Cautelosamente desconfiado, Jari Lavonen considera que la Inteligencia Artificial (IA) “es una herramienta digital muy compleja en la que no se puede confiar tanto porque da datos que no existen”. Aconseja “chequear bien su uso”, aunque admite que “ayuda en el soporte de la escritura, la gramática, en el arte y la música”. “Es un área inmensa de innovación que tiene un amplio campo de uso, pero hay que ser cauteloso”, señala el experto en educación de Finlandia que se convirtió en el primer “doctor honoris causa” de la Universidad de la Ciudad (UnidelaCiudad).
¿Para qué será buena en el ámbito educativo la IA en Finlandia? Lavonen no da una respuesta tajante y única, sino que anticipa que “es un asunto muy importante para analizar y debatir”, y explica que “cada docente puede definir cómo desarrollar su clase de forma más interactiva y con una mirada positiva”, aunque por el momento “hay precaución en su uso en la primaria y en la secundaria”. Explica que “se busca cómo desarrollar nuevos servicios, pero hay un reto ético y responsable en el uso de la IA”. Señala que “hay investigaciones en el uso de la IA en la educación superior y hay interés en registrar buenas prácticas de esta herramienta. Es un área inmensa de innovación y tiene un amplio campo de uso”.
Referente internacional en formación docente y en desarrollo de la perspectiva Steam (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática), Lavonen tiene 67 años y lidera el Foro Nacional de Formación Docente de Finlandia y dirige el Consejo de Exámenes de Matriculación.
De amplio vínculo con las autoridades académicas porteñas, Lavonen ha trabajado en Finlandia en una de las áreas claves del desarrollo y mantenimiento de su nivel educativo: la de la matriculación de los docentes. “Los docentes son profesionales, universitarios, no solo servidores públicos”, enfatiza al explicar que en su país se selecciona “a los mejores, a los más brillantes, para que sigan la carrera docente”.
Toda la educación en Finlandia es gratuita, pero tiene severos procesos de evaluación. “En el secundario hay un examen final de conocimientos y, a partir de allí, se define qué se estudia en la universidad según las necesidades del país. Hay cupos por cada área. El foco está puesto en el alto nivel de la formación profesional y hay recursos para esa formación”, sostiene Lavonen, que está de visita en Buenos Aires y dialogó con LA NACION en la sede de la UniDelaCiudad, acompañado por su rectora, María Florencia Ripani.
La profesionalización docente
“En Finlandia no hacemos cambios fuertes, de un lado a otro o movidos por las tendencias de otros países. Tenemos una orientación hacia dónde llegar y ese objetivo no cambia si cambia la política”, aseveró.
Y ahondó en que en Finlandia, cuyo sistema educativo es uno de los mejores del mundo y del que la ciudad de Buenos Aires ha tomado experiencias para replicar en las aulas porteñas y hasta ha enviado docentes a interiorizarse de distintas prácticas, “hay consenso en los grandes temas como creen en la universidad, creen en la docencia y creen en la escuela”.
En las aulas finlandesas, a la que llegan de manera obligatorio los niños desde los 6 años, hay dos maestros que trabajan de forma coordinada y colaborativa. “El docente es autónomo, trabaja de manera colaborativa y se los considera en el mismo nivel de otros universitarios como los médicos, los ingenieros o los abogados”.
La decisión de consolidar a la educación como base del desarrollo de su país fue tomada después de la Segunda Guerra Mundial. “Quedamos muy pobres y sin industrias. Y se decidió implementar la educación como de sistema de posguerra para todos para contribuir al ascenso social”, señaló Lavonen, al recordar que todo el sistema es gratuito, incluido la provisión de libros escolares, los materiales didácticos, las computadoras y hasta el desayuno en todos los niveles educativos. “En Finlandia no es legal cobrar por educación. El sistema es gratuito y público. Los ciudadanos destinamos el 60% de los salarios a impuestos, que se traducen en los servicios que se necesitan”, amplió.
Al referirse a uno de los temas más espinosos en la Argentina, el debate permanente sobre los salarios docentes, solo se limitó a plantear que en Finlandia “no hay grandes diferencias de salarios (entre los profesionales con título universitario) y que hay poca gente rica”.
A su criterio, el éxito del nivel educativo de los ciudadanos finlandeses está puesto en la formación universitaria de los docentes. En 2000, lideró el ranking de las pruebas Pisa que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y comenzó a estudiarse en diversos ámbitos internacionales su modelo para replicarlo en distintos lugares donde los resultados eran adversos, como sucede en la Argentina.
“Históricamente el docente es el más importante en la comunidad de Finlandia porque era el más formado del pueblo y, además de enseñar, podía dar consejos sobre otras cuestiones importantes para la comunidad. Finlandia es luterana y aunque los pastores también eran importantes, los docentes daban en el siglo XIX conocimientos en temas puntuales. Además, los docentes enseñaron a aprender de forma crítica. Y, si no se sabía leer y escribir, la gente no se podía casar. Así que la educación siempre ha sido fundamental para nuestra comunidad”, explicó Lavonen.
A su criterio, son pocos los países que buscan la excelencia formativa, como sucede en Finlandia, en Alemania o en Estonia, donde “el foco y los recursos están puestos en la formación”. El papel del docente no solo se centra en el aula, sino que forma parte de las decisiones educativas de la comunidad. “Trabaja de forma colaborativa en la planificación de la currícula local”, amplió.
Puntos clave
Renuente a dar consejos para mejorar el nivel educativo argentino, donde los problemas de aprendizaje de lengua y matemática son severos y las evaluaciones nacionales muestran índices ínfimos de mejora, en un tono muy diplomático Lavonen sugirió tres puntos clave: “contar con recursos, tener una dirección y ser colaborativo”. Y concluyó: “todo eso lleva mucho tiempo”.
“No hay soluciones simples”, sumó al destacar la importancia de que la ciudad de Buenos Aires tenga su propia universidad. “Es una brillante idea tener una universidad que pueda contextualizar la situación educativa local”, argumentó y destacó una visita que había realizado a una escuela porteña en la que observó “una muy buena práctica, con el equipo de gestión y los docentes planificando de forma colaborativa”.
Creada en 2018, y en funciones desde 2000, la UnidelaCiudad tiene 11 carreras de grado, más de 3000 estudiantes y ya unos 800 graduados. “La mayoría de las carreras son docentes, pero la idea no es competir con los institutos de formación docente. La mayoría de nuestros estudiantes ya son docentes”, amplió Ripani.
La UnidelaCiudad tiene intercambio de estudios con la Universidad de Hamburgo y convenios con dos casas de estudios superiores en Finlandia. “En Finlandia son muy abiertos a compartir sus saberes”, reconoció Ripani, al reconocer a Lavonen como un profesional que “trabaja para construir una agenda de relaciones” entre ambos estados.