El presidente francés, Emmanuel Macron, decidió este lunes mantener provisionalmente al primer ministro en funciones, Sébastien Lecornu, a pesar de su dimisión presentada horas antes, para intentar desbloquear la crisis política más grave de su mandato. El jefe del Estado ha encargado al dirigente normando que lleve a cabo “las negociaciones finales” con las fuerzas políticas hasta el próximo miércoles para definir “una plataforma de acción y estabilidad para el país”, según anunció el Palacio del Elíseo.
La decisión llega tras una jornada de vértigo en la que Lecornu, nombrado hace apenas 27 días, presentó su renuncia después de que el Ejecutivo que había formado se desmoronara en menos de 14 horas. La implosión del gabinete, consecuencia del malestar de Los Republicanos (LR) —aliados esenciales del presidente en la Asamblea Nacional—, ha sumido al país en una incertidumbre institucional sin precedentes desde el inicio de la V República.
“Acepto la petición del presidente de mantener conversaciones finales con las fuerzas políticas para la estabilidad del país”, indicó Lecornu en redes sociales. El primer ministro saliente informará al jefe del Estado el miércoles por la noche sobre si considera posible o no alcanzar un acuerdo que garantice la gobernabilidad.
Crisis en el corazón del poder
El punto de inflexión llegó cuando el líder de Los Republicanos, Bruno Retailleau, amenazó con retirar el apoyo de su partido al recién formado Gobierno, al considerar insuficiente la representación de su formación en el gabinete. Retailleau, que había sido designado ministro del Interior, cuestionó además el nombramiento de Bruno Le Maire como titular de Defensa, a quien responsabiliza del elevado nivel de deuda pública acumulado durante los últimos años.
Ante el inminente riesgo de ruptura, Lecornu anunció su dimisión alegando la falta de condiciones para gobernar y denunciando los “egos” y las “maniobras partidistas” tanto dentro como fuera del Ejecutivo. “Nadie puede ser primer ministro cuando las condiciones no se dan”, afirmó en una breve comparecencia.
La crisis estalló justo un día antes de que el primer ministro presentara en la Asamblea Nacional su discurso de política general, donde se esperaba una dura confrontación con una oposición dividida en tres bloques irreconciliables: la izquierda del Nuevo Frente Popular, los conservadores de LR y la extrema derecha de la Agrupación Nacional (RN).
Presiones desde la oposición
El vacío de poder ha desatado una oleada de reacciones en el arco político francés. El presidente de la RN, Jordan Bardella, fue el primero en reclamar la disolución inmediata de la Asamblea Nacional. “No se puede restablecer la estabilidad sin el regreso a las urnas”, afirmó. En la misma línea, Marine Le Pen acusó a Macron de “resistirse irracionalmente a las instituciones” y de llevar al país “a una situación terriblemente complicada”.
Desde la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI), fue más lejos y pidió el “examen inmediato” de una moción de destitución del presidente. “Macron es la fuente del caos”, sentenció, tras convocar a los partidos del Nuevo Frente Popular a una reunión de urgencia para coordinar estrategias.
La líder ecologista Marine Tondelier apeló al “sentido de la historia” y llamó a “trabajar con todos los socios de izquierda” para ofrecer una alternativa política, mientras que el socialista Olivier Faure se mostró partidario de recurrir al sufragio universal como “única salida legítima” a la crisis.
Un mandato marcado por la inestabilidad
El breve paso de Lecornu por el cargo marca un nuevo récord en la ya inestable trayectoria gubernamental del segundo mandato de Emmanuel Macron. Desde 2022, Francia ha visto desfilar cinco primeros ministros: Élisabeth Borne, Gabriel Attal, Michel Barnier, François Bayrou y, ahora, Lecornu. Ninguno ha conseguido mantenerse más de un año en el cargo, lo que evidencia la fragilidad de la arquitectura política del macronismo, cada vez más aislado en un Parlamento sin mayoría.
La falta de una coalición sólida impide la aprobación de los presupuestos de 2026 y mantiene bloqueada la agenda legislativa del Ejecutivo. En este contexto, algunos observadores no descartan que Macron se vea forzado a convocar elecciones legislativas anticipadas o incluso a aceptar una cohabitación con la izquierda, que obtuvo el mayor número de escaños en las legislativas de 2024.
Llamamientos al diálogo y al “pacto de Estado”
Mientras la presión crece desde los extremos, voces moderadas dentro del macronismo intentan ganar tiempo. La presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, subrayó que “la vía del diálogo aún es posible” e instó a las fuerzas políticas a definir “un pacto de estabilidad y responsabilidad que cumpla con las expectativas de los ciudadanos”.
El vicepresidente de Los Republicanos, François-Xavier Bellamy, descartó que su partido tema una disolución y defendió la necesidad de “preservar las instituciones”. Pero desde dentro de la propia derecha, figuras como el alcalde de Cannes, David Lisnard, instaron directamente al presidente a dimitir: “Los intereses de Francia exigen que Emmanuel Macron programe su dimisión para preservar las instituciones y resolver una situación que él mismo ha provocado”.
Con el país en vilo y el Gobierno en funciones paralizado, todas las miradas están puestas ahora en el miércoles. Será entonces cuando Lecornu acuda de nuevo al Elíseo para informar a Macron si existe alguna posibilidad de lograr el consenso político que permita evitar un nuevo adelanto electoral y frenar la deriva de la crisis más profunda de la V República.