El abismo futbolístico entre la Argentina y Cuba se reflejó en el triunfo por 3 a 1 de la selección en el debut, por el Grupo D del Mundial Sub 20, de Chile. Una victoria justa la que se compuso en el estadio Elías Figueroa, de Valparaíso, pero que deja enseñanzas: de repetir desatenciones, Australia, rival de pasado mañana, e Italia, pueden dejar vacío un proyecto que tiene elementos que invitan a ilusionarse con pulsear por el título y terminar con los 18 años sin conquistas en la categoría que más coronaciones tiene la selección, líder con seis vueltas olímpicas.
La ausencia de equivalencia, por la historia futbolística de las dos selecciones y por la jerarquía de las individualidades, se reflejó en apenas tres minutos de juego. La responsabilidad, el peso del partido, era de la Argentina, que en apenas unos movimientos marcó la diferencia: el dominio de la pelota se profundizó en una combinación que ensayaron Maher Carrizo y Santino Andino, y remató el delantero centro, Alejo Sarco. Un inicio ideal, porque los juveniles rompían el resultado con rapidez, descargaban la tensión que impone todo estreno, obligaba al rival a adelantarse…
Pero el impulso descubrió un freno insospechado: con el equipo posicionado en campo cubano, un contraataque desnudó la primera desatención: Santiago Fernández quedó mano a mano con el delantero Alessio Raballo y el juvenil de Talleres cometió infracción, según la interpretación del árbitro malayo Muhammad Nazmi bin Nasaruddin, que cobró falta y expulsó al defensor.
La medida fue revisada mediante el Football Video Support, a pedido del cuerpo técnico argentino, aunque el juez no modificó la sanción después de observar las repeticiones en el monitor. Un golpe para la estrategia, una sorpresa frente a un resultado favorable y una complicación para el futuro: el futbolista purgará una suspensión de un partido en un torneo donde se juega cada 72 horas.
La expulsión no modificó el plan, porque la Argentina mantuvo la iniciativa y demostró la superioridad técnica, aunque sí provocó que el entrenador ensayara un cambio con el ingreso del lateral Teo Rodríguez Pagano para reordenar la defensa y sacrificó a Andino. Reacomodarse consumió minutos y la selección mostró dos caras: desparpajo y encuentros productivos en ofensiva, pero también desacoples para retroceder, flojos posicionamientos defensivos en las marcas al atacar… Jade Quiñones y Romario Torres descubrieron el déficit y el arquero Santino Barbi despejó con el pie derecho en el mano a mano con el atacante caribeño.
Actual delantero de Bayer Leverkusen, campeón de la Bundesliga en 2024, Sarco fue referencia de todos los ataques y quien más martilló sobre el arco de Yurdy Hodelin, un guardavalla que demostró dudas. El goleador remató desde fuera del área y sorprendió a quien había tenido una respuesta floja en el gol; antes, el cubano salió a cortar de modo apresurado y embistió por la espalda al N°9 argentino, acción que promovió el segundo pedido de revisión –al mostrar Placente la tarjeta verde– para la Argentina. El siguiente intento de Sarco tendría premio: conectó de cabeza y aumentó el marcador y la cantidad de goles en la cuenta personal.
¿Qué es la tarjeta verde? El Football Video Support es el recurso tecnológico que la FIFA pone a prueba en el Mundial Sub 20, de Chile, pero que tiene como antecedente el Mundial Femenino Sub 20, de Colombia 2024. La novedad es que las selecciones, mediante el director técnico, tienen la posibilidad de ensayar dos solicitudes por partido y para que se realice la revisión debe mostrar una tarjeta verde. La referencia, como el VAR, son para cuatro jugadas: goles, posibles penales, tarjetas rojas directas y confusión de identidad. La Argentina, en 21 minutos del primer tiempo, utilizó las dos oportunidades y en ambas la revisión no modificó la sanción.
Con mayor diferencia en el marcador, Argentina mantuvo el pulso, pero repitió desajustes. De un tiro de esquina, Cuba, que recibió el respaldo de los simpatizantes chilenos descontó en el resultado: la pelota cayó donde la marcación en zona que plantea el equipo no se activó, Torres se chocó la pelota y el capitán Karel Pérez empujó sobre la línea. El Mundial, claro es la presentación de una selección o un equipo argentino en Chile después de los gravísimos incidentes que se produjeron en la cancha de Independiente, en el partido entre los Rojos y la Universidad, de Chile, por la Copa Sudamericana.
El resumen de la victoria de la Argentina sobre Cuba
Cubrir espacios y replegarse, controlar el juego desde la tenencia, reordenar las ambiciones ofensivas –Argentina mantuvo la mirada en el arco rival, pero sin el vértigo del comienzo–, una nueva etapa que se reflejó con el ingreso de Tomás Pérez –forjado en Newell’s, actualmente en Porto– por Álvaro Montoro, al que el desgaste de cumplir un doble rol entre la función de conducir y de ayudar en el repliegue por la desventaja numérica le pasó factura y el actual futbolista de Botafogo, pero formado en Vélez, evidenció cansancio.
La Argentina tuvo paciencia y personalidad y con Ian Subiabre, que saltó desde el banco de los suplentes, remató la tarea para componer un estreno victorioso y dar un primer paso con festejo en el Mundial. Un triunfo que permitirá corregir falencias sin agobio, aunque los siguientes rivales enseñan jerarquía y repetir tantos desaciertos puede traer consecuencias.