Para mayores de 70: cómo entrenar de forma segura y qué ejercicios evitar, según expertos

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No es novedad, el ejercicio físico es un pilar fundamental a cualquier edad y a lo largo de toda la vida: mantiene el cuerpo y la mente sanos y contribuye a prevenir el desarrollo de enfermedades. Sin embargo, a medida que pasan los años, practicarlo de manera regular se vuelve cada vez más esencial y necesario, en especial cuando se alcanza la tercera edad, etapa bisagra debido a dos factores: por un lado muchos cambian su estilo de vida, dejan de trabajar y pasan a estar más sedentarios. Por el otro, el organismo empieza a manifestar cambios internos. Frente a este inevitable contexto, mantenerse activos promete ser una de las llaves del envejecimiento saludable.

Precisamente Ramiro Heredia, médico clínico del Hospital de Clínicas José de San Martín, describe al envejecimiento como una transformación compleja y natural que se da de forma inherente en todos los seres vivos y que no es homogénea: “En cada persona se da de forma diferente porque está condicionada a factores genéticos, ambientales y del estilo de vida”, comenta el especialista. Por su parte, Javier Furman, kinesiólogo y fisioterapeuta, suma que a partir de los 40 y 50 años empieza a bajar el colágeno y la capacidad tisular, por lo tanto, “si no se mantiene una buena alimentación, un descanso de calidad y se practica con regularidad ejercicio físico, se corre el riesgo de desarrollar osteoporosis, una disminución de los tejidos óseos y, osteopenia, cuando el cuerpo no produce nuevos tejidos óseos”, detalla el especialista.

La fuerza es clave en la tercera edad para fortalecer los músculos

Por lo tanto, cuando se entra en la tercera edad, “no solo disminuyen las funciones cognitivas, sino que hay una mayor preponderancia a perder masa ósea, muscular y fuerza”, revela Heredia. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés), el 30% de los adultos que superan los 70 años tienen problemas para caminar, levantarse de una silla o subir escaleras y en ocasiones pierden independencia y se ven limitados a realizar con normalidad sus actividades diarias. También resaltan que presentan mayor riesgo de caídas y lesiones a causa de la debilidad física que presentan.

Al respecto, desde la institución revelan un dato que puede sorprender: “Por lo general, la masa muscular y la fuerza aumentan continuamente desde que se nace y alcanzan su pico máximo alrededor de los 30 a 35 años. Después y de forma gradual, disminuyen hasta entrados los 65 años para las mujeres y los 70 años para los hombres”. Sin embargo, si bien el reloj biológico no se puede retrasar, desde la NIH aclaran que la buena noticia es que el deterioro físico se puede apaciguar en la medida que se mantenga una vida activa. Es que el ejercicio físico además fortalece los músculos y los huesos, reduce las chances de desarrollar patologías crónicas, fortalece el sistema inmune, mejora el estado de ánimo y potencia la función cognitiva.

¿Qué entrenamiento hacer a partir de los 70 años?

Para el preparador físico, especialista en fisiología del ejercicio y alto rendimiento, Diego Demarco, el foco del ejercicio de las personas durante la tercera edad, siempre y cuando sean sanas, debe estar puesto en la fuerza, la coordinación y el trabajo cardiovascular: “La pérdida de masa muscular que acecha a este grupo etario lleva a la pérdida de fuerza y al desgaste de las articulaciones”, menciona el experto. Por esta razón, agrega: “Hay que trabajar el cuerpo de manera completa: desde el tren inferior, pasando por la zona media, hasta el tronco superior”. En este proceso Demarco explica que no solo se busca mejorar el desempeño deportivo sino que “el objetivo es que puedan mejorar su calidad de vida y que estén en condiciones de ejecutar sus actividades cotidianas con éxito sin la necesidad de depender de ayuda externa”.

Los ejercicios más recomendados para los adultos mayores son los que ayudan a favorecer la coordinación, el equilibrio y la flexibilidad

Con esta premisa por delante, Demarco destaca la importancia de la práctica de actividades aeróbicas. Entre ellas recomienda caminar rápido, pedalear o nadar ya que implican movimientos de impacto moderado que no comprometen las articulaciones ni los músculos, por el contrario, los fortalecen. Y menciona otras ventajas: “mejoran el aparato cardiorrespiratorio, la coordinación y relajan la mente ya que, al realizar una actividad aeróbica se liberan endorfinas, hormona de la felicidad”, añade el experto. Cualquiera sea la disciplina elegida, el fisioterapeuta aconseja practicarla entre media hora o 40 minutos con una frecuencia diaria: “Lo ideal es moverse de forma moderada todos los días”, suma.

En paralelo aconseja sumar ejercicios de musculación con algo de peso siempre que las condiciones físicas lo ameriten, enfocados en los distintos grupos musculares. A través de estos movimientos, “se desarrollará masa muscular, se ganará fuerza y estabilidad”, señala Demarco y especifica que los que recién se inician lo ideal es que arranquen de menor a mayor: “Lo mejor es que se empiece sin carga y que la aumenten a medida que ganan confianza y destreza. En el caso de los que se movieron durante su juventud, estarán en condiciones de incursionar con un poquito de peso desde el día uno”, detalla Demarco.

Sumado a ello, Furman menciona la importancia de la flexibilidad, una condición que se pierde a la par del colágeno y que provoca la rigidez de los tejidos. En el afán de evitar esta situación, su recomendación es hacer actividades deportivas basadas en la contracción excéntrica, como por ejemplo pilates, “una disciplina que combina la tensión de las fibras de los músculos, pero desde la extensión, entonces se protege a las articulaciones de su desgaste y se aumenta la longitud y la plasticidad de la musculatura y de los tejidos corporales”, explica el kinesiólogo. En el otro extremo, advierte acerca de los efectos colaterales de la elongación en personas mayores debido a que “puede tener efectos contraproducentes porque cuando tirás un músculo con poco colágeno, se puede generar una inflamación del tendón”.

Y al momento de la práctica, no importa la disciplina elegida, los especialistas consultados subrayan los beneficios de que sea en grupo: “Cuando hacemos una actividad en equipo nos genera un sentido de pertenencia, de unión, nos distiende y motiva. Además nos genera una mayor descarga de endorfinas y serotonina en el cerebro, hormonas que nos dan una sensación de placer al terminar”, describe Furman. A medida que pasan los años, el círculo social suele achicarse y conocer pares se vuelve más difícil, por lo tanto “el deporte es una buena excusa para reunirse e interactuar con otros”, suma el fisioterapeuta.

Los ejercicios en el agua son ideales para los adultos mayores ya que son de bajo impacto

Precauciones a tener en cuenta

En el camino del ejercicio físico, la supervisión profesional es imprescindible. Y aunque pueda sonar cliché, los especialistas consultados hacen hincapié en la importancia de consultar con un experto de la salud antes de arrancar cualquier actividad para saber “dónde se está parado y en qué condiciones físicas se encuentra”, comentan. La clave es “diferenciar el contexto de cada persona, no se puede generalizar, no todos están en condiciones físicas de hacer lo mismo”, comenta Furman. En este sentido, “no es lo mismo lo que puede hacer una persona sana que alguien con alguna patología”, señala el experto.

“La gente con hipertensión por ejemplo, no podrá hacer trabajos isométricos -ejercicios donde se permanece estático durante algunos segundos o minutos, porque elevan la presión arterial. Aquellos que tienen problemas articulares, quizás no puedan trabajar con pesas y se le recomiende natación”, relata Demarco y agrega: “También están quienes no se pueden agachar y se les da para que hagan abdominales en una silla. Hay que buscar la manera de que puedan hacer todos los movimientos más allá de las limitaciones que puedan llegar a tener”.

En tanto, Furman señala que frente a una lesión o enfermedad, “hay que hacer un tratamiento previo para mejorar el cuadro antes de arrancar a hacer cualquier tipo de ejercicio físico”. De lo contrario, explica que aquel malestar puede aumentar y dejar a la persona propensa a manifestar problemas colaterales.

A su vez, y para ver los frutos del entrenamiento, los especialistas consultados aconsejan que la disciplina que se elija sea una que se pueda sostener en el tiempo y advierten acerca de la importancia de que cada uno conozca sus límites personales para “evitar caerse al suelo o lastimarse porque recuperarse de un tropezón lleva tiempo e impacta en el estado anímico de alguien”, dice Furman.

De todas maneras, para mantenerse saludables, la actividad física debe complementarse con otros hábitos. Por un lado, los especialistas sugieren que la alimentación sea saludable y variada, donde se priorice la ingesta de vitaminas y minerales que colaboran en preservar vitales las funciones del organismo. Por el otro, aconsejan la ingesta de ácidos grasos, un macronutriente que forma parte de los tejidos y contribuye a su reparación y crecimiento. Además, gracias a la ingesta de carbohidratos complejos tales como cereales integrales, legumbres y frutos secos, se obtiene energía. Por último, las proteínas son las estrellas de este tipo de alimentación porque contribuyen al desarrollo muscular y fomentan su contracción.

La hidratación a base de agua mineral es otro de los pilares ya que tal como señala Furman, potencia la producción del colágeno. En cuanto a la cantidad, un informe de la Mayo Clinic, una entidad dedicada a la investigación y divulgación de material científico y médico, menciona que las Academias de Ciencias, Ingenierías y Medicina de los Estados Unidos, sugieren que la ingesta diaria de líquidos -agua, otro tipo de bebidas y alimentos- para los hombres adultos sanos que viven en climas templados sea de 3,7 litros y para las mujeres, 2,7 litros. Sin embargo, los especialistas consultados señalan que en caso de tener algún tipo de déficit o patología, esta cifra puede variar, por eso es importante asesorarse antes.

El descanso de calidad es otro de los ejes e imprescindible porque garantiza la reparación de los tejidos, fija la memoria y libera el estrés. Y la razón, dice el especialista, se debe a que la gente mayor tiene dificultades para dormir producto del desgaste cognitivo y la incapacidad de generar melatonina.

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