El nombre de Matilda la Muerta destaca cada vez más en el ámbito cultural mexicano. Aunque su mamá es Mónica Garza, una presentadora de televisión, ha construido una identidad propia como tatuadora mexicana, artista y creadora del pódcast Muerte Curiosa.
Matilda se define como una figura multifacética. Su principal fuente de ingresos es el tatuaje, disciplina en la que suma nueve años de experiencia. Además, cultiva la pintura, aunque reconoce que el tiempo dedicado a esta pasión ha sido limitado por las exigencias de su trabajo y otros proyectos. “Mi ingreso es el tatuaje, 100%”, afirmó ante el podcast Mujeres Chingonas – Maldito Diario, subrayando la prioridad que otorga a su labor artística. Si bien incursionó en el modelaje, nunca buscó ser reconocida por esa faceta, sino por su trabajo como artista. El reconocimiento público, sin embargo, llegó también por su imagen, lo que la llevó a replantear sus prioridades y a enfocarse en el desarrollo de su oficio.
El pódcast Muerte Curiosa representa una extensión natural de sus intereses más arraigados. Nació primero como una página de Instagram dedicada a recopilar datos y curiosidades sobre la muerte y la historia, y evolucionó hasta convertirse en un espacio semanal donde Matilda explora temas poco convencionales con rigor y pasión. “El pódcast me dio mucho miedo y ahí fue cuando supe que lo tenía que hacer”, confiesa, aludiendo al reto personal que implicó exponerse ante el público y superar la ansiedad de ser juzgada. El programa, que se transmite cada martes, ha crecido de manera orgánica y se distingue por la autenticidad de su contenido y el compromiso de su creadora con la investigación y la veracidad.
La trayectoria de Matilda ha estado marcada por crisis personales y transformaciones profundas. Durante varios años atravesó etapas de autodesvalorización, búsqueda de pertenencia y exposición a entornos poco saludables.
“Del 2019 al 2023 fueron fácil los años más canónicos de toda mi vida”, relata, refiriéndose a un periodo de excesos y desconexión consigo misma. El proceso de cambio no obedeció a un solo evento, sino a la acumulación de experiencias difíciles que la llevaron a replantear su relación con su entorno, su familia y, sobre todo, consigo misma. El apoyo de sus padres, quienes han mantenido una relación cercana y amistosa pese a su divorcio, y el de su pareja actual, resultaron fundamentales en este proceso de reconstrucción personal.
El peso de la fama familiar ha sido una constante en la vida de Matilda. Desde los catorce años, el escrutinio público la ha acompañado, muchas veces en forma de prejuicios y críticas infundadas. “Por desgracia, por donde vengo y quién es mi mamá, que es una persona muy pública, desde que… por lo menos desde los catorce años ya el público me analiza con lupa”, explica.
Esta exposición temprana la enfrentó a malentendidos y juicios sobre su personalidad y estilo de vida, tanto en medios tradicionales como en redes sociales. A pesar de ello, Matilda ha aprendido a relativizar las opiniones ajenas y a desarrollar una “piel más dura”, como le aconsejó su madre.