El sol en el cielo, la brisa del Vial Costero y un mismo impulso: salir a caminar para hablar de la enseñanza. Así comenzó la Caminata de Mentoreo por la Educación, que reunió a docentes, directivos y especialistas a la vera del río en Vicente López. Fue el sábado pasado, 4 de octubre, por la mañana, y la consigna fue caminar, escucharse, volver con ideas frescas para el aula.
La apertura estuvo a cargo de la especialista Adela Sáenz Cavia, fundadora de Red Communia y representante en Buenos Aires de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar. Cavia propuso un ejercicio breve para que cada participante repase su recorrido profesional antes de la salida en grupos. Ese encuadre, simple y atento, le dio un tono de calma a la mañana, y una disposición genuina a la conversación.
Durante la caminata aparecieron los temas que hoy ordenan la agenda escolar del distrito: educación socioemocional, desarrollo profesional docente y encuentro entre pares. Participaron más de 200 personas, con la presencia de educadores de escuelas privadas y provinciales, un dato que explica la variedad de miradas en los grupos. “Rompimos las paredes y nos convocamos en un entorno natural y bello; tejimos redes nuevas y pensamos cómo llevarlo a las aulas”, contó una docente al terminar el recorrido.
La Dirección General de Educación Municipal pensó la caminata como la acción de cierre del Mes de la Educación. Su titular, Lorena Vaccher, puso el acento en “encontrarse en la mirada del otro” para reencender la energía que sostiene el oficio docente. En ese punto, reconoció a Melina Furman como referencia de trabajo e inspiración para sostener procesos de innovación con foco en clima de aula y evaluación formativa.
La escena final, el “Momento Flow”, integró lo vivido con una dinámica corporal y dejó un clima de alegría compartida.
Entre el césped y la ribera se escucharon frases que hablan por sí mismas. “Dejamos huellas que nos inspiran a seguir caminando en este trabajo colaborativo. Hermosa jornada”, resumió una participante. Y otra docente agregó una imagen que varios repitieron: “A la orilla de nuestro río, dejamos que su fluir nos inspire. Compartimos experiencias, preguntas, silencios y desafíos que, como el agua, se entrelazan y transforman. Que se repita”.
La alegría fue visible: abrazos al final, promesas de replicar la experiencia en cada escuela, intercambio de contactos para proyectos comunes. Desde la organización destacaron la articulación entre instituciones públicas y privadas con un mismo propósito y el apoyo de empresas locales para la logística.
Fue una mañana soleada y cálida, bien pensada, que habilitó conversaciones con tiempo y sin premura. A veces alcanza con eso: caminar, escuchar, volver con tareas. La comunidad docente gana confianza y se anima a nuevos cruces. En Vicente López, esa confianza ya tiene su primera marca en el calendario y una expectativa concreta de continuidad.