El “Puma” Rodríguez: su vuelta a los escenarios, el momento límite de su vida y su encuentro con Luis Miguel

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“El asunto no es caerse sino levantarse y aprender de eso”, dice José Luis “el Puma” Rodríguez en una reciente charla con el ciclo Conversaciones de LA NACION. Es que si hay algo de lo que él sabe eso es, precisamente, de no bajar los brazos y de volver a empezar. En 2017, el cantante venezolano vivió uno de los momentos más extremos de su vida: debió recibir un doble trasplante de pulmón debido a una Fibrosis Pulmonar Idiopática. “Literalmente me despedí. Empecé el proceso de desarraigarme, de despegarme de mi esposa y de todo lo que yo creía que era mío”, confiesa el intérprete de “Dueño de nada”, acerca de cómo vivió esos días antes de entrar al quirófano.

La fe y la música fue lo que lo ayudó a salir adelante y hoy, casi ocho años después, el “Puma” Rodríguez volvió al país y se reencontró con su público en un show junto con Los Palmeras. “El clímax de todo este asunto es cuando estás frente al público. Tú puedes grabar, hacer redes, hacer saludos, pero la emoción está en el escenario”, advierte el músico, que por el momento no planea retirarse.

-Bienvenido a la Argentina… un país que te ama.

-Yo también, por supuesto. Antes de venir, inclusive. Antes de nacer, diría yo (risas).

-Hace muchos años que no venías…

-Creo que siete años o un poco más. Bueno, pasaron cosas.

-Pasaron varias cosas y hoy estás acá porque estuviste en el Movistar Arena con Los Palmeras, una banda que conociste grabando…

-Los conocí en el programa que tenía Tinelli de un formato que no funcionó en ninguna parte: Canta conmigo ahora. Yo no los conocía realmente, no conocía su música. El director se acercó a mí y me dijo si podía hacer una colaboración con ellos y ahí empezó un romance que culminó en matrimonio (risas).

Los Palmeras y el Puma Rodríguez, en su presentación conjunta en el Movistar Arena

-Recién nombrabas a Marcelo y lo que fue ese programa. ¿Te gusta ese tipo de formato?

-Yo en cualquier parte trato de pasarla bien, pero es imposible que haya una especie de equilibrio entre tantas figuras que había; eran 100 personas y por eso no funcionó. Se diluía.

-¿La tele, te gusta?

-Me encanta. Mira, yo he hecho La Voz en Perú, en Colombia, en Chile y en Argentina dos veces. Hice Top Chef en los Estados Unidos también.

-Ese era un reality donde cocinabas, ¿te gustó?

-Entré sin saber y salí sin saber (risas) pero la experiencia estuvo bien. Con respecto a La Voz, me encanta. Hay tanta gente que no ha tenido chance y esa plataforma es importante para la gente que anhela y tiene el sueño de cantar pero que no ve por dónde entrar. Te permite comenzar a caminar, a caerse y levantarse.

Preguntas y respuestas

-¿Sabes mucho de eso, vos?

-Mucho. El asunto no es caerse, es levantarse y aprender de eso. Se aprende de los errores, nunca del triunfo. Del fracaso aprendes más que de lo que aciertas, porque no tiene discusión el triunfo, pero el fracaso tiene muchas preguntas y pocas respuestas.

-¿Sentís que Dios te acompañó siempre?

-Siempre. Desde los seis años hay una conexión espiritual porque yo soy el último de 12 hermanos. Yo cerré la fábrica. Seis mujeres y seis varones, la docena completa. Ahora me queda una hermana solamente. Dios me ha dado el privilegio y la bendición de atenderlos a todos, de despedirlos a todos, a mi madre también. Dios ha sido muy generoso conmigo desde niño. Lo sentí en mi espíritu, en mi corazón. Y cuando desperté, a los 33, y entendí lo que era realmente Cristo, ahí cambió todo para mí.

-¿Qué pasó a los 33?

-Recibí como un chispazo. Es como si estuvieras en un cuarto oscuro y alguien te dice: “Por aquí es la cosa”, “Por aquí es el camino”. Cristo vino a eso. O sea, cuando te desvías de ese nombre, empiezas a tener túneles sin salida, de los cuales tienes que regresar porque no hay salida por ahí. Si Cristo vino a partir la historia, a dividir el planeta en dos corrientes, ¿para qué buscar más? Hay gente que vino 600 años después de Cristo, que trata de imponer un dogma y algunas cosas que… No quiero meterme por ese camino, pero realmente han tratado de erradicar su nombre y no han podido. El movimiento cristiano es una explosión planetaria. El planeta está con dolores de parto, está pariendo dos cuerpos: uno espiritual y uno material.

-¿Y cómo fue esa relación con tus hermanos?

-No fue buena. Había muchas peleas, discordias, discusiones. Imagínate, cinco varones. Yo me ponía la ropa de todos los demás; me quedaba grande pero me la ponía. Pero no tengo ninguna queja, ningún reproche. Es lo que tocó y yo acepto las cosas como vienen y doy gracias.

-Cuando pasó tu tema de salud, en 2017, ¿sentiste ese llamado de Dios? ¿Lo sentiste en ese hospital con vos?

-Sí, totalmente. Yo me despedí como dos o tres veces, literalmente me despedí. Empecé el proceso de desarraigarme, de despegarme de mi esposa y de todo lo que yo creía que era mío. Entonces cuando tienes realmente la conciencia del desapego, dices: “Me voy en cualquier momento y estoy bien, tranquilo”, porque donde está tu corazón, está tu tesoro.

José Luis Rodríguez, en vivo:

-¿Lo hiciste antes de llegar al hospital o estando internado?

-Antes, porque si un médico te dice: “Mira… Si no te operas, te mueres. Y si te operas, puede ser que vivas pero que no cantes”. Cuando me explicaron la operación, yo me tapé los oídos porque era tan duro… El trasplante es una salvación hasta que encuentren una solución para esta enfermedad que se llama Fibrosis Pulmonar Idiopática. Pero cuando ya no puedes ni respirar, hay que sacarlos y poner otros. Entonces cuando entras en el quirófano, tienes que despedirte.

El Puma Rodríguez junto a su hija, Génesis, y su mujer, Carolina

-Qué difícil y qué duro habrá sido para tu mujer, esa que te acompaña hace más de 38 años… ¿Qué significa ella en tu vida?

-Todo. Después de Dios, está ella. Nada de lo que yo haga equivale a lo que ella ha hecho por mí realmente. Porque a veces los matrimonios se rompen en la enfermedad, en lo económico, pero ella estuvo conmigo día y noche. Entonces ¿cómo valoras eso? ¿Cómo cuantificas eso? Y hay una sola palabra, que es amor (se emociona). Ella es un ángel.

-Se me viene a la mente aquella conferencia de prensa en el hospital, donde no sabías si ibas a poder volver a cantar…

-Sí, era una incógnita para mí y para ella. Nunca se vio tanta gente en el hospital, había como 60 periodistas de todas partes y eso fue emocionante también.

“30 años perdidos”

-¿Cómo te cuidás ahora? ¿Haces gimnasia, te alimentás bien?

-Después de la operación comenzó un proceso de adaptarme a una vida que no era la mía respecto a la alimentación, las pastillas, que son de por vida. Yo nunca fui fumador ni tomador, por suerte, pero realmente te das cuenta de que lo que hiciste en el pasado te repercute en tu vida futura. Fui vegetariano 30 años, lo cual fueron 30 años perdidos. Imaginate viniendo aquí a la Argentina sin comer un bife de chorizo; no puede ser (risas). Yo veía las mesas de 30 personas: fumaban, tomaban, comían carne y yo un pedazo de lechuga; me arrepentí de eso. El médico me dijo: “Si no comes proteína animal, no aguanta esto”, así que ahora estoy comiendo de todo. Hago ejercicio cuando puedo también.

-Porque aparte tenés una gira intensa… ¿Con quiénes viajas siempre?

-Con un asistente y con el Espíritu Santo (risas). El clímax de todo este asunto es cuando estás frente al público. Tú puedes grabar, hacer redes, hacer saludos pero la emoción está en el escenario. Si tú pierdes eso… La gente espera que uno vaya a buscarlos, a abrazarlos, a besarlos, a acariciarlos con la música. Yo creo que somos necesarios porque el planeta está pariendo realmente. Si miras las redes, todo está revuelto.

-¿Sos un hombre de redes?

-Bueno, tengo a alguien como Daniel, que está pegado a las redes. Después, en Miami, tengo a otra persona. Pero estoy con el teléfono incrustado aquí (señala su mano), es un vicio horrible. Pero a veces me río mucho con las redes.

-Muchas veces hablaste de prepararte para los 90. ¿A esa edad te retirás?

-Si llegó hasta allá… Porque nuestro querido Julio (Iglesias) está guardado y hace falta en el escenario. Julio siempre fue un campeón. Quedamos Rafael, que es un volcán; Roberto (Carlos) y yo de esa generación. Pero si Dios me permite llegar hasta los 90 y si veo que estoy más o menos bien, sigo (risas).

-¿Te quedan muchas cosas pendientes?

-Tengo algunos proyectos, porque aquí no puedes dejar de soñar. Lo que te mantiene vivo realmente es seguir soñando, planificando. Yo siempre estoy con cosas en mi mente y trabajo para que se den.

Tras el doble trasplante de pulmón que recibió en 2017, el artista no tenía certezas sobre su regreso a la música

-Hoy están muy de moda las biopics. ¿Te gustaría contar tu historia?

-Tengo un proyecto, pero lo mío es otra cosa. No te puedo contar, pero es un proyecto que puede estar en ocho semanas.

-¿Y cómo sigue tu año?

-Girando. Voy a Perú, Uruguay, México, Estados Unidos. Aunque como hay tambores de guerra por todas partes, tenemos que ver el panorama.

-Hace muchos años decidiste no hablar de política…

-Ni voy a hablar. Con esto que pasa con Trump ya todo el mundo sabe quién es quién. La geopolítica cambió totalmente. Rusia, China, Corea del Norte, la India, es casi la mitad de la población del mundo. Europa, Estados Unidos, algunos países de Latinoamérica van a ir cambiando poco a poco, pero son bloques ya.

-Quiero preguntarte por Luis Miguel, ¿tenés contacto hoy?

-No. Luis Miguel me fue a ver a la clínica. Fue solo con un sombrero y unos lentes. Estaba mi hija, mi esposa y viene la enfermera y dice: “Hay un tipo que dice que es Luis Miguel.” Y Génesis dice: “No, no, debe ser un paparazzi. Voy a ver”. Fue y volvió blanca como un papel: “Es Luis Miguel”. Este muchacho hace temblar a las mujeres (risas). Yo quería hablar con él hace tiempo de cosas espirituales, porque él de niño (como Chayanne y Ricky Martin) me veía en México. Teníamos un gran aprecio por él, conocí al papá. El papá quería que nosotros en la oficina lo manejáramos pero era imposible con él. Luis Miguel siempre fue una luz impresionante, por algo le dicen “el Sol”. Con todo lo que le ha pasado, todavía está ahí, siendo Luis Miguel.

El Puma Rodríguez le contó a LA NACION cuando Luis Miguel fue a visitarlo al hospital

-¿Y de qué hablaron?

-No lo voy a decir. Solo que ese día cumplí la misión, estoy satisfecho.

-¿Y nunca más supiste de él?

-No, igual que Julio (Iglesias). Un día estábamos en Acapulco en un homenaje a Pedro Vargas. Termina el show, vamos a una discoteca y Julio me dice: “Vamos a hacer un dúo. Voy a llamar a Manuel Alejandro y le digo que haga una canción”. Hizo “Torero”. Él grabó por su cuenta, yo nunca lo vi. Un día, voy a su casa de Acapulco y me dice: “Vamos a ensayar. Esta va a ser la única y última vez que nos vamos a ver”. Y fue así (risas). Yo nunca hablé mal de Julio mientras todos lo envidiaban, todos le intentaban disparar porque era muy exitoso. Para mí siempre fue un profesional, un campeón. Tú no puedes discutir el éxito. Un tipo que está ahí arriba por alguna razón lo hizo. Pero hasta el sol de hoy no nos vimos.

Puma íntimo

-Vamos con un cuestionario chiquito. ¿Cuál es tu mayor virtud?

-Virtud, no sé cuál es.

-¿Qué rasgo de tu personalidad te orgullece?

-Cuando aprendí a decir que no. Antes era todo sí y complacía a todo el mundo menos a mí. Hasta que un día dije: “¿Y cuándo yo?” Cuando empecé a complacerme a mí, algunos se retiraron, otros dijeron “qué pesado”, pero la mayoría me aceptó tal y como soy. Si no tengo ganas de hacer una cosa, si no tengo ganas de ver a alguien, ¿por qué lo tengo que hacer obligado? Hago lo que me place, contesto lo que yo quiero y nadie me puede obligar al sí. El sí es muerte para ti, vida para los demás. Por el hecho de ser cristiano y artista, antes era todo sí y me estaban arrinconando.

-Pero si estás en un restaurant comiendo con tu mujer y se te acerca alguien para pedirte una foto, ¿siempre decís que sí o no?

-Siempre digo que sí. No me gusta desagradar ni despreciar a nadie, porque esa imagen le va a quedar para toda la vida. Te cuento algo: Carlos Gardel fue a Caracas. Mi madre fue a verlo en un teatro y estaba en la primera fila. Gardel le dio la mano. Eso fue todo. Gardel se fue pero vivió en mi madre hasta que ella murió. Nunca olvidó que Carlos Gardel le dio la mano y hasta el día de su muerte recordó esa acción. Y eso me quedó tan grabado. Pero no por el egoísmo de que tú quieres que te recuerden. Es que tú quieres dar de verdad esa satisfacción a esa persona, que se vaya contento. Un gesto, un abrazo, un cariño, una palabra es tan vital para la gente que lo va a recordar siempre.

-¿Qué parte de la infancia volverías a vivir?

-Ninguna.

-¿Qué canción te emociona más?

-De todas las que he grabado, “Agárrense de las manos”.

-¿Qué paisaje de Argentina llevás siempre adentro tuyo?

-Puerto Madero, el Puente de la Mujer, el Hilton (yo lo inauguré); siempre recuerdo eso.

-¿Qué libro, película u obra te marcó para siempre?

-El libro: La Biblia, por supuesto. Película: La Pasión, de Mel Gibson.

-¿Qué te da bronca con facilidad?

-Muchas cosas, pero no te las voy a decir.

-¿Qué te hace reír con ganas sin culpa?

-Los accidentes normales de personas, las equivocaciones, los chistes rápidos. A mí me ha pasado una cosa curiosa. Después de la operación, en mis momentos solo en casa, sentía que necesitaba sonreír por dentro. Tenía tanta tristeza que empecé a buscar comediantes por internet y empecé a distenderme, a aflojarme, porque la risa es un remedio para el alma.

-¿Sos hombre de terapia?

-Me fastidia la terapia.

-¿Con quién te gustaría tener una última charla y por qué?

-Tú me la pones difícil. Mi última charla debe ser con mi esposa.

-¿Qué te gustaría que digan de vos dentro de 100 años?

-Lo que les dé la gana. Yo no vine aquí para que egoístamente me recuerden. Todos pasamos. Nadie es indispensable, nadie es eterno. La gente no se acuerda de los muertos. El que siempre se va a recordar es Cristo. ¿Sabes por qué? Porque está vivo.

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