Los datos que exponen la crisis de River y por qué Gallardo dijo “al final de temporada veremos cómo seguimos”

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¿Y ahora qué? River atraviesa sus horas más problemáticas de los últimos doce años. El momento más crítico desde que llegó Marcelo Gallardo en 2014 para transformar la historia moderna. Jamás el entrenador había vivido una situación similar en el cargo: desde la eliminación en la Copa Libertadores lleva seis derrotas en los últimos siete juegos, con cuatro caídas al hilo en el Torneo Clausura que hasta pusieron en riesgo su puesto en la tabla anual. Pero lo más doloroso es que hoy el equipo no tiene identidad, no sabe a qué juega, es muy poco audaz, no responde anímicamente y toma cada vez más distancia del hincha, que ante Sarmiento insultó, silbó y reprobó como hace más de una década no ocurría. Pronóstico reservado.

“Jugadores, la c… de su madre, a ver si ponen huevo, que no juegan con nadie”, fue la expresión de bronca del público millonario cuando el duelo contra el Verde de Junín empezaba a cerrarse en el Monumental. Una reacción enmarcada en un año con una millonaria inversión, repleto de cachetazos y de expectativas no cumplidas que se potenció negativamente con la mala racha del último mes: después de perder solamente dos de los primeros 41 encuentros del año, River cayó en seis de los últimos siete para alcanzar un récord negativo que no se daba desde 1982.

La voz de Gallardo

Más allá de las bajas por la Fecha FIFA, el 0-1 del domingo desnudó a un equipo apático, sin lucidez y sin ideas que jugó su peor partido del 2025 ante un rival que lucha por salvarse del descenso. Y la reacción de la gente se ata también a los golpes sucesivos con Palmeiras, Atlético Tucumán y Rosario Central, más las dos históricas derrotas en casa contra Deportivo Riestra y Sarmiento. Tras el final de la paciencia llegó el hartazgo. Y el técnico, que antes era intocable, hoy se empieza a salpicar.

Desde 2013, en aquel mal momento con Ramón Díaz entre el Torneo Inicial y la eliminación en la Copa Sudamericana, que el hincha no expresaba su bronca de esta manera en Núñez. Pasaron doce años y casi diez con el Muñeco en el mando, con un sello característico que hoy se ha diluido: la identificación. El público de River, además de que se había acostumbrado al éxito, sabía lo que iba a proponer su equipo, conocía a la perfección la búsqueda de su entrenador, entendía sus decisiones y valoraba las formas que elegía para transitar la temporada.

Por eso, ante la derrota había respaldo. Gallardo se ha ido ovacionado pese a un mal resultado. Hoy ocurre todo lo contrario. Pierde sin plantar su bandera, no le sobran argumentos futbolísticos, por momentos se ve una holgura en el juego propia de un equipo campeón sin serlo y no se sostiene ante la adversidad: un gol lo deja groggy, al punto tal que no pudo dar vuelta ninguno de los doce partidos que comenzó perdiendo en el año -perdió siete y empató cinco-.

“El momento es jodido. Tal vez es hasta el más no reconocible con lo que uno pretende”, dijo Gallardo en conferencia, y argumentó: “No hay excusas y no tengo mucho más para decir que es un momento para afrontar con dignidad. Hay que asimilarlo y asumir la responsabilidad de estos malos resultados y seguir intentando. No estamos bien, pero los objetivos están ahí. Vamos a tener que hacer mucho mérito. Tenemos dos partidos de la Copa Argentina, el torneo que está en la pelea y el partido con Boca. Desde mi lugar me responsabilizo de la situación. Hasta no determinar las falencias, seguiré intentando”.

El Muñeco se hace cargo y absorbe la responsabilidad. Es la única figura que se sienta ante los micrófonos para dar explicaciones. La más capacitada, también. Porque ante cada derrota, los jugadores de River normalmente evitan dar declaraciones. Ayer no fue la excepción: únicamente se escuchó la voz del entrenador, que habla sabiéndose cuestionado.

El técnico ha rotado nombres y esquemas durante todo el año sin poder lograr ese “equipo confiable” que estaba “en construcción”, según sus palabras. ¿Quiénes son hoy titulares asentados en el once? ¿Cuál es la columna vertebral? ¿Quiénes son los centrales, el cinco y el nueve? ¿Qué sistema táctico utiliza? Lo que un día parece ser una garantía, al otro puede ya no serla. La confianza nunca se mantuvo en alza y hoy los líderes históricos, ya en su tramo final en el club, no se imponen como antes. El único jugador que se mantuvo en nivel durante todo el año fue Franco Armani, pese a su error ante Sarmiento. Y si el arquero es el jugador más regular de un equipo que quiere ser protagonista también es un síntoma.

El flojo partido ante Sarmiento

El mercado de pases también potencia la situación porque son dieciséis los refuerzos que han llegado en un año y medio con alrededor de 65 millones de euros invertidos. Eso elevó la exigencia y la expectativa. Germán Pezzella, Maximiliano Meza, Marcos Acuña y Fabricio Bustos llegaron a mediados de 2024; Enzo Pérez, Giuliano Galoppo, Gonzalo Montiel, Kevin Castaño, Lucas Martínez Quarta y Sebastián Driussi, más Matías Rojas y Gonzalo Tapia que ya no están, arribaron a comienzos de 2025; y tanto Maxi Salas como Juanfer Quintero, Juan Portillo y Matías Galarza se incorporaron hace unos meses.

A mediados de año también hubo una marcada reestructuración: el DT decidió dejar de tener en cuenta a ocho jugadores tras el Mundial de Clubes. Pero la renovación no potenció el rendimiento y la mayoría aún tiene la lupa encima.

A lo largo del primer semestre, dependió ofensivamente del rol de Franco Mastantuono, quien se fue por 45 millones de euros a Real Madrid y le generó un enorme dolor de cabeza a la hora de construir juego. Nacho Fernández, Juanfer Quintero, Santiago Lencina, Pity Martínez… ahora recuperó a Maxi Meza. Ninguno pudo tomar la manija del equipo como lo hizo el juvenil de 17 años. Sumado a eso, en este último tiempo hasta se ha quedado sin gol: solo marcó 11 goles en 12 partidos y solamente cinco fueron de sus delanteros. El único atisbo de reacción se vio ante Racing en la Copa Argentina, con más amor propio que fútbol. Estaba obligado a ganar y lo hizo, con ese 1-0 en Rosario que hoy le permite tener vida y apostar su ficha más fuerte en las semifinales contra Independiente Rivadavia de Mendoza del viernes 24. Aquella tarde noche de mucho ímpetu y presencia parecía ser el trampolín para dar vuelta la página y transformar el cierre del año, pero ante Central y Sarmiento estuvo lejos de confirmarse. Y todo parece volver a repetirse.

“¿Cómo no voy a entender al hincha? Nací en este club y no puedo reprocharle nada. No se dan los resultados y el hincha apoya, alienta y nos exige. Hay que devolver esa confianza. Tenemos que responderle. Estamos en la mala, hay que bancar y sé que lo van a hacer”, dijo Gallardo. “Yo no vengo a vivir gratis. Haber vivido lo que hemos vivido me identifica con la gente. Pero no vine a vivir del pasado acá. Podría haberlo hecho en mi casa disfrutando de la vida. Me gustan los desafíos y son permanentes. Mi desafío es permanente, conmigo como persona, como entrenador. Y me pongo objetivos: sí, claro. Eso me alimenta. Y por eso esta adversidad no me va a hacer claudicar. Es una adversidad futbolística, reconocer que no estamos bien y seguir. Si tenemos los argumentos tendremos que mostrarlos y al final de temporada veremos cómo seguimos. Repito: las cosas están sobre la mesa. Tenemos que hacer otro mérito para tener expectativas de lograr esos objetivos”.

“Al final de la temporada veremos cómo seguimos”, fue una de las frases de Gallardo. Su contrato vence en diciembre próximo y antes incluso habrá elecciones. Pero previo a todo eso estará la urgencia deportiva para lo que resta de 2025, la mano del DT para ver cómo relanzar al equipo. Hoy, nada se puede asegurar, más allá de las necesidades entre el cuerpo técnico y los futbolistas de encontrar una mejora en el juego y los resultados.

El sábado en Córdoba tendrá una nueva oportunidad ante Talleres para cortar la sangría de puntos -0/12 en los últimos cuatro juegos-. Luego llegará el desafío de la Copa Argentina, para cerrar con Gimnasia en el Monumental y Boca y Vélez como visitante la fase de regular del Clausura. Tres objetivos, como dijo el entrenador, para poder recomponerse y ser campeón. La obligación ya había llegado. Ahora apareció el hartazgo del hincha. Y por primera vez los cuestionamientos directos ya alcanzan al Muñeco, que tiene contrato hasta diciembre y conoce más que nadie la exigencia de River. Clasificarse a la próxima Copa Libertadores es el piso mínimo y hoy hasta eso ya está en duda.

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