TEL AVIV.– “La guerra terminó, pero es como que estamos ahora a la vera del mar, contemplando lo que hizo un tsunami y con el temor a que venga otra ola. Pero nos aseguran que no va a haber otra ola”.
El padre argentino Gabriel Romanelli, párroco de Sagrada Familia, la única iglesia católica de Gaza, resume con estas palabras cómo vive el arrasado enclave palestino estos primeros días de alto el fuego después de dos años de horror, con al menos 67.000 muertos, entre los ellos 18.000 niños, y devastación sin precedente.
En una entrevista telefónica con LA NACION, este sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado, nacido en Villa Luro hace 56 años –a quien el papa Francisco solía llamar todas las noches–, describió la destrucción del enclave palestino de 363 kilómetros cuadrados (cuyo 53% aun sigue bajo control de fuerzas israelíes).
Habló de las miles de personas que están regresando desde el sur a barrios desaparecidos, la falta de comida, agua, electricidad, luz –que comienzan a volver en cuentagotas– y los sentimientos encontrados de sus más dos millones de habitantes: la desesperación porque casi todos han perdido su casa, las incógnitas y la incertidumbre en cuanto al futuro –¿es verdad que terminó la guerra?–, el alivio por el fin de las bombas y la esperanza de que realmente se haya abierto una nueva etapa.
–¿Cómo están ahora? ¿Cuál es el ánimo?
–Bueno, hay sentimientos encontrados, paradojales. Por un lado, hay un gran gozo, alegría, serenidad, que se vio, sobre todo el sábado, después de la primera noche sin bombardeos y hoy también, que es una cosa extraña. Quizás uno se despierta de golpe diciendo, ¿cómo es? Casi que uno se acostumbró a la guerra. Y vemos que fueron miles y miles y miles de bombardeos, que muchos representaron heridos, muertes. Es decir, no solamente fue como escuchar o ver una mala película de acción, sino la guerra. Entonces, por un lado, serenidad, alegría, ya pasó, ya terminó. Y después hay dos sentimientos que yo he visto en la gente, angustia, tristeza, el ver que han perdido todo, o casi todo, con la casa perdida, los recuerdos, los bienes, incluso las cosas más simples de la vida, los documentos, las escuelas, los lugares donde iban a recrearse. Gaza era un lugar lleno de vida. Por más que había muchas barriadas pobres, había otras de clase media y la gente tenía un buen pasar, sobre todo en Ciudad de Gaza. Y en tercer lugar, el temor al futuro: ¿qué va a pasar? ¿Es verdad que esto va a terminar? ¿Esta es la primera etapa y después? Ya pasó que las partes no respetan lo que acordaron. Entonces, ese es el temor… Aunque la mayor parte creemos que, gracias a Dios, ya está, que esta guerra terminó y hay una etapa nueva…
–¿Qué tan grande es la destrucción?
–Hay tal grado de destrucción que la mayor parte de las viviendas están destruidas, ninguna casa está del todo sana. A veces está la mitad de las casas bien, a veces quedó solamente una, literalmente una habitación, en un cuarto piso, con todo abierto, pero tienen un bañito, entonces dicen bueno, pero vamos a limpiar y ese “peor es nada” es algo, porque hay gente que no tiene nada. Esta última parte de guerra hizo mucho daño, los bombardeos en Ciudad de Gaza han sido terribles. La destrucción está por todos lados, pero hay unos barrios que casi desaparecieron. Pero casi toda la gente está dispuesta a recomenzar y se ve que vienen miles de personas del sur para ver qué pueden recuperar, si encuentran una tapera o dónde poner una carpa, o si encuentran carpa, porque también escasean…
–¿Qué cambió desde el cese del fuego?
–Además de las miles de personas que vuelven porque no hay más bombardeos, el patriarcado latino de Jerusalén pudo hacer entrar, finalmente, ayuda, verduras, frutas y agua. La gente empieza a ver que algunas cosas empezaron a aparecer, como por ejemplo ayer alguien contó que consiguió un pollo en el mercado, a precio exorbitante: 100 shekels, como unos 25, 30 dólares. Aunque la gente no tiene efectivo: hace más de dos años que los bancos están cerrados, porque están destruidos. También apareció el azúcar, que no se conseguía y que se ha llegado a pagar más de 100 dólares el kilo, se vendía por vasitos o por cucharadas… Así que la gente está buscando cómo arreglárselas…
–¿Y la infraestructura?
–No hay agua corriente, no hay electricidad, no hay cloacas y hoy llegó la noticia de que en principio empezaría a entrar gas, que hace dos años que no hay. Se ha quemado de todo, casi no queda leña, se han quemado mesas, bancos, puertas, basura, plástico… Pero va a pasar tiempo antes de que llegue el gas. Pero al menos ya empieza a moverse algo. También escuchamos que la ONU estaba trabajando para que vuelvan a producir energía eléctrica, también desde el inicio de la guerra que no hay, salvo en algún punto. La mayor parte de los 2.300.000 personas de Gaza por más de dos años estuvo sin energía eléctrica, casi sin energía solar, porque los paneles solares fueron destruidos… Pero en medio de tanta tragedia es como que se empieza a ver luz. Así estamos nosotros, que acabamos de hacer una misa de acción de gracias a Dios: sabemos que Dios nos ha ayudado y sigue ayudando, y no tiene que ver en el asunto, que la guerra la hacen los seres humanos. Dimos gracias por este cese de las hostilidades, de alto el fuego, y pedimos para que se cumplan todas las condiciones y se siga adelante, para el bien de la población palestina de Gaza, también de Cisjordania, que la situación está terrible, y por la paz de todos, palestinos e israelíes.
–¿Siguen ayudando desde la parroquia a todo el barrio?
–Sí, mucho nos pudieron participar de la misa de acción de gracias porque están separando comida para los pobres. Hemos ayudado miles de familias y seguiremos ayudando. En las últimas semanas también hemos podido ayudar a más de 1000 niños desnutridos, con sus familias, porque la guerra terminó, pero es como que estamos ahora a la vera del mar, contemplando lo que hizo un tsunami, con el temor de a venga otra ola. Pero bueno, nos aseguran que no va a haber otra ola.. Ahora acá empezamos el tercer año de la escuela y esperemos poder también ayudar a los alumnos de afuera: nosotros tenemos tres escuelas católicas, una es la de aquí, de la parroquia, que está llena de refugiados, que viven aquí, más de 400 personas, y después hay otras dos que fueron bombardeadas y habrá que ver cómo arreglarlas…
–De los 400 refugiados del predio de la parroquia, ¿algunos empezaron a irse?
–Algunos ya habían huido, están en el extranjero, algunos que tenían doble pasaporte o tenían visa, así que he de suponer que algunos se van a ir, porque la destrucción es mucha. Después otras personas se están yendo a sus casas o a lo que queda de sus casas. Hay algunos, por ejemplo, que no pudieron llegar a sus casas porque la guerra también ha dejado caos, hay distintos grupos, hay mucho saqueo, robos…
–¿Cómo está el tema de la seguridad? Decían que Hamas había salido a controlar, pero que hay un ambiente caótico, casi tipo guerra civil, con diversos clanes enfrentándose…
–Yo no hablaría de guerra civil, pero sí que en muchos barrios hay caos, hay tribus, familias, milicias. A pesar de todo lo que era Gaza, la cuestión del orden interno más o menos funcionaba antes de la guerra. Entonces ahora no se sabe muy bien, pero a veces, sí, desgraciadamente, se están tirando entre distintos grupos. Pero se ve que la gente está desesperada y esto refleja el daño que causó la guerra en las relaciones sociales. Hay familias que han perdido de todo con tantos bombardeos, y muchas personas no tienen la serenidad necesaria para reconstruir, para vivir. Por eso es absolutamente necesaria la autoridad civil, la autoridad de seguridad, como en cualquier sociedad.
–¿La gente qué dice de este futuro gobierno tecnocrático con figuras Tony Blair? ¿Hablan de eso o no les importa?
–A muchos no les importa absolutamente nada… Mientras haya alguien que ponga orden y que no vuelva la guerra, que fue absolutamente terrible y que rompió el molde, está todo bien… La gente en los últimos 20 años no hizo otra cosa que ver guerras, hay niños que lo que se acuerdan es que la guerra es parte normal, habitual, ordinaria de sus vidas. Entonces la gente quiere que alguien se haga cargo, en el sentido que ordene todo esto. Muchos dicen la Autoridad Palestina, otros dicen que no, que tiene que ser todo un nuevo liderazgo de distintas partes.. Hay un montón de interrogantes, cada uno tiene su modo de pensar, pero, en general todos están contentos de que haya terminado, todos quieren que esto termine absolutamente, incluso muchos dicen que tiene que ser un nuevo Medio Oriente, que tiene que respetarse el derecho también de los palestinos a existir, a coexistir al lado de Israel. Es decir, lo que siempre se ha postulado desde la iglesia. La gran parte de las personas quieren la paz, todos están cansados de la guerra, que ha destruido mucho más que las estructuras externas.