“La vida me sorprendió”. Conquistó con sus boleros a varias generaciones, vivió el suicidio de su mujer, pero volvió a enamorarse

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Las mujeres de varias generaciones suspiraban al escucharlo cantar y su impronta porteña, simpática y hasta algo arrabalera generaba cierta complicidad con los hombres. Fue el primer argentino que interpretó el tema “A mi manera” en nuestro país y su voz es, desde años, sinónimo de bolero. Tenía 13 años cuando hizo su primera presentación en el programa Nace una estrella que conducía Héctor Coire. Cantó la canción del momento, “Café a la italiana”, y ganó el premio. Durante cuatro programas consecutivos, su presencia hacía subir el rating. Con Santos Lipesker, que era director musical de la orquesta estable de Canal 9 y ejecutivo del sello Phillips, firmó su primer contrato por cinco años. Y nunca más se detuvo. Hoy, a los 78 años, Daniel Alberto Gutiérrez Martín, más conocido como Dany Martin, recibió el prestigioso premio Konex y sigue arrancando suspiros desde la platea cada vez que se sube a un escenario.

“No fumo hace muchos años, ni tomo bebidas blancas. Tuve muchas noches, muchos vicios, pero me rescaté solito”, cuenta

–¿Qué te pasó cuando te dijeron que habías ganado el Konex?

–¡Me encantó! Trato de ser siempre muy consciente de todos los pasos que di en mi vida profesional. Una de las cosas que me da mucho placer es estar a esta altura de mi vida con artistas que empezaron cuarenta años después que yo. Cuando me nominaron a los premios Gardel, le dije al Flaco Menotti, que era muy amigo mío: “No me gusta la terna porque estoy con dos que no sé quiénes son”. Porque a mí me ponés en una terna con Jairo y con Banana Pueyrredón, y gana uno de ellos, que son fenómenos, todo bien. Pero si me ponés con pirulo y pirulito y gana uno de ellos, me complica. Y el “Flaco” me respondió: “Es posible que tengas razón, pero vos ponete contento, que todavía estás con los pantalones cortos y adentro de la cancha”. Y tenía razón.

–¿El bolero desapareció? ¿Qué te pasa con ser el último representante de este género en nuestro país?

–No me causa ninguna gracia… [Lanza una carcajada ]. En serio, te digo, si esto termina conmigo es una porquería. Ya no interesa la poesía. Si a las nuevas generaciones hay que explicarles quién fue Armando Manzanero, Chico Novarro, Estela Raval y María Marta Serra Lima, estamos perdidos.

–Con Chico parecían inseparables. ¿Lo extrañás?

–Aún hay audios que me mandó en los últimos días de su vida que no me animo a escuchar. Están ahí, en mi teléfono. Era tan gracioso. Un día estaba internado, ya estaba mal y era viernes. Me mandó un mensaje: “Iba a salir hoy, pero me voy a quedar hasta el lunes porque las enfermeras son muy lindas”. Un personaje… Tengo muchísimos duelos en mi vida.

“Sólo pensaría en retirarme si empezara a escuchar esa voz de vibrato que a veces aparece con la edad. Soy muy crítico conmigo mismo y no lo soportaría”, dice

UN PROFUNDO DOLOR

En 2009 le tocó vivir el momento más doloroso y triste de su vida cuando su mujer Marta se suicidó. “Ella no estaba bien, fue una gran madre de sus tres hijas, una compañera maravillosa, pero no había tenido una buena infancia, y eso seguramente la fue lastimando con el transcurrir de los años. Yo la veía mal, a veces no se quería levantar de la cama y no quería que mis hijas, Mariana, Mariela y Natalia, se preocuparan”, nos cuenta.

–¿Cómo fue esa gran historia de amor?

–Tenía 20 años cuando me enamoré de Marta. Estuvimos dos años de novios y nos casamos cuando los dos teníamos 22. Estuvimos treinta y nueve años juntos. Cuando ella partió fue un golpe durísimo para mí y para nuestras hijas, pero la risa y la música me salvaron.

–Pero volviste a enamorarte.

–Sí, la vida me sorprendió con un nuevo amor, Anita [Ezcurra] –no es un diminutivo, está así en el documento– y fue cuando menos lo esperaba. Es una buena mujer, adorable, hace un poco más de dos años que estamos juntos. Ella también es viuda.

–¿Cómo se conocieron?

–Era un poco fan mía. [Se ríe]. Fue un día a escucharme cantar y bueno. La vi, me gustó, es una mujer hermosa. Tiene diez años menos que yo, o sea que para mí es una criatura. Pegamos onda enseguida, es una relación simple. Mi nieta se enoja cuando digo eso, pero quiero decir que no es del medio, es normal, sencilla. Ella nació en el interior y tiene otra impronta, mucho más tranquila, con hijos ya grandes. Cada uno en su casa, nos vemos los fines de semana.

Junto a sus tres hijas, Mariana, Mariela y Natalia y su novia, Anita Ezcurra, en el festejo de su cumpleaños del año pasado

–¿Tus hijas te apoyaron a la hora de volver a tener novia?

–Sí. Y la quieren mucho porque se dieron cuenta de que ella no venía a ocupar el lugar de nadie, viene a ocupar su lugar.

–Si Anita era tu fan, imagino que ahora cantarás para ella sola.

–[Se ríe]. En casa no tengo ni un instrumento, ¡en mi casa no canto ni en la ducha!

–Antes de ella también estuviste un tiempo en pareja…

–Sí, estuve cinco años con una mujer macanuda, fenomenal. Tenía una posición económica soberbia, pero creo que se fue desgastando porque a ella le gustaba viajar mucho y a mí no.

–¿No te gusta viajar?

–No me interesa. Mis tres hijas tendrían que haber sido azafatas porque viven viajando. [Se ríe]. Viajé cuarenta años por toda América Latina, pero no me quita el sueño conocer China o Japón. ¿Viste que cuando te vas, te dicen: “¿Extrañás Argentina?”. Bueno, yo no extraño Argentina, extraño Palermo, mi barrio amado, ¡y mi casa!

Una foto de la revista Sintonía, que se publicó hasta la década del 60. Dany tiene más de trescientas canciones grabadas. En la última década se propuso hacer un disco por año (tiene 28 en total)

–¿Seguís saliendo de noche como cuando eras joven?

–No, ya salí demasiado. No fumo hace muchos años, ni tomo bebidas blancas. No tuve cirrosis cuando vivía en México de milagro. Tuve muchas noches, muchos vicios, pero me rescaté solito. Yo le di mucho trabajo a Dios.

–¿Cuándo dejaste esos vicios?

–Cuando mis hijas empezaron a crecer y podían darse cuenta. Ahí dije “basta”.

–En muchas entrevistas siempre nombrás a tu mamá.

–Mi mamá fue la mujer que yo más quise. Era una mujer increíble. Yo cierro los ojos, me ubico a mis 9 años y atrás está mi mamá, que me llevaba para todos lados. Yo tenía problemas de la vista, tenía torcidos los ojos, me querían operar hasta que ella encontró un oculista alemán. Era el año 1954 y me salvó de la operación.

–Estás y estuviste rodeado de muchas. ¿Te sirvió mucho para entender el mundo femenino?

–Sí, y me di cuenta de que las mujeres son mucho más inteligentes que nosotros. Sin ninguna duda.

Junto a Pinky y su gran amigo y compañero de escenario Chico Novarro, en octubre de 2019

–Cantaste con muchas estrellas de la música que no hacían tu género musical. Por ejemplo, Sandro.

–Sí, éramos muy amigos, nos juntábamos cada tanto en su casa. El tenía un bar propio en su casa, donde estaban sus autos. Pasábamos momentos muy divertidos. Hicimos una fotonovela juntos. Fue ahí que lo vi por última vez. Después, cuando estaba internado en el Instituto del Diagnóstico, pasaba por la cuadra, pero no quería subir. Me encargaba que supiera que estaba abajo, pero no quería verlo así.

–Y con la gente del rock, ¿cómo te llevás?

–Muy bien. Hasta canté con Juanse, que también es un gran amigo. Fuera del rock también hice algo con Kevin Johansen, Julia Zenko, Patricia Sosa y Jairo. A los de ahora no les entiendo mucho cuando cantan.

–¿Pensaste en retirarte alguna vez?

–No. Amo mucho la música. Creo que sólo pensaría en retirarme si empezara a escuchar esa voz de vibrato que a veces aparece con la edad. Soy muy crítico conmigo mismo y no lo soportaría.

Con Palito Ortega grabando la famosa canción “Sabor a nada”. Martin confesó que en alguna época quisieron enfrentarlos. “Jamás sentí envidia por nadie”, diceLa tapa de revista ¡Hola! de esta semana

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