León XIV llama a escuchar el grito de los pobres y denuncia “la dictadura de una economía que mata”

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ROMA.- Si el papa Francisco era acusado de papa “comunista, marxista o pobrista”, a partir ahora también podrá pasarle lo mismo a su sucesor. En la exhortación apostólica “Dilexit te” (Te he amado), sobre el amor hacia los pobres, el primer documento de León XIV, que fue publicado este jueves, el papa estadounidense vuelve a denunciar “los numerosos rostros de la pobreza” que se ven en el mundo, las desigualdades, la “dictadura de una economía que mata”, recuerda que “Dios opta por los pobres”, “la función social de la propiedad” e insiste en que no se puede ser indiferente al grito de los pobres.

“Aunque no faltan diferentes teorías que intentan justificar el estado actual de las cosas, o explicar que la racionalidad económica nos exige que esperemos a que las fuerzas invisibles del mercado resuelvan todo, la dignidad de cada persona humana debe ser respetada ahora, no mañana, y la situación de miseria de muchas personas a quienes esta dignidad se niega debe ser una llamada constante para nuestra conciencia”, afirma León XIV en su primer documento.

Tal como explica al principio de la exhortación -de 121 puntos-, se trata de un texto que el papa Francisco estaba preparando en los últimos meses de su vida y en continuidad con “Dilexit nos” (Nos amó), su cuarta y última encíclica, de noviembre último, sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo.

“Habiendo recibido como herencia este proyecto, me alegra hacerlo mío —añadiendo algunas reflexiones— y proponerlo al comienzo de mi pontificado, compartiendo el deseo de mi amado predecesor de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres», indica. “De hecho, también yo considero necesario insistir sobre este camino de santificación, porque en el llamado a reconocerlo en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse”, añade.

También el primer documento de Francisco, la encíclica “Lumen Fidei” (La luz de la fe, del 29 de junio de 2013), había sido escrita a cuatro manos junto a su antecesor, Benedicto XVI, que renunció al trono de Pedro en febrero de ese mismo año.

En sus cuatro capítulos, el documento recuerda que el amor a los pobres -excluidos, enfermos, presos, mujeres, migrantes- no es una ideología, sino que se basa en las sagradas escrituras, en la vida de Jesús, en escritos y hechos de los apóstoles, padres de la Iglesia y de centenares de santos, entre ellos, san Francisco de Asís, el santo de los pobres y la naturaleza. Fue justamente el día de su fiesta, el 4 de octubre pasado, que firmó este documento.

“Escuchando el grito del pobre, estamos llamados a identificarnos con el corazón de Dios, que es premuroso con las necesidades de sus hijos y especialmente de los más necesitados. Permaneciendo, por el contrario, indiferentes a este grito, el pobre apelaría al Señor contra nosotros y seríamos culpables de un pecado, alejándonos del corazón mismo de Dios”, escribe León XIV, agustino y que dedicó casi la mitad de su vida sacerdotal a la misión entre los pobres del Perú.

“La condición de los pobres representa un grito que, en la historia de la humanidad, interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos, y especialmente a la Iglesia. En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo”, afirma.

Citando no sólo documentos de Francisco, sino de muchos otros de sus predecesores, del Concilio Vaticano II y del episcopado latinoamericano, León advierte de la existencia de “sistemas políticos y económicos injustos, que favorecen a los más fuertes”. “En un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común”, deplora. “Eso significa que todavía persiste —a veces bien enmascarada— una cultura que descarta a los demás sin advertirlo siquiera y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano”, añade.

“Más allá de los datos —que a veces son “interpretados” en modo tal de convencernos que la situación de los pobres no es tan grave—, la realidad general es bastante clara: hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que nacen nuevas pobrezas. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual”, denuncia.

“Los pobres no están por casualidad o por un ciego y amargo destino. Menos aún la pobreza, para la mayor parte de ellos, es una elección. Y, sin embargo, todavía hay algunos que se atreven a afirmarlo, mostrando ceguera y crueldad”, lamenta, al denostar “prejuicios ideológicos”.

“También los cristianos, en muchas ocasiones, se dejan contagiar por actitudes marcadas por ideologías mundanas o por posicionamientos políticos y económicos que llevan a injustas generalizaciones y a conclusiones engañosas”, admite. “El hecho de que el ejercicio de la caridad resulte despreciado o ridiculizado, como si se tratase de la fijación de algunos y no del núcleo incandescente de la misión eclesial, me hace pensar que siempre es necesario volver a leer el Evangelio, para no correr el riesgo de sustituirlo con la mentalidad mundana”, agrega. “No es posible olvidar a los pobres si no queremos salir fuera de la corriente viva de la Iglesia que brota del Evangelio y fecunda todo momento histórico”, sentencia.

El primer papa agustino, de 70 años, llama la atención especialmente en el punto 23: “Muchas veces me pregunto por qué, aun cuando las Sagradas Escrituras son tan precisas a propósito de los pobres, muchos continúan pensando que pueden excluir a los pobres de sus atenciones”.

Amén de hacer un repaso de santos que se dedicaron a los últimos, a los enfermos y a los migrantes, el Papa también menciona a los movimientos populares, “muchas veces bajo sospecha o incluso perseguidos”.

Función social de la propiedad

En el cuarto y último capítulo, “Dilexit te” subraya el magisterio de los últimos 150 años, “que ofrece una auténtica fuente de enseñanzas referidas a los pobres, a la luz de la Revelación”. Y recuerda que en la constitución pastoral Gaudium et spes, el Concilio Vaticano II afirmó con fuerza el destino universal de los bienes de la tierra y la función social de la propiedad que deriva de ello: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos […]. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás. Por lo demás, el derecho a poseer una parte de bienes suficiente para sí mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde. […] Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí. […] La misma propiedad privada tiene también, por su misma naturaleza, una índole social, cuyo fundamento reside en el destino común de los bienes. Cuando esta índole social es descuidada, la propiedad muchas veces se convierte en ocasión de ambiciones y graves desórdenes”. “Esta convicción fue impulsada nuevamente por san Pablo VI en la encíclica Populorum progressio, donde leemos que nadie puede considerarse autorizado a «reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad cuando a los demás les falta lo necesario», evoca, asimismo.

El Papa acompañó la publicación de su primer documento con una carta a los cerca de 5000 obispos de todo el mundo: “Estimado hermano en Cristo, escribo con gran alegría, siguiendo una costumbre iniciada por el Papa Francisco hace más de diez años, que asocia a todo el Colegio Episcopal en momentos importantes del Magisterio Pontificio. Que ‘Dilexi te’ ayude a la Iglesia a servir a los pobres y ayude a acercar a los pobres a Cristo”.

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