“Sentir miedo de que te peguen solo por existir no debería ser normal”. Valentín Podestá Gazzolo tiene 38 años y dice esas palabras con una tristeza que suena a enojo e impotencia. En noviembre del año pasado fue golpeado por dos desconocidos cuando paseaba con su novio en su ciudad natal, Bahía Blanca. Sin mediar palabras, lo tiraron al suelo. Sintió cada golpe hasta que dejó de sentir. Le habían dañado la médula espinal. Hace una semana, después de 10 meses de internación, trata de volver a caminar.
“¡Dejame a mí, siempre quise pegarle a uno de estos!”. Cuando Juan Sabín, de 24 años, vio que dos jóvenes que no conocía se peleaban por agredirlo, en pleno Palermo, sintió miedo. Enseguida recibió una patada que le partió la mandíbula en dos. La sangre comenzó a brotar de su boca, y los agresores desaparecieron. “Me pegaron por gay”, dice. Hoy tiene 10 placas de hierro en la mandíbula, va a sesiones de kinesiología y empezó terapia para superar ese violento episodio.
Las agresiones contra personas LGBTQ+, como las que sufrieron Valentín y Juan, son cada vez más frecuentes, según un relevamiento del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBTQ+, que depende del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
Durante el primer semestre de 2025, el observatorio registró 102 casos, cifra que representa un aumento del 70% en comparación con el mismo período del año pasado, cuando se contabilizaron 60 casos. “El promedio de todo un año solía ser de aproximadamente 120 o 130. Esto indica un aumento preocupante de la violencia”, dice María Rachid, titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría porteña y presidenta de la Federación Argentina LGBTQ+ (FALGBT).
Rachid habla de crímenes de odio para referirse a las agresiones dirigidas a un grupo determinado, como el LGBTQ+, que pueden llevar o no a la muerte. Entre los 102 casos, hubo 17 muertes por asesinatos y suicidios. La evolución histórica de las agresiones confirma un preocupante crecimiento: en todo 2024 se dieron 140 casos; en 2023, 133; en 2022, 129; y en 2021, 120.
La modalidad más extendida de esos crímenes de odio es el uso directo de la fuerza física, como los golpes, presentes en el 57,8 % de los casos. En el 35,3% de los episodios registrados, los agresores son particulares y de ellos, el 41,6 % son personas desconocidas para las víctimas.
Amnistía Internacional Argentina también advierte este aumento y señala que los crímenes de odio no son hechos aislados. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, suelen estar precedidos por un contexto de deshumanización y discriminación hacia las personas LGBT, explica Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina. “Ante este escenario, es urgente que el Estado reafirme su compromiso con la igualdad y la protección de derechos”, dice.
“Me pegaron por ser gay”
Juan Sabín vive junto a su madre y sus abuelos en Grand Bourg, en la zona noroeste de la provincia de Buenos Aires. Esa semana de agosto, la del ataque, había paseado por las zonas turísticas de la Ciudad de Buenos Aires con un amigo estadounidense que lo visitaba. El viernes 16 por la noche fueron a bailar a Rheo, un boliche de Palermo. “La pasamos muy bien hasta que veo a mi amigo llorando, la familia le había enviado un mensaje diciéndole que había fallecido su abuela, así que nos fuimos”, recuerda Juan.
Eran cerca de las seis de la mañana. Caminaron hasta Avenida del Libertador e Infanta Isabel para pedir un auto. El amigo de Juan lloraba y Juan intentaba consolarlo. Dos jóvenes, de unos 20 años, que pasaron cerca de ellos, comenzaron a sollozar burlonamente.
“Les dije que no daba lo que hacían y enseguida me encararon”, cuenta Juan. Después vendría la patada y la sangre. “Pensé que me moría desangrado. ¿A qué desquiciado se le ocurre pegarle a alguien solo por existir?”, dice indignado Juan.
—¿Sentís que últimamente te señalan más que otras veces por ser gay?
—La vida de un gay es un poco así lamentablemente. Siempre vivimos alguna situación amenazante, pero nunca me pasó que de la nada me quieran golpear salvajemente.
“Ya no me siento libre”
“Nunca antes pasé por una situación violenta como esta”, dice Valentín a LA NACION en una conversación telefónica. Hasta el 27 de noviembre del año pasado, para él, caminar por la calle de la mano con su novio Javier era algo usual.
“Eran las 18, estábamos caminando de la mano por la plaza Rivadavia y de la nada vinieron dos chicos y nos empezaron a pegar. Uno le dio un fierrazo en la cabeza a mi novio y después me tiraron al suelo. Me pateaban el pecho, me gritaban barbaridades. Por suerte, Javier me los sacó de encima o me mataban”, relata.
Los agresores le fracturaron una vértebra, lo que ocasionó la compresión de una zona de la médula que progresivamente, en los días sucesivos, lo dejó inmóvil. Fue operado en un hospital local y luego comenzó un tratamiento intensivo en el centro de rehabilitación neurológico Fleni, en Escobar.
“Cuando llegó al Fleni era una tabla, ahora está aprendiendo a caminar de nuevo. Su vida y la de toda la familia cambiaron desde el ataque”, cuenta con angustia Virginia, la madre de Valentín. La semana pasada el joven volvió a su hogar tras ser dado de alta. Hoy se mueve en silla de ruedas y se maneja con un andador.
“Ya no me siento libre de volver a salir de la mano con mi novio. Siento miedo. No es justo”, lamenta.
Discursos de odio
Desde el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio señalan que la repetición sistemática de “discursos de odio” desde las esferas de poder ha sido determinante en el aumento de las agresiones. “Creemos que la violencia se legitima desde los discursos. Por ejemplo, en dichos del presidente Javier Milei y de otras personas relacionadas al gobierno nacional”, opina Rachid.
Ricardo Vallarino, presidente de la organización civil 100% Diversidad Y Derechos, coincide en que es “esperable un aumento de la violencia” contra la comunidad LGBTQ+ ya que se están dando “muchos factores” para que así sea, entre ellos “los discursos oficiales que autorizan la violencia” y están “cargados de prejuicios”.
Es preocupante “cómo las narrativas que presentan a las personas LGBTI+ como una ‘amenaza para la familia o la infancia’ se consolidan a nivel global”, dice Belski, la directora de Amnistía Internacional Argentina. Explica que esas narrativas se utilizan para “justificar retrocesos legales y ataques a derechos ya conquistados” y que son particularmente graves cuando se expanden desde el poder porque tienen “consecuencias concretas en el aumento de la violencia contra la comunidad LGBTI”.
Los tres referentes hacen alusión a diferentes situaciones, como cuando Milei dio su polémico discurso en Davos y cuestionó lo “woke” y la “ideología de género” con un ejemplo en el que relacionó la homosexualidad con la pedofilia.
Otro momento controversial fue el que desató el ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, quien el año pasado aseguró: “Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología. Son inventos subjetivos”.
Denunciar para visibilizar
Juan denunció el ataque que sufrió en la Fiscalía 13 de Palermo y se analizan las cámaras de seguridad de la zona para identificar a los agresores. Valentín se demoró en denunciar porque los hombres lo habían amenazado; para cuando se decidió, las cámaras de seguridad de la plaza ya habían sido borradas.
De acuerdo a Rachid es importante que las denuncias se realicen ante la Justicia y si es posible, también ante organismos como las Defensorías del Pueblo de cada ciudad y la FALGBT para visibilizar la problemática. Los datos expuestos por el Observatorio LGBTQ+ se recabaron de notas periodísticas y denuncias ante la Defensoría LGBT+ y la FALGBT.
“Suele haber un subregistro de los crímenes de odio porque en las fiscalías no se registran como crímenes de odio y porque hay familias que quieren ocultar la orientación sexual de la víctima”, señala Rachid.
Es esencial que las víctimas sepan que cuando denuncian una agresión por su condición de género, hay una legislación que los protege. En la ciudad de Buenos Aires, un artículo contravencional castiga la discriminación y a nivel nacional existe la Ley Nacional 23.592 o Antidiscriminatoria. Sin embargo, Rachid cree que no son suficientes: “En algunas situaciones es difícil probar la dicriminación a través de una contravención”. En tanto, la Ley 23.592 “ofrece la posibilidad de un juicio patrimonial, pero es muy costoso”.
Es por eso que lamenta la disolución del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) por parte del gobierno actual. Además de recibir denuncias, el Inadi intervenía para que cesara la conducta discriminatoria, proponía mediaciones para acercar a las partes y planteaba una capacitación para informar, sensibilizar e ir cambiando las visiones discriminatorias.
“Ahora que no existe el Inadi, el Ministerio de Justicia debería más que nunca impulsar políticas antidiscriminatorias y acatar los tratados de organismos internacionales sobre el tema, ya que así lo determina la Ley de Ministerios, pero no hace nada”, dice Rachid.
LA NACION consultó a la cartera de Justicia para saber si se prevén políticas ante el aumento de casos de agresiones contra el colectivo LGBTQ+, pero no obtuvo respuestas.
Juan cree que las agresiones contra la comunidad LGBTQ+ “están naturalizadas” incluso desde los chistes que se hacen a diario: “A veces te dicen ‘es solo una broma’, pero si nadie les para el carro siempre va a alguien que se sienta cómodo de agredir a otro solo porque es diferente”.
Más Información
En la ciudad y la provincia de Buenos Aires, hay varios espacios donde pedir asesoramiento:
- La Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra en Avenida Belgrano 673, de CABA. Si querés saber más, podés hacer click aquí; si querés comunicarte, podés mandar un mail a [email protected] o llamar al 011-4338-4900 int.8106 ó al 0800-999-3722.
- La Fiscalía especializada en Discriminación Nº13 se encuentra en Beruti 3345, piso 3, Palermo. Si querés comunicarte, podés llamar al 4014-1916/1928 o escribir a [email protected]
- La Dirección de Derechos Humanos del Gobierno de CABA
- Si querés saber más sobre la Federación Argentina LGBTQ+, podés hacer click aquí.
- En la Provincia de Buenos Aires podés buscar asesoramiento en la Defensoría LGBTQ+ dependiente de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires que se encuentra en Calle 50 Nº687, en La Plata y podés llamarlos al 0800 222 5262. También podés recurrir al Ministerio Público Fiscal, hacé click aquí para tener más información.