliga a bañarte porque hay cámaras [risas]. Entonces empecé a probar algunas ideas mías de cómo mezclar todo eso. Le estoy buscando la vuelta para que sea un híbrido entre la imagen y la radio…

-Nunca te falta trabajo porque si no te llaman lo generás…

-El bien y el mal entran por la misma puerta, digo yo. Busco el equilibrio. En realidad, el bien y el mal no existen, es algo que nos pusieron a propósito y siempre los malos son los otros, nunca nosotros… Nadie es bueno siempre, ni malo siempre, y todo depende de quién lo diga y quién lo mire. Entonces lo que yo busco es el equilibrio, estar tranquilo, y que lo que siento vaya de la mano con lo que digo y pienso.

-¿Te costó lograr encontrar el equilibrio?

-Uno vive permanentemente desequilibrándose para volver a equilibrarse. Lo que tengo claro es que nunca me gustó el concepto de “esto es lo bueno y aquello lo malo”. Siempre luché contra eso. Me tocó ser exitoso y nunca me la creí, ni cuando me fue bien ni cuando me fue mal. Nunca me creo ni mejor ni peor. El juego de la vida te pone esa dualidad para que vos la sufras, por decirlo de alguna manera. Los hindúes dicen que cuando entendés y aceptás tu infierno, lo transformás en un segundo cielo, y a partir de ahí podés habitar el tercero. Moksha es una palabra que usan mucho los hindúes y significa libertad emocional, y es el tercer cielo.

“Dios juega para mí”

Pato Galván:

-Hace tiempo que hablás del mundo místico y espiritual, ¿qué despertó ese interés?

-No es que me interese ahora, es de siempre. Hace poco me mudé y revolviendo papeles encontré una nota que me hicieron en 2003 y el título era: “Dios es mujer y juega para mí”. Nunca creí que Dios es el barbudo en la nube, sino más bien una energía femenina, la que genera la matriz, la fuente, el mar, la Pachamama… Incluso decía eso antes del feminismo. En ese momento hacía un stand up y decía “Dios es mujer y es negra… Es más, para mí es Whoopi Goldberg” [risas]. La frase “Dios juega para mí” la digo desde chiquito, pero ahora lo puedo expresar mejor.

-¿Y antes no?

-Antes hablabas de eso y pensaban que tenías un delirio místico, en cambio hoy, hay muchos influencers que hablan de cómo hacer rituales, constelaciones familiares y no sé qué. Hay menos prejuicios, aunque siguen las malas interpretaciones. Hace muchos años que estudio las religiones y el tema siempre me ha llamado la atención. Para mí, Dios es no es una entidad, Dios sos vos, soy yo, es todo. Dios es la fuente de todo.

-¿Qué te provocó estudiar religiones?

-Me gustaba. Y años después hice un programa en Crónica. También me llamaron para animar un evento de chicos de distintas religiones, con referentes de todos los credos. Ahí fue cuando conocí a Jorge Bergoglio antes de que fuera el Papa. Era el referente católico, después había un rabino, un evangelista. Me acuerdo que llegué al lugar con un libro que estaba leyendo y se llamaba El torneo a las religiones, o sea que ya estaba estudiando ese tema.

-¿Y cómo fue tu relación con Bergoglio en ese momento?

-Lo vi dos o tres veces porque tenía más relación con José María del Corral, que después laburó con él, e hicieron las Scholas Occurrentes. En realidad, la sincronía ahí fue que una de las monjas que laburaba para Bergoglio, era la hija de una señora que había trabajado en lo de mi tía cuando yo era chiquito. Entonces, a Marianita la conocía, pasó el tiempo, ella me vio en la tele y dijo que me conocía y ahí me convocaron para conducir el evento.

-¿Sos un tipo muy creyente?

-No, no creo, sé que Dios existe. No es creer porque si creés se pone en juego la probabilidad. Dios tiene la cara que cada uno necesita.

-¿Qué cara le ponés?

-La tuya ahora y la mía. Religión es religar, es volver a unir. Entonces, todo el tiempo estamos tratando de religar. Celebro todas las religiones porque si hay alguien que necesita una u otra para religar, jamás le voy a decir que está mal. Hay mucha gente buscando y hay que entender que el camino es individual, el sendero es personal y el maestro es interior, y hay que buscarlo con orgullo adentro.

Lo primero es la familia

-Hiciste ciclos de fútbol, stand up, actuaste, condujiste Atorrantes un programa que es un clásico, adelgazaste en Cuestión de peso… ¿Qué te queda pendiente?

-Siempre quedan cosas. Yo, únicamente, digo: abrazar lo inesperado, entender lo inexplicable, y señalar lo inocultable. Abrazar lo inesperado ¿qué es? Lo que aparece, lo agarro. Para el medio soy como un bicho raro porque nunca saben dónde encasillarme. Y aparezco y desaparezco. En 1999 me fui a vivir a Bariloche, recién empezaba internet y yo pretendía salir al aire desde allá. Mi hija mayor, Malena, nació en Bariloche.

-¿Y por qué a Bariloche?

-Me enamoré de la madre de mis hijas y nos pintó irnos; ella ya era mamá de Milton, a quien amo como a un hijo; siempre decimos que nos criamos juntos, nos co-creamos y hoy podemos ser padre e hijo, hermanos, amigos. Y después nació Bianca.

-¿Viven con vos?

-Me acaban de dejar solo [risas]. Male vive hace años en Bariloche. Y Milton también vive con su familia y me hizo abuelo. Vivía con Bianca hasta hace poco y este año se mudó sola. Fui el último en irse de la casa que compartimos durante años.

-Volviste a vivir solo después de mucho tiempo, ¿cómo la llevás?

-Recién estoy empezando. Ya me queda solamente una caja por abrir. Me mudé mil veces, pero esta es la que más me costó porque me había encariñado con los recuerdos de la casa y con lo que significaba. Me quedaba grande y me mudé a algo más chico y con un jardincito porque necesito la tierra; ya estoy pensando en hacer la huertita.

¿El Bardem argentino?

Pato Galván:

-Alguna vez contaste que te dicen que te parecés a Javier Bardem, ¿vos qué pensás?

-Me lo dicen mucho, sí. Tengo la fantasía de que él lo sabe y que un día nos vamos a encontrar. Me re conviene ese parecido porque me veo más lindo [risas]. La verdad es que me veo parecido, y encima a él me cae muy bien, me gusta lo que dice. Y también es muy volátil, como yo; estuvo más gordo, más flaco, rubio… Igual que yo, por lo que puedo compararme con él en varios estados.

-¿Creés que seducís más por ese parecido?

-Eso no se dice… Soy un caballero. Pero puedo contar que cuando estaba en radio Rivadavia vino una banda española al programa, y eran amigos de Bardem. Nos sacamos una foto porque querían que me conociera y se la mandaron en el momento. Por eso tengo la fantasía de que sabe quién soy, aunque no lo puedo comprobar. Tengo una amiga que vive en Madrid y dice que tenemos que hacer una obra que se llame: El Bardem argentino.

-Tuviste tu etapa de actor, ¿te gustaría volver a un escenario?

-Sí, claro. A veces pienso que tendría que irme a España a actuar porque no conocen al Pato Galván. Me ha pasado de hacer castings y el Pato Galván me juega en contra; me lo han dicho en la cara. Pero hice microteatro varias veces, hice stand up, filmé una película… Sé que en algún momento se va a dar. Por sobre todas las cosas siento que soy animador porque le pongo ánimo a las cosas. Y actuar es eso, ponerle alma a un personaje.

-Hace unos años bajaste 55 kilos en 7 meses, en Cuestión de peso. ¿Qué recuerdos tenés de ese momento?

-Estaba gordo cuando me llamaron para ser parte del panel de Cuestión de peso. Me acuerdo que estaba en rebelde y creo que por eso engordé tanto; me decían que no me daban trabajo porque estaba gordo y yo, más comía. Fue como decir “no me importa”.

-Entonces…

-La gordura es una enfermedad social porque la sufre la sociedad; nos enseñan a comer pésimo y después nos discriminan. Cuando me llamaron de Cuestión de peso no tenía que adelgazar sino ser panelista, pero para opinar sobre lo que hacían los participantes empecé a hacer la dieta, y a comer esas viandas porque los quería entender.

-¿Y qué entendiste?

-Aprendí eso de cuerpo, mente y alma y el “let your soul be your pilot” (dejá que tu espíritu sea el piloto). Y sucedió el milagro… Porque milagro es mi logro. En siete meses bajé 55 kilos. Y después me pasé, seguí bajando y llegué a sentirme mal… Hasta que me equilibré. Lo que hice fue recuperar las riendas de mi salud, cuidar mi cuerpo. Hay que entender que nuestro cuerpo es nuestra casa y en tu casa no metés basura. La palabra claves es conciencia porque si hacés algo erróneo, con conciencia lo corregís.

Pato Galván, sobre su cambio físico:

Su amigo Juan Castro

-¿Te gustaría que vuelva Atorrantes?

-Ahora que los 90 están de moda, me lo dicen mucho. Pero a quienes me dicen que les gustaba el programa y les pregunto cómo era, no saben qué contestar. Me plantearía volver a hacer algo a la medianoche y vería qué.

-¿Siguen en contacto con el equipo del programa?

-Sí, nosotros seguimos en contacto: hace poco vi a Fierita, hablo cada vez que puedo con la Gallega (Anabel Cherubito), fui a ver a las Marull con mi hija. Damián Szifrón fue productor en Atorrantes, ahí se conocieron con María Marull. La primera vez que Damián filmó, yo fui su actor porque las aperturas del programa eran fílmicas. Y el primer cliente de Los Simuladores (el clásico programa creado por Szifrón) es Galván. Él es muy de hacer esas cosas.

-¿Cómo empezaste a trabajar en los medios?

-Empecé muy pibe en Crema americana, en 1991 con Juan Castro. Los dos éramos compañeros en el ISER, tuvimos que hacer un examen para la materia de televisión y la profe dijo que si queríamos grabar un programa podíamos hacerlo. Lo hicimos para divertirnos y cuando lo vio nos dijo que si lo llevábamos a un canal, nos daban laburo. Juan se enteró que en América estaban tomando gente, lo llevamos, lo vieron y en el mismo momento firmamos contrato.

-¿Seguiste viendo a Juan?

-Sí. Poco antes de morirse me vino a buscar porque lo habían puesto como gerente de contenidos de Endemol, y en ese momento había un formato que quería que condujera yo. Y fui a verlo con mis hijos porque cuando éramos pibes le dije que quería que fuera el padrino de mis hijos. Juan está siempre. Con el tiempo sentí que quizá me buscó porque tenía ganas de que volviéramos a ser amigos más que de laburar. Tuvimos muchas charlas y una de ellas fue con la acompañante terapéutica al lado y fue raro. Después trabajé con Quique Wolf, fui a Telefe, estuve en Sorpresa y media con Julián Weich, y llegó Atorrantes.

-Cumpliste 55 años, ¿cómo te pega ese número?

-Acabo de festejar la mitad de mi vida porque voy a vivir hasta los 111 años. Y voy a Okinawa (Japón) porque ahí la gente llega a esa edad. Lo voy a materializar.

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