El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) ha publicado un estudio técnico que establece la zonificación agrícola de riesgos climáticos para el cultivo de quinua en la región del Altiplano. El artículo, realizado en cooperación con la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (EMBRAPA) y difundido el 5 de octubre de 2025 en la revista Scientia Agropecuaria, introduce una herramienta que permite optimizar la planificación de siembras y fortalecer la capacidad de adaptación frente al cambio climático en áreas claves de producción agrícola.
Clima y producción de quinua en Puno
La quinua (Chenopodium quinoa Willd) es fundamental en la alimentación andina y representa el segundo cultivo más importante de Puno, donde cultivos recientes abarcan hasta 33.133 hectáreas. El sector enfrenta vulnerabilidades asociadas a la variabilidad climática, con episodios de sequía y lluvias irregulares que han causado descensos marcados de rendimiento entre enero y abril de 2025. Esto ha puesto de manifiesto la necesidad de información climática específica para optimizar la agricultura local.
Herramienta de zonificación y metodología aplicada
El estudio del Senamhi procesó datos de 38 estaciones meteorológicas, implementó el índice de satisfacción de las necesidades hídricas (ISNA) y trabajó con dos tipos de suelos, diferenciando capacidades hídricas disponibles (115 mm/m y 145 mm/m). La metodología incluyó simulaciones para quinua de ciclo precoz (145 días) y tardío (160 días), con análisis espacial de riesgos en tres fases críticas: siembra, emergencia y llenado de grano.
Se definieron categorías de riesgo bajo, medio y alto según valores de ISNA, y se simuló el comportamiento de la quinua bajo distintos escenarios de precipitaciones. Esta base fue utilizada para generar mapas de zonificación agrícola para cada distrito de la región, facilitando la identificación precisa de los periodos de menor y mayor vulnerabilidad en la siembra.
Hallazgos: periodos críticos y ventanas óptimas para la siembra
El análisis identificó setiembre como el mes de mayor exposición al riesgo climático: la limitada disponibilidad de agua, junto con un inicio tardío de las lluvias, restringe las áreas aptas a zonas próximas al Lago Titicaca. Los riesgos aumentan en suelos de baja retención o ubicados en zonas alejadas, lo que puede generar estrés hídrico desde la fase inicial del cultivo.
Octubre se posiciona como un periodo intermedio, coincidiendo con el comienzo de las lluvias regulares. Esto permite ampliar la superficie apta para la siembra, aunque algunos suelos continúan presentando vulnerabilidad. El estudio destaca que ajustar la fecha de siembra a los periodos más húmedos permite “optimizar la disponibilidad hídrica y reducir el déficit en fases iniciales”.
Noviembre, por otra parte, ofrece el entorno más seguro para la siembra, ya que predominan las zonas de bajo riesgo. Este mes permite la máxima expansión de áreas aptas para quinua y reduce la exposición a eventos de sequía, aunque se advierte sobre la posibilidad de que un ciclo prolongado lleve a enfrentar déficits hídricos al final del proceso, especialmente si las lluvias son insuficientes o se retiran de manera anticipada.
Recomendaciones para el sector agrícola
El informe sugiere a los agricultores priorizar la siembra de variedades de ciclo corto durante noviembre, procurando que la maduración coincida con el final del periodo lluvioso. De este modo, se disminuye la exposición del grano tanto a la sequía como a heladas tempranas.
Según el Senamhi, disponer de herramientas de gestión del riesgo climático y planificar la siembra sobre bases científicas puede “orientar de modo directo la toma de decisiones de agricultores y gestores”, facilitar el diseño de seguros agropecuarios y fortalecer la resiliencia ante escenarios de cambio climático.
Perspectivas y futuras líneas de investigación
El estudio recomienda incorporar proyecciones climáticas de mediano y largo plazo junto con modelos de rendimiento agrícola, para anticipar posibles impactos y refinar los mapas de zonificación. A través de estos esfuerzos, el Senamhi ratifica su orientación hacia la “investigación aplicada que respalde la sostenibilidad agrícola y la seguridad alimentaria” en el Altiplano.