“Cacería de brujas”, un espejo de las tensiones sociales contemporáneas

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Andrew Garfield quiere que todos sepan de sus gestos. No en su interpretación de un profesor de filosofía de Yale acusado de conducta sexual inapropiada en Cacería de brujas (After the Hunt), sino al hablar de la responsabilidad de un actor de comentar sobre su trabajo.

Hace un día soleado afuera del lujoso Hotel Cipriani y Garfield está sentado junto a sus coprotagonistas Julia Roberts y Ayo Edebiri, hablando de una película que, para bien o para mal, se ha convertido en tema de acalorados debates. Apenas unos días antes, en el Festival de Cine de Venecia, periodistas en una conferencia de prensa preguntaron a Roberts y al cineasta Luca Guadagnino si la película socava el movimiento feminista.

“No creo que sea responsabilidad del actor expresar nada en público. Nunca”, dice Garfield, usando las manos para enfatizar. “Por favor, cuéntales sobre la gesticulación”.

Roberts interviene: “El cabello también” (estaba rebotando).

Con Cacería de brujas, estreno de esta semana, Guadagnino y sus actores sabían que estaban haciendo algo espinoso, desafiante, sobre personas desordenadas e imperfectas cuyas vidas, y mentiras, se ven trastocadas por la acusación. Estaban listos para asumir la decisión de usar una tipografía en los créditos iniciales que Woody Allen popularizó. Pero no habían previsto la pregunta antifeminista, que quizás era menos una pregunta que una acusación.

Julia Roberts es una profesora cuyo mundo organizado se desmorona a partir de un pequeño episodio de su vida

“Esta pregunta era totalmente ajena a la película en sí”, dice Guadagnino. “Como si hubieras confundido el sujeto con el objeto”.

Problemas en filosofía

La película es una pieza coral sobre unos personajes de la universidad de Yale y alrededores, cuyas intensas charlas filosóficas sobre las conductas y el poder se vuelven menos teóricas bajo el espeluznante telón de fondo de los dramas de la vida real. Julia Roberts interpreta a Alma, una respetada profesora que aspira a la titularidad junto a su colega y coqueto compañero de copas, Hank (Andrew Garfield). Ayo Edebiri es una estudiante llamada Maggie, hija de multimillonarios, a quien todos consideran brillante y que está un poco obsesionada con Alma.

Tras una fiesta con alcohol en casa de la profesora, Maggie acude a Alma primero para contarle que Hank se pasó de la raya. Hank niega haber ocurrido nada y afirma que Maggie se venga porque la acusó de plagiar su tesis. Nadie sabe a quién creer. Alma también esconde sus propios secretos. Y todo en su mundo se desmorona de forma espectacularmente melodramática.

Ayo Edebiri, Julia Roberts y el director Luca Guadagnino en pleno rodaje de

El personaje de Julia Roberts

El guión proviene de Nora Garrett, quien trabajaba como analista de datos en Meta antes de que su guion llamara la atención de Guadagnino y Roberts, en rápida sucesión.

“La historia realmente comenzó con el personaje de Alma”, dice Nora Garrett. “Me interesaba mucho la idea de una mujer que, en lo más profundo de su ser, albergaba una mentira o algo de lo que se avergonzaba profundamente”.

Pero la compartimentación controlada que Alma mantiene de su pasado empieza a desmoronarse con la acusación de Maggie. El papel le permite a Julia Roberts realizar uno de sus mejores trabajos en años. “Digo algo que podría parecer obvio, pero es una de las más grandes estrellas y una de las mejores actrices”, dice Guadagnino. “El símbolo, la belleza del símbolo y, al mismo tiempo, la verdad de la interpretación. Es tan tridimensional”.

Juiia Roberts estaba particularmente fascinada por la relación de Alma con su marido, Frederik, un psiquiatra interpretado por Michael Stuhlbarg, habitual de Guadagnino, cuyas inesperadas decisiones la dejaron asombrada.

Luca Guadagnino en Los Angeles, California, el pasado 4 de octubre

“Me sorprendí viéndolo un par de veces en lugar de estar en la escena y pensé: ‘¡Guau, qué (cancelado) bueno!’”, dice Roberts. “Y luego pensé: ‘¡Ay, tengo una frase!’”.

Añade: “La gran fortuna de envejecer es tener más experiencia de vida y recursos intelectuales para aportar a algo como esto”.

El estilo de Luca Guadagnino

A Luca Guadagnino le gusta rodar rápido, lo que puede resultar un poco desestabilizador para quienes lo hacen por primera vez. Garfield, con quien Guadagnino lleva casi 20 años intentando trabajar, tuvo que rodar una de las escenas más emotivas en su primer día. Venía directamente de una película muy diferente, donde interpretaba a “un padre muy bobo”, y estaba preso del pánico.

“Me costó mucho hacer la transición”, dice Andrew Garfield. “Quería asegurarme de llegar lo más completo y emocionante posible. Antes de rodar ninguna toma, simplemente caminaba de un lado a otro, manteniéndome en mi personaje. Y entonces Luca se me acerca y creo que me va a dar una pista y me dice: ‘¿Siempre vas a ser así?’”.

Luca Guadagnino y Julia Roberts en una pausa del rodaje de

Garfield comprendió rápidamente que la combinación de velocidad y ligereza es parte de la magia de Luca Guadagnino con los actores.

“Quiere urgencia, quiere que estés un poco alerta”, comenta. “Así que, cuando llega el momento de rodar, es como si el tren ya hubiera partido y te aferras con todas tus fuerzas o te dejas llevar por él. Eso es realmente emocionante”.

Julia Roberts ni siquiera recordaba una escena acalorada en la que agarra a Maggie por la cara hasta que estaba viendo la película en Venecia. “Me quedé atónita”, dijo Roberts. “No la vi venir”.

Guiños a los clásicos

Desde la tipografía de Woody Allen hasta los ambientes universitarios y las conversaciones intelectuales, la película es en muchos sentidos un regreso a las películas clásicas, no solo a las de Allen, sino también a las de Mike Nichols y La malvada de Joseph L. Mankiewicz. “Pensé mucho en películas que lograron resistir la presión del tiempo y convertirse en clásicos reveladores”, dice Luca Guadagnino.

Luca Guadagnino y Julia Roberts durante la presentación de

Quizás la más inescrutable de todas sea Maggie. Incluso Ayo Edebiri cuenta que le costaba asimilar sus motivaciones y acciones. “Es una chica complicada”, define Edebiri. “Una palabra que Luca usaba mucho en las conversaciones era desplazamiento. Maggie es una persona muy desplazada psicológicamente, pero también como persona adoptada transracial, y ocupa este espacio lleno de profesores que actúan».

Pero lo importante para todos son las preguntas, no las respuestas, y Cacería de brujas no es una película que envuelva nada en una moraleja clara. Esas conversaciones son para que las tenga el público.

“Hay muy pocos cineastas vivos para quienes la prioridad sea la autoexpresión radical, vulnerable y desenfrenada, la exploración y la curiosidad, en lugar de algo didáctico”, afirma Andrew Garfield. “La conversación es, creo, lo máximo con lo que podemos soñar: que la gente se enfrente a su propia reacción. Esperemos que la película sea un espejo para cada espectador, y que así puedan comparar sus reflejos entre sí”.

Fuente: AP

[Fotos: Yannis Drakoulidis/Amazon MGM Studios via AP; REUTERS/Yara Nardi; REUTERS/Mario Anzuoni]

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