El ladrillo como ancla de confianza en un año con tensiones pre electorales

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(Imagen ilustrativa Infobae)

El segundo semestre del año comenzó con señales concretas de recuperación para el mercado inmobiliario argentino. No se trata de un rebote aislado ni de una ilusión estadística: hay más operaciones, más consultas, y sobre todo, más decisiones. En un contexto económico aún desafiante, el ladrillo volvió a ocupar un lugar central como refugio de valor, pero también como proyecto de vida.

A lo largo de estos meses, vimos cómo el esfuerzo individual y el ahorro familiar siguen siendo las grandes fuerzas que sostienen la dinámica del sector. Incluso en ausencia de crédito hipotecario masivo, el mercado encontró mecanismos para mantenerse en movimiento: planes de financiación directa, desarrollos en pozo, fideicomisos transparentes y acuerdos flexibles que permiten que cada vez más personas puedan acceder a una vivienda o concretar una inversión.

No es casualidad. En la Argentina, el vínculo con la propiedad va mucho más allá de lo económico. Es emocional, cultural y social. Por eso, el repunte que vemos no se explica sólo desde la macroeconomía, sino también desde una confianza que lentamente empieza a reconstruirse. Cada escritura firmada, cada unidad entregada, representa un pequeño acto de fe en el país, en su futuro y en el poder del trabajo.

En este tramo final del año, se observa un repunte claro en ciudades intermedias y polos turísticos. La compra de inmuebles no se limita a la vivienda propia; también aparece la inversión patrimonial, los alquileres temporarios y la diversificación de ingresos en zonas como Mar del Plata, Rosario, La Plata, Córdoba o el Partido de la Costa. Estas plazas hoy ofrecen oportunidades reales, con valores todavía accesibles y rendimientos atractivos.

La relativa estabilidad cambiaria que predominó durante buena parte del año venía aportando previsibilidad a las decisiones de compra. Sin embargo, en los últimos días, el aumento del dólar introdujo una nueva variable en el análisis de corto plazo. Este movimiento actúa como un catalizador que, si bien complejiza el panorama macroeconómico general, puede reactivar la demanda en determinados nichos del mercado.

Particularmente, quienes cuentan con ahorros líquidos en dólares pueden verse beneficiados al encontrar precios de propiedades más accesibles en términos relativos. En un contexto de suba cambiaria, suele haber una presión bajista sobre los valores de publicación en dólares, lo que abre oportunidades puntuales para compradores ágiles. Sin embargo, esta situación no es homogénea: quienes dependen de ingresos en pesos ven cómo su poder adquisitivo se reduce, lo que limita aún más su acceso a la vivienda y profundiza la brecha entre quienes pueden actuar rápidamente y quienes siguen postergando decisiones.

A su vez, el contexto macro acompaña en algunas variables clave. La relativa previsibilidad del tipo de cambio —aun con correcciones— permite precios más claros y cierres más ágiles. También los desarrolladores comienzan a mostrar carteras más sólidas, con proyectos ajustados a la demanda real y un enfoque más profesional en la gestión de cada obra.

El último trimestre del año suele concentrar una parte importante del volumen anual de operaciones, y 2025 no parece ser la excepción. Varios proyectos que estaban en pausa comenzaron a destrabarse y los valores del metro cuadrado muestran una tendencia levemente alcista en segmentos líquidos como monoambientes y dos ambientes, especialmente en zonas bien conectadas y con servicios consolidados.

Claro que la gran deuda estructural sigue siendo el acceso al crédito hipotecario. Es necesario avanzar hacia políticas públicas que permitan democratizar la vivienda, ofrecer previsibilidad en las condiciones de financiación y acompañar a quienes hoy están fuera del sistema formal. Sin embargo, aún con esas limitaciones, el sector demuestra una vez más su capacidad de adaptación, su resiliencia y su potencial transformador.

En el cierre de este año, la clave será combinar agilidad comercial con disciplina operativa. Precio justo, comunicación clara, cumplimiento de plazos y calidad en la entrega: esos son los pilares que hoy permiten diferenciar a quienes están realmente comprometidos con la industria.

El 2025 todavía tiene mucho para ofrecerle al real estate argentino. Si sostenemos la previsibilidad, profundizamos el profesionalismo y evitamos la tentación de los atajos, este cierre de año puede ser el punto de partida para una etapa de consolidación real. Porque los ladrillos no solo construyen casas: también construyen confianza, empleo y futuro.

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