El presidente Gustavo Petro reveló que el Gobierno de Estados Unidos le canceló la visa, un hecho que reavivó tensiones diplomáticas y que el propio mandatario convirtió en un símbolo de soberanía nacional.
Durante un acto público en Ibagué, Petro comunicó la decisión de Washington y evocó el episodio vivido por el expresidente Ernesto Samper en 1996, cuando también se le retiró el permiso de ingreso a ese país.
La noticia, difundida por Semana, ha generado un intenso debate sobre las implicaciones de este gesto y la respuesta del jefe de Estado colombiano.
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Petro anunció la cancelación de su visa al informar sobre su viaje a Ibagué, donde encabezó una concentración política.
“Para ir a la gran concentración tolimense por la democracia, no necesito visa”, declaró el presidente, según recogió Semana.
El mandatario utilizó este escenario para convocar a la ciudadanía y denunciar lo que calificó como irregularidades en el sistema de salud, señalando a congresistas que, según él, buscan entregar sesenta billones de pesos a las EPS, entidades a las que acusó de apropiarse de fondos públicos.
La frase elegida por Petro no solo sirvió para comunicar la medida estadounidense, sino que también buscó conectar con la memoria colectiva al remitir a un momento de confrontación histórica entre Colombia y Estados Unidos.
En su discurso, Petro adoptó un tono nacionalista y reivindicó la autonomía del país frente a sanciones externas. Al citar la célebre frase de Samper, el presidente estableció un paralelismo con el pasado y reactivó una narrativa de defensa de la soberanía.
Semana destacó que, para algunos sectores, este mensaje refuerza la postura de independencia frente a Washington, mientras que para otros, la comparación podría resultar problemática, ya que revive uno de los episodios más controvertidos de la política reciente.
El antecedente de 1996, cuando Ernesto Samper perdió la visa estadounidense tras la descertificación de Colombia por la lucha antidrogas, sirve como telón de fondo para el actual episodio.
En aquel entonces, Samper viajó a Chaparral, Tolima, en circunstancias similares a las de Petro en Ibagué. La referencia histórica no pasó inadvertida y ha sido interpretada como un acto deliberado para subrayar la continuidad de una postura desafiante ante las presiones externas.
La decisión de Estados Unidos se produce tras semanas de tensiones marcadas por críticas directas de Petro hacia la Casa Blanca.
El presidente colombiano cuestionó abiertamente la medida y sugirió que la sede de las Naciones Unidas no debería permanecer en Nueva York. Según sus declaraciones recogidas por Semana, la cancelación de la visa vulnera los principios de inmunidad diplomática que protegen a los jefes de Estado que asisten a la Asamblea General de la ONU.
“Lo que hace el gobierno de EE. UU. conmigo, rompe todas las normas de inmunidad en que se basa el funcionamiento de las Naciones Unidas y su Asamblea General”, afirmó el mandatario.
Petro también vinculó el episodio con la situación en Palestina, al señalar que representantes de esa autoridad no pudieron ingresar a la Asamblea General y que él mismo fue sancionado por pedir que Estados Unidos e Israel no apoyaran lo que calificó como “un genocidio, un crimen contra la humanidad”.
El presidente advirtió que la decisión estadounidense constituye una intromisión en la libertad de expresión de los mandatarios que participan en foros internacionales, y recordó que la inmunidad presidencial en estos escenarios es total y no puede depender de la opinión del país anfitrión.
En Colombia, la postura de Petro ha generado reacciones encontradas. Mientras algunos consideran que la respuesta del presidente fortalece la soberanía nacional y la autonomía frente a presiones externas, otros advierten que la evocación del caso Samper podría tener efectos negativos, al asociar la coyuntura actual con uno de los momentos más polémicos de la historia política reciente.