Estás en lo alto de un edificio o a al borde de un acantilado, sobre un globo aerostático o conduciendo por una carretera con un precipicio y piensas en saltar. El “¿y si me tiro?» ronda momentáneamente tu cabeza y, durante unos instantes, la idea brota sin pensar en las consecuencias. Pero solo son unos instantes, casi sin pensar, como llegó, el pensamiento se diluye. No es nada extraño, ni siquiera una ideación suicida. Es el fenómeno psicológico denominado la ‘llamada del vacío‘.
En uno de sus últimos videos redes sociales, Rocío Lacasa, psicóloga con 16 años de experiencia que divulga sobre salud mental a través de su cuenta de TikTok (@rociolacasa), reflexiona sobre este suceso tan inevitable como humano. “Diría que nos pasa a todos“, asegura, incluso a ella. “Me pasó hace poco en México, estaba en un Airbnb, subí a la azotea y llegó como ese susurro hipnótico que te dice: ‘¿Y si te tiras?‘ Y hay ahí como una mezcla de curiosidad, de morbo a lo desconocido. Y, por otro lado, miedo y una alerta que te dice: ‘Chss, cuidado‘“, cuenta. Pero no pasa nada: “Respiras, das un pasito atrás o te quedas mirando, respirando y confías. Porque mucha gente se queda ahí enganchada en: ‘Y si lo he pensado es que lo deseo, es que hay una parte de mí que lo va a hacer, y si alguna vez se me cruza los cables y lo hago…‘.» Pero no, “simplemente un fenómeno que vivimos todos”, asegura. Y la respaldan varios estudios científicos.
Por qué se produce la ‘llamada del vacío‘
Pero, ¿por qué nuestro cerebro nos juega estas malas pasadas? La inquietud sobre el origen de estos pensamientos llevó a la comunidad científica a buscar respuestas. En 2011, Jennifer L. Hames, entonces estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de Florida y hoy doctora en psicología por la Universidad de Notre Dame, inició una investigación junto a su equipo para analizar la relación entre la “llamada del vacío” y factores como la ansiedad, la depresión o la ideación suicida. El estudio examinó el historial psicológico de 431 estudiantes con el objetivo de determinar si quienes experimentaban el HPP presentaban una mayor propensión a pensamientos suicidas.
Los resultados de la investigación fueron reveladores. Las ‘llamadas al vacío’ se experimentan por igual entre ideadores de suicidio y no ideadores. Por lo tanto, los individuos que dicen experimentar este fenómeno no son necesariamente más suicidas, más bien, estas experiencias puede reflejar la sensibilidad ante las señales internas y afirmar realmente la voluntad de vivir.
Antes de iniciar el análisis, los investigadores plantearon la hipótesis de que la ‘llamada del vacío‘ podría ser una señal de seguridad emitida por el cerebro, una advertencia que ayuda a delimitar el peligro y a mantenernos a salvo, en lugar de un error mental que incite a la autolesión. Los resultados respaldaron esta teoría, sugiriendo que el fenómeno constituye una reacción de alerta y no una manifestación de deseo suicida.
La distinción entre imaginar la posibilidad de saltar y querer hacerlo realmente fue otro de los hallazgos clave del estudio, lo que permitió separar la vivencia del pensamiento de la intención real, y así evitar interpretaciones erróneas sobre la salud mental de quienes atraviesan este tipo de episodios.
En 2020, una investigación similar liderada por el doctor Tobias Teismann y citada por Live Science reforzó estas conclusiones. El equipo de Teismann determinó que estos episodios no constituyen un signo de psicopatología y que las personas que los experimentan no deberían necesariamente interpretar esas experiencias como una expresión de un deseo de muerte oculto, ya que se trata de vivencias comunes “independientemente de sus tendencias suicidas o su nivel de ansiedad”, según las declaraciones recogidas por Live Science.