La marca de luminarias sostenibles que desde sus inicios cruzó fronteras internacionales

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“No somos una gran fábrica, somos una familia que cuida cada detalle y cada inversión”, dice Marcelo Dabini, una de las mentes creativas detrás de Weplight, la marca de iluminación que fundó en 2001 cuando tenía 27 años y que hoy ofrece un catálogo de más de 300 tipos de lámparas, con distribución en Argentina, Estados Unidos, Australia y algunos puntos de Europa.

Marcelo Dabini, fundador de Weplight, en el taller de Barcelona

La cuota familiar es, también, literal: con casi 80 años, su padre, Norberto, es fuente de consulta sagrada para todo el equipo. Experto en diseño de productos, fue él quien acercó a Marcelo al universo de los materiales, los talleres y los prototipos. “Yo estudié cine y trabajaba en la producción de videoclips musicales. El mudo del diseño era más de mi padre, que elaboraba productos, adhesivos y maquinarias para distintas empresas. Me apoyé en su sabiduría y en su experiencia y le propuse desarrollar codo a codo esta marca”, comparte con Living Dabini hijo.

Lámparas de Weplight en una ambientación de la arquitecta Cecilia Gómez Arbuin, de Monoestudio, en un departamento de estilo clásico en Recoleta.

Fue el universo cinematográfico el que probablemente empapó a Marcelo de sensibilidad y preocupación por el detalle, y el que lo hizo detenerse en la importancia de la iluminación escenográfica.

El acercamiento permite ver con más detalle el interior

Los mejores resultados surgen cuando diferentes disciplinas dialogan: cuando la experiencia técnica se une a la visión estética y cuando la innovación respeta la sabiduría de los procesos tradicionales

Marcelo Dabini, fundador de Weplight

Validación internacional

En 2005, con la incorporación de la diseñadora gráfica Nadia Corsaro –actual socia– el proyecto se transformó en un laboratorio de formas y combinaciones que explotan al máximo las posibilidades materiales de la madera. La validación de clientes internacionales fue inmediata.

En efecto, los primeros trabajos de Weplight fueron para exportación: los productos se vendieron a firmas de diseño estadounidenses como Urban Outfitters y Anthropologie, así como a las tiendas de grandes museos, lo que llevó al equipo a desplegar talleres de ensamblaje en Estados Unidos y Australia y, dos años atrás, abrir una nave de producción en Barcelona para expandir el mercado por Europa y estar más cerca de los avances tecnológicos.

Sobre la mesa, lámpara 'Simona'

“Yo sabía que quería algo mejor”

Weplight significa Wood Eco Project (en español, proyecto de madera ecológico), un nombre que refleja un compromiso con la sostenibilidad en el uso de madera reciclada y pegamentos y lana biodegradables, así como en la reutilización de desechos. Y aunque el ajuste de rumbo fue rápido, la firma no comenzó con este enfoque.

“El plástico daba mejores números, pero yo sabía que quería algo mejor. Gracias al knowhow de mi padre, logramos desarrollar una madera reconstituida flexible, que es la base de todas nuestras luminarias. Todo lo que vino después empezó a cobrar naturalmente mucho valor”, recuerda Marcelo, quien confirmó, en el mercado de Suecia, que la esencia de la marca tomaba entonces el camino correcto.

Arriba, la lámpara 'Emilia', una de las más vendidas. El nombre de mujer de cada modelo surge de amistades, colaboradores o incluso asociaciones lúdicas ('Olivia', estilizada como la novia de Popeye, es un ejemplo)

Weplight participa desde hace 15 años en la Feria de Mobiliario e Iluminación de Estocolmo, en donde el equipo ha sido testigo (y aprendido) de la obsesión nórdica por la madera, la acústica y la sostenibilidad, un camino cultural ajeno a las tendencias. El evento es también, para Marcelo y sus pares, una fuente de inspiración estética. “Mucho de lo que ideamos surge de las formas de la naturaleza, de lo orgánico, de los paisajes… Referencias que aparecen siempre en aquel encuentro”.

El modelo 'Renata' en versión mini suspendida sobre la mesa de luz

“Diseñamos luminarias de formas fluidas que se integran con sensibilidad en cada entorno, buscando el equilibrio entre la luz y la sombra como parte del lenguaje del diseño”

Lámparas Matilda

Otros eventos en los que han participado son la Feria Internacional del Mueble Contemporáneo (Estados Unidos), la Euroluce (Italia) y la Light and Building (Alemania), que se celebra en la ciudad de Frankfurt. “El catálogo se renueva cada dos años de cara a la feria alemana. Cada integrante del equipo desarrolla un producto y hacemos un jurado interno para ver qué llevamos y, en consecuencia, que se incorpora a nuestra oferta”. Crece, así, la cantidad de productos, pero la impronta de la empresa se mantiene doméstica y horizontal.

El modelo 'Lora'

“Varios de los chicos son estudiantes o diseñadores industriales y tienen lámparas de su autoría en el catálogo, que hoy consta de alrededor de 20 modelos (entre colgantes, de mesa y de pie) y 300 opciones de acabados, formas y colores”, dice Marcelo.

Todos los integrantes de Weplight se ocupan personalmente de la producción y ensamblaje de las lámparas, incluyendo a Marcelo Dabini, el dueño de la empresa

Y aquí otro destacado: la exclusividad. “Cada lámpara es única. Al hacer un producto a medida y con tanto juego de tamaños y materialidades, es muy difícil que se repitan los productos, y eso ha sido siempre un sello distintivo de la marca, junto con la huella artesanal”, asegura el dueño.

El catálogo de Weplight consta de alrededor de 20 modelos –colgantes, de mesa y de pie– y 300 opciones de acabados, formas y colores, lo que hace de cada lámpara una pieza única.

Mano de obra

En Weplight todos diseñan, pero también todos montan, incluso Marcelo. “Es la parte más divertida. Somos cinco personas en España y cuatro en Argentina y todos nos encargamos del laminado de la madera, el prensado, el teñido, los cortes, los encastres, etc. Como el catálogo es tan diverso, no trabajamos con stock. En cuanto entra un pedido, ponemos manos a la obra para entregarlo en un plazo de 15 días”, dice Marcelo, y detalla que el promedio de producción suele ser de 50 lámparas por semana.

La madera utilizada en las lámparas está certificada por el FSC (Forest Stewardship Council), lo que garantiza que procede de bosques bien gestionados; además, los productos cumplen con normas internacionales de sostenibilidad como LEED y BREEAM

Desde los talleres de Barcelona y Buenos Aires también se fabrican las piezas sueltas que se envían a Estados Unidos y a Australia para ser ensambladas bajo los parámetros y las certificaciones locales, y eso implica mucha atención en packaging, para que todo llegue tal cual salió. Pero en eso les sobra cancha: “Cada paso que hemos dado a sido a pulmón, al punto que varios de los productos del catálogo tienen el tamaño de una tabla de surf, ya que fueron hechos para entrar en la funda y poder llevarlos con nosotros a las ferias; no podíamos permitirnos el presupuesto de una exportación”.

El modelo 'Renata oval' en una ambientación de la arquitecta Cecilia Fidanza

En definitiva, Weplight es más que una marca de lámparas: es el resultado de un legado familiar, un cuidado del equipo de trabajo, una manera de tratar los materiales con respeto, y una luz que viaja desde Buenos Aires hacia el mundo, atravesando fronteras con la calidez de lo artesanal y la calidad de la tecnología.

 

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