En un escenario donde la logística internacional se cruza con normativas cambiantes, Sabrina asegura que el mayor desafío es mantener la coordinación entre actores y procesos. “No es lo mismo esperar un insumo y no saber dónde está, que poder avisar a tiempo que quedó varado”, señala, destacando la importancia de la comunicación fluida en toda la cadena.
¿Qué aspectos son prioritarios al planificar una importación de productos químicos, considerando normativas y tiempos logísticos?
Los aspectos prioritarios para una importación en la industria química de limpieza y desinfección tienen que ver, en principio, con tener un buen equipo capacitado que conozca las normativas de lo que se está por importar. Después, contar con herramientas que permitan hacer planificación y anticiparse con información que ayude a tomar decisiones estratégicas.
Es importante alinear y programar con anticipación todos los trámites que hay que realizar ante terceros organismos, de manera tal que cuando el producto ya esté en puerto se cuente con todo lo necesario para liberarlo rápido y evitar extracostos.
También considero básico tener reportes o un sistema de KPIs que permitan obtener datos, compararse y hasta hacer benchmark con otras empresas. Eso ayuda a detectar prácticas más eficientes, como conseguir turnos más rápidos para liberar, y mejora la gestión para que la mercadería esté en tiempo y forma.
En términos logísticos, ¿qué deberíamos saber para trabajar con este tipo de productos?
Es una industria regulada, por lo que primero hay que tener clara la partida arancelaria, porque de ahí dependen los trámites necesarios para importar. También es clave saber si la mercadería es peligrosa o no, y contar con la hoja técnica y con un socio estratégico en el exterior que brinde la información necesaria para coordinar la logística.
Si se trata de un producto peligroso, es difícil traerlo por vía aérea, incluso en cantidades mínimas. Ahí se necesita un forwarder que pueda ubicar la mercadería en un embarque. En definitiva, lo esencial es conocer la partida arancelaria, los trámites en terceros organismos (como ANMAT) y los tiempos de aprobación de cada licencia.
Planificar con ese horizonte permite que al llegar la carga al puerto ya esté todo listo: documentos originales revisados y, en caso de corresponder, trámites de mercadería peligrosa concluidos.
¿Qué desafíos implica coordinar operaciones internacionales cuando intervienen múltiples actores?
Lo más importante es una comunicación fluida, que permita anticiparse a obstáculos tanto en la logística internacional como dentro de la empresa. No es lo mismo esperar un insumo y no saber dónde está, que poder avisar a tiempo que quedó varado y dar margen a los clientes internos para buscar alternativas y evitar un corte de planta.
Esa comunicación también debe darse hacia afuera con el forwarder y el despachante, asegurando la documentación en tiempo y forma. Para eso es clave tener planificación, planillas o sistemas que permitan un seguimiento constante y saber en qué etapa está la mercadería: desde la orden de compra hasta el embarque.
Otro punto central es negociar incoterms adecuados. No siempre el más barato es el mejor. A veces conviene pagar un poco más, pero asegurarse de que el forwarder o el despachante propio gestionen el embarque y el desaduanamiento. En resumen, planificación y anticipación, tanto para resolver problemas logísticos como para informar internamente a quienes dependen de ese insumo.
¿Qué prácticas te resultan más útiles para minimizar desvíos, demoras o costos innecesarios en el proceso de importación?
Para mí lo más útil es tener reportes claros y comparativos. A veces no hay herramientas disponibles en el mercado y hay que armarlas uno mismo. En mi caso, muchas veces fueron planillas de cálculo que nos permitieron guiar la información y detectar desvíos.
Comparar importaciones de un mismo proveedor en distintos momentos es muy valioso: podés ver por qué en un caso el costo logístico se disparó o por qué una operación quedó más tiempo demorada. Esa comparación ayuda a tomar decisiones y a detectar patrones.
¿Qué cambios recientes en el comercio exterior argentino creés que están impactando más en la operatoria diaria?
Creo que los más relevantes tienen que ver con la digitalización de los trámites, que empezó hace años y hoy es una realidad. Para quienes venimos trabajando en el área hace tiempo, es una diferencia enorme no tener que ir físicamente a una ventanilla para que te aprueben un trámite. Eso redujo muchas demoras.
Otro punto importante es la normalización de los pagos al exterior. Antes era muy difícil explicarle a un proveedor que solo podías pagar a 180 días. Hoy se facilitó mucho y eso permite mantener operaciones que antes se caían.
También hubo cambios normativos sobre productos que antes no se podían importar y ahora sí, y sobre derechos de importación que se redujeron o eliminaron. Todo esto impacta directamente en la cadena logística y en los precios que paga el consumidor final.
¿Qué aspectos te parecen importantes destacar del comercio exterior como disciplina?
Creo que el comercio exterior es una de las profesiones que más nos desafían, porque nos obliga a adaptarnos constantemente a los cambios. Nunca es fácil, siempre hay que buscar nuevas formas de hacer las cosas. Para mí es un desafío diario que disfruto mucho.
Me atrapó desde la universidad la idea de que nuestros productos argentinos lleguen al mundo. Ver una publicidad en otro país y saber que ese producto llegó gracias al trabajo de tantos actores de comercio exterior me da una enorme satisfacción.
También me parece valioso que la globalización nos permita acceder a productos de otros países. El comercio exterior está en nuestro día a día, aunque no siempre seamos conscientes: cada cosa que tenemos en casa implica detrás una tarea logística y de coordinación que hace posible que llegue hasta nosotros.