Un planeta “errante”, identificado como Cha 1107-7626, ha sorprendido a los científicos al registrar un crecimiento pocas veces observado en un objeto de masa planetaria, según un estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters.
Este cuerpo celeste, situado a unos 620 años luz de la Tierra en la constelación de Camaleón, ha sido objeto de un seguimiento exhaustivo por parte de un equipo internacional de astrónomos, quienes han documentado cómo absorbe seis mil millones de toneladas de gas y polvo por segundo.
Tal como divulgaron los autores, a diferencia de los planetas del Sistema Solar, que orbitan estrellas, los llamados planetas errantes o “rebeldes” se desplazan libremente por el espacio, sin estar ligados gravitacionalmente a una estrella. Esta característica los convierte en objetos difíciles de detectar y enigmáticos para la astronomía. Según estimaciones de Alexander Scholz, astrónomo de la Universidad de St Andrews y coautor del estudio, podrían existir billones de estos planetas solo en la Vía Láctea, aunque la mayoría permanece oculta en la oscuridad interestelar.
El equipo de investigación, liderado por Víctor Almendros-Abad del Observatorio Astronómico de Palermo (INAF, Italia), utilizó el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), ubicado en el desierto de Atacama, Chile, junto con datos del Telescopio Espacial James Webb y archivos del espectrógrafo SINFONI del VLT. Las observaciones, realizadas con el espectrógrafo X-shooter, permitieron detectar un episodio de acreción —el proceso por el cual el planeta incorpora material de su entorno— de una magnitud nunca antes registrada. “Este es el episodio de acreción más fuerte jamás registrado para un objeto de masa planetaria”, subrayó Almendros-Abad en un comunicado difundido por el ESO.
El análisis reveló que Cha 1107-7626, cuya masa oscila entre cinco y diez veces la de Júpiter, se encuentra en una fase temprana de su evolución, con una edad estimada de uno a dos millones de años, según precisó Scholz. El planeta se alimenta de un disco circundante de gas y polvo, y el ritmo de acreción experimentó un aumento abrupto en agosto de 2025, multiplicándose por ocho respecto a los meses anteriores. Este fenómeno, que hasta ahora solo se había observado en estrellas jóvenes, sugiere que algunos planetas errantes podrían compartir mecanismos de formación similares a los de las estrellas.
La coautora Belinda Damian, de la Universidad de St Andrews, destacó en declaraciones recogidas por el ESO que “este descubrimiento difumina la línea entre estrellas y planetas y nos ofrece un adelanto de los primeros periodos de formación de los planetas errantes”. El estudio también identificó cambios en la composición química del disco durante el episodio de acreción: se detectó vapor de agua en el entorno del planeta, un fenómeno documentado previamente en estrellas, pero nunca en planetas en formación.
El papel de la actividad magnética resultó determinante en este proceso. Al comparar la luz emitida antes y durante el estallido de acreción, los científicos concluyeron que los campos magnéticos intensos, hasta ahora asociados únicamente a estrellas, también pueden estar presentes en objetos de baja masa como Cha 1107-7626. “La actividad magnética desempeñó un papel en el impulso de materia hacia el objeto”, explicó Scholz a la AFP.
El origen de los planetas errantes sigue siendo motivo de debate. Ray Jayawardhana, de la Universidad Johns Hopkins y autor principal del estudio, señaló que el hallazgo “implica que algunos objetos comparables a los planetas gigantes se forman como lo hacen las estrellas, a partir de nubes de gas y polvo que se contraen acompañadas de sus propios discos, y pasan por episodios de crecimiento como las estrellas recién nacidas”.
A pesar de su tamaño, Cha 1107-7626 carece de la masa suficiente para desencadenar reacciones de fusión nuclear en su núcleo, lo que lo diferencia de las estrellas. “Se enfriará inevitablemente a medida que envejezca”, añadió Scholz en su diálogo con la AFP.
La dificultad para detectar estos planetas radica en su débil luminosidad y su desplazamiento solitario. No obstante, el próximo Telescopio Extremadamente Grande (ELT) de ESO, equipado con instrumentos avanzados y un espejo principal de gran tamaño, promete ampliar el conocimiento sobre estos cuerpos, permitiendo descubrir y analizar más planetas errantes bajo los cielos oscuros del hemisferio sur.
Amelia Bayo, coautora del estudio, expresó que “la idea de que un objeto planetario pueda comportarse como una estrella es asombrosa” y planteó la posibilidad de que estos hallazgos abran nuevas preguntas sobre la naturaleza de los mundos en sus etapas iniciales.