Es una top model y se da todos los gustos, incluso tener su propia versión de la Oktoberfest. Heidi Klum (52) se anticipó algunos días a la tradicional fiesta de la cerveza que se celebra en Alemania, y convocó a 700 personas a la “Heidifest”, un encuentro al que asistieron familiares y amigos de Klum, figuras de la televisión alemana e invitados internacionales entre los que estuvo la modelo y actriz brasileña Alessandra Ambrosio.
Con trajes típicos de Baviera –la anfitriona lució un dirndl rojo con escotazo y una coronita de flores–, cerveza tirada en jarras y mucha música, Heidi se divirtió en compañía de sus hijos Leni, Henry, Johan y Lou, y su mamá, Erna, y hasta se atrevió a cantar en público junto a su marido, el músico Tom Kaulitz (36).
La fiesta –transmitida por la televisión local– fue en la Hofbräuhaus München, una de las cervecerías más antiguas de Múnich, y se sirvió un menú que incluía salchichas con spaetzle (una especie de ñoquis) y puré de papas con salsa. “Quería mostrarles a mis amigos estadounidenses que los alemanes sí sabemos divertirnos”, dijo Klum.
LENNY KRAVITZ, HOTELERO
En lo alto de las montañas de la Serra Fluminense, donde la niebla abraza las laderas y el aire huele a tierra mojada, se alza la “Fazenda São Tomé”, el refugio secreto de Lenny Kravitz, que la rebautizó “Velveteen”. Es una antigua plantación de café del siglo XVIII de la que el roquero se enamoró hace casi dos décadas, hoy transformada en una propiedad de ensueño con cascadas cristalinas, huertas orgánicas, caballos, jardines y una calma que parece suspendida en el tiempo. Este año, por primera vez, Kravitz abre las puertas de este santuario para recibir a dieciséis huéspedes a fines de diciembre, con una propuesta que equilibra lujo y naturaleza y que, por 9400 dólares por persona, incluye el alojamiento en la estancia, un chef privado encargado de menús diarios con maridaje de vinos, paseos a caballo, caminatas guiadas y acceso a la pileta, el sauna y el jacuzzi, además de un íntimo brindis de Fin de Año bajo las estrellas.
“Cuando estás aquí, sentís a Dios, a creación, a la naturaleza”, dijo Kravitz sobre su refugio carioca que, puertas adentro, es un universo donde conviven piezas de los diseñadores brasileños Oscar Niemeyer, Sergio Rodrigues y Jorge Zalszupin con muebles de mediados de siglo de Warren Platner y Eero Saarinen y creaciones de su propia tienda de diseño. También tapices vintage de Paco Rabanne y un piano de cola Kawai de acrílico transparente. El músico se asoció a la agencia de turismo de lujo Satopia para este proyecto.