¿Por qué cada vez hay más personas jóvenes con cáncer?

admin

NUEVA YORK.— Hace 10 años, Kimryn Rathmell, oncóloga renal quien entonces trabajaba en la Universidad de Vanderbilt, observó una tendencia sorprendente: muchos pacientes más jóvenes acudían a ella con cáncer de riñón, incluida una persona de 18 años con metástasis, algo que Rathmell nunca había visto en alguien tan joven.

Supuso que estos pacientes habían sido derivados de forma desproporcionada a grandes centros oncológicos como el suyo. Pero esta primavera, cuando los investigadores del Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por su sigla en inglés) publicaron un informe que mostraba que, entre 2010 y 2019, las tasas de 14 tipos de cáncer aumentaron entre las personas menores de 50 años en Estados Unidos, la importancia de su experiencia se hizo evidente.

“Me di cuenta de que lo que estaba viendo era una tendencia que estaba ocurriendo en todas partes”, dijo Rathmell, exdirectora del NCI quien ahora dirige el programa de cáncer en Ohio State. Los datos eran sorprendentes.

“Me hace pensar de forma distinta incluso sobre un cáncer que he estudiado durante décadas”, dijo.

Durante años, los estudios y los artículos periodísticos han señalado el aumento de las tasas de cánceres de “inicio precoz”, generalmente definidos como los que se producen en adultos menores de 50 años. Pero la amplitud de la tendencia a lo largo del tiempo y los lugares, y en más de una decena de tipos de cáncer —incluidos los de mama, intestino grueso, riñón, páncreas, estómago, testículos y útero— por fin está quedando clara.

Los cánceres de inicio precoz siguen siendo raros. Pero los datos muestran que su incidencia mundial ha aumentado desde 1990, lo que supone un incremento de miles de casos nuevos cada año. Por ejemplo, en 2019 se produjeron en Estados Unidos 4800 casos más de cáncer de mama de inicio precoz de los que cabría esperar si hubieran persistido las tasas de 2010.

Una mayor cantidad de análisis y una mejor detección explican probablemente parte de este aumento. Pero los científicos afirman que hay indicios de que está ocurriendo otra cosa, algo más. Cada vez redoblan más sus esfuerzos para descubrir qué es.

Cambios en el estilo de vida

Los investigadores del cáncer suelen señalar un punto de inflexión histórico: la década de 1950.

Las personas nacidas en esa década o alrededor de ella empezaron a experimentar tasas más elevadas de cáncer de inicio precoz en la década de 1990. El riesgo aumentó con cada grupo sucesivo: quienes nacieron en 1990, por ejemplo, tienen un riesgo de dos a tres veces mayor de padecer determinados cánceres en comparación con quienes nacieron en 1955.

Este tipo de “efecto de la cohorte de nacimiento” sugiere que las exposiciones ambientales y del estilo de vida que se han hecho más comunes en las últimas décadas pueden estar detrás del aumento del cáncer de inicio precoz, dijeron los científicos.

Muchas cosas de nuestro entorno y de nuestra vida cotidiana cambiaron a partir de los años del auge de la posguerra, sobre todo en los países de ingresos elevados, dijo Shuji Ogino, jefe de epidemiología patológica molecular del Brigham and Women’s Hospital de Boston. Somos menos activos físicamente. Consumimos más alimentos procesados y azúcar. Nos encontramos con plásticos y químicos que no se degradan por todas partes. Incluso dormimos menossegún algunos datos.

Cualquiera de estos factores puede tener algo que ver con el cáncer de inicio precoz, pero aún es demasiado pronto para saber cuál de ellos es el responsable, si es que lo es alguno, dijo Yin Cao, profesora asociada de cirugía en el Centro Oncológico Alvin Siteman de la Universidad de Washington en San Luis y líder de un estudio global sobre el cáncer colorrectal de inicio precoz.

“Identificar nuevos factores de riesgo de cáncer es una tarea realmente difícil”, dijo Cao. Históricamente, se ha necesitado mucho tiempo y una amplia evidencia para establecer una conexión de ese tipo, como ocurrió para demostrar que fumar causaba cáncer de pulmón.

Aun así, las pruebas que relacionan la obesidad, el consumo de alcohol y una dieta inadecuada con un inicio precoz del cáncer son bastante sólidas, dijo Cao. Se trata de tendencias a nivel de población que reflejan nuestro entorno colectivo y a lo que estamos expuestas.

No está claro cómo la obesidad aumenta el riesgo, pero los científicos creen que podría estar relacionado con la desregulación metabólica general, la resistencia a la insulina, los cambios en el microbioma intestinal y la inflamación crónica. El alcohol puede dañar el ADN y aumentar los niveles de estrógenos, que favorecen algunos tipos de cáncer de mama. Las investigaciones muestran que nuestros patrones de consumo de alcohol han cambiado, y que con el tiempo las mujeres constituyen una parte cada vez más grande de los bebedores empedernidos.

Una revisión de casi 15 millones de casos de cáncer en Estados Unidos descubrió que la incidencia de seis de los 12 cánceres relacionados con la obesidad aumentó en adultos jóvenes entre 1995 y 2014, con aumentos más pronunciados en las generaciones sucesivamente más jóvenes. El cáncer colorrectal es uno de los tipos de cáncer de inicio precoz más comunes y mejor estudiados. En un artículo de 2018, Cao y sus colegas analizaron los datos de 85.000 enfermeras durante 20 años. Descubrieron que las mujeres que eran obesas tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar un cáncer colorrectal precoz que las que tenían un peso saludable.

Los estudios también han relacionado la dieta occidental, que suele ser baja en frutas y verduras y alta en carnes rojas y procesadas, bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, con el cáncer colorrectal de inicio precoz.

Pero queda por determinar si el culpable es todo el patrón o un componente específico, dijo Cao.

Cambios reproductivos

Las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por el cáncer de inicio precoz, en parte porque el cáncer de mama es uno de los tipos más frecuentes.

Las niñas en Estados Unidos tienen ahora la menstruación alrededor de los 11 o 12 años, un poco antes que las que nacieron en la década de 1950. Y la edad promedio del primer embarazo es ahora de 27 años y medio, frente a los 20 años de la década de 1950. Este intervalo más largo puede ser una de las razones por las que las tasas de cáncer de mama están aumentando en adultas más jóvenes, dijeron los científicos.

Las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por el cáncer de inicio precoz, en parte porque el cáncer de mama es uno de los tipos más frecuentes

Con cada ciclo menstrual, los niveles hormonales de la mujer suben y bajan, y las células mamarias se expanden, proliferan y contraen, dijo Sherene Loi, profesora de oncología del Centro Oncológico Peter MacCallum en Melbourne, Australia. Estos ciclos repetidos de división celular ofrecen oportunidades para que surjan mutaciones, dijo Loi.

Durante el intervalo entre la primera regla y el primer embarazo, las células también son especialmente susceptibles a exposiciones nocivas, por ejemplo a la radiación, el alcohol o las alteraciones metabólicas, dijo Graham Colditz, epidemiólogo y director asociado de prevención y control del Centro Oncológico Siteman.

Las investigaciones sugieren que, durante el embarazo y la lactancia, aumenta el número de células inmunitarias en las mamas, lo que ofrece protección contra las células potencialmente cancerosas, dijo Camila dos Santos, profesora asociada del Laboratorio Cold Spring Harbor de Nueva York. Tras el destete, las células de la leche materna mueren y son eliminadas por el sistema inmunitario, lo que deja menos células mutadas. Las células que quedan dedican más tiempo a reparar el ADN.

“Todo este proceso modifica la mama de forma favorable”, dijo Loi.

Pero con los cambios sociales hacia primeros embarazos más tardíos y menos bebés, las mujeres están sometidas a los daños de este proceso natural durante más tiempo, y obtienen menos beneficios protectores. Los daños en el ADN que se acumulan durante los veintitantos años de edad son especialmente peligrosos “porque hay que añadirles toda una vida” para llegar al cáncer, dijo Colditz.

Cambios en el genoma

Las investigaciones que están surgiendo dan a entender que determinadas exposiciones —probablemente en los primeros años de vida o incluso en el útero— pueden cambiar nuestro código genético y alterar qué partes de ese código se activan o desactivan, con lo que se acelera el camino hacia el cáncer.

Los estudios de los genomas del cáncer también han demostrado que un patrón de mutaciones asociado a una toxina bacteriana llamada colibactina es más frecuente en los pacientes con cáncer colorrectal de inicio precoz que en los pacientes de más edad. Algunas cepas de E. coli y otras bacterias portan un conjunto adicional de genes que les permite producir esta toxina, que muta el ADN de las células sanas del colon.

Ludmil Alexandrov, profesor de bioingeniería y medicina celular y molecular en la Universidad de California en San Diego, dijo que sus datos sugieren que la infección por E. coli causante del cáncer suele producirse en los dos o tres primeros años de vida, cuando el microbioma y el sistema inmunitario son inmaduros. Las mutaciones crean un “primer impacto” en el genoma, dijo, lo que puede poner a los niños que contraen la infección “en la vía rápida hacia el cáncer”.

Los científicos creen que las bacterias productoras de toxinas podrían ser resultado de la industrialización: los alimentos que comemos, tal vez, o los antibióticos que tomamos. Aunque no han estudiado la presencia de la toxina a lo largo del tiempo, los científicos han descubierto que esos genes están presentes hasta en el 40 por ciento de las muestras de heces de los niños de países industrializados como Estados Unidos y Francia, pero prácticamente ausentes en zonas no industrializadas como África o zonas rurales de India, dijo Alexandrov. La prevalencia de los genes está estrechamente correlacionada con la tasa de cáncer colorrectal de inicio precoz.

La interacción entre el entorno, la inmunidad y la expresión génica también aparece en otros tipos de cáncer. Dos Santos ha demostrado en ratones que las infecciones del tracto urinario —que están aumentando en las mujeres con el paso del tiempo— provocan cambios que hacen que el tejido mamario sea más denso, lo que permite que prosperen las células precancerosas.

Todo esto apunta a una nueva forma de pensar sobre la biología del cáncer: las mutaciones por sí solas no bastan para provocar el cáncer. Los genomas de las personas sanas, incluso de los bebés, presentan mutaciones en los genes causantes del cáncer, dijo Ogino. Pero los tumores tardan décadas en desarrollarse.

En el intestino, por ejemplo, las células alternan entre estados más y menos desarrollados, una característica conocida como plasticidad, dijo Karuna Ganesh, oncóloga médica e investigadora del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering de Nueva York.

Ganesh dijo que, en las personas jóvenes, cuando las células intestinales se enfrentan a un factor estresante como la inflamación, vuelven a un estado menos desarrollado. (En las personas más grandes de edad, las células intestinales simplemente mueren). Estas células se comportan de forma agresiva y, con la mutación adecuada, pueden provocar cáncer, dijo Ganesh.

Es una gran oportunidad, dijo. Alrededor del 40 por ciento del riesgo de cáncer puede reducirse mediante cambios en el estilo de vida, como dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol y mantener un peso saludable.

“Podemos intervenir durante décadas”, dijo Ogino. “Es algo positivo”.

Por Nina Agrawal

Deja un comentario

Next Post

La OMS alertó sobre el auge del cigarrillo electrónico entre los jóvenes

Al menos quince millones de jóvenes de entre 13 y 15 años fuman cigarrillos eléctrónicos en el mundo y en promedio el riesgo de que comiencen a hacerlo es nueve veces mayor que entre adultos, alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe global sobre el consumo […]
La OMS alertó sobre el auge del cigarrillo electrónico entre los jóvenes

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!