Pablo Rodríguez Laurta, el sindicado doble femicida de Córdoba, llegó a Entre Ríos, el sábado 4 de este mes. Había cruzado el río Uruguay desde la ciudad uruguaya de Salto en una canoa que ocultó entre vegetación en Puerto Yeruá. Durante tres días se alojó en un hotel de Concordia con una identidad falsa. El hospedaje lo intentó pagar en dólares, pero los encargados le pidieron pesos argentinos. Después, a la tarde del martes 7 de octubre, cuando ya oscurecía, fue hasta la terminal de ómnibus donde se encontró con el chofer Martín Palacio, otra de sus víctimas. El plan criminal que había comenzado a ejecutarse iba a terminar con los homicidios de su expareja, Luna Giardina, y su exsuegra, Mariel Zamudio, y el secuestro de su hijo Pedro, que hoy cumplió 6 años.
Así lo pudo reconstruir LA NACION, de fuentes de la Policía de Entre Ríos y del Ministerio de Seguridad de Córdoba, que participaron de la investigación
“Rodríguez Laurta practicó durante diez días cómo manejar un kayak o piragua”, sostuvo el ministro de Seguridad y Justicia de Entre Ríos, Néstor Roncaglia, en una conferencia de prensa donde dio detalles sobre la investigación y la detención del sindicado triple homicida.
Rodríguez Laurta, un ciudadano uruguayo de 39 años, llegó a Salto en su auto marca Lifan y durante los diez días que practicó cómo navegar con una pequeña canoa el río Uruguay para no pasar contratiempos alquiló una cabaña. Tras la detención del sospechoso, pescadores que suelen estar en la zona recordaron haberlo visto, dijo a LA NACION un jefe policial que participó de la investigación.
Durante los tres días que estuvo en Concordia hasta que viajó a Córdoba para asesinar a la madre de su hijo y su exsuegra, Rodríguez Laurta viajó en colectivos interurbanos.
Faltaban seis minutos para las 20 del martes 7 de este mes cuando Rodríguez Laurta se encontró en la terminal de ómnibus de Concordia con Palacio. Le iba a pagar $1.500.000 por el viaje.
“En principio, el destino del viaje iba a ser la ciudad de Rafaela, en Santa Fe”, dijo Roncaglia, que en la citada conferencia, donde estuvo acompañado por jefe de la Policía de Entre Ríos, comisario general Claudio González, y el comisario inspector José María Rosatelli, a cargo de la Jefatura Departamental Concordia, entre otras autoridades.
Después de saludar a Palacio con un beso y un abrazo y de guardar su equipaje en el baúl, el sospechoso se subió al Toyota Corolla blanco para comenzar el viaje que iba a terminar con tres homicidios.
Entre las 22 y las 23 del martes 7 de octubre los dos teléfonos de Palacio dejaron de funcionar. Se supone que en ese lapso fue asesinado por Rodríguez Laurta.
Los investigadores sospechan que Palacio fue asesinado en el trayecto entre Estación Yeruá, en el departamento Concordia, y General Campos, en el departamento San Salvador.
“Fue decapitado”, dijo Roncaglia en la citada conferencia de prensa. Si bien todavía falta la confirmación oficial, todo indica que el cuerpo desmembrado encontrado ayer por la Policía de Entre Ríos ayer a la vera de un camino vecino corresponde al remisero. Todavía no fueron hallados los brazos y la cabeza.
“Por cómo estaba el cuerpo desmembrado suponemos que el asesino utilizó un hacha o un machete”, explicó una fuente del caso.
Para reconstruir el trayecto que hizo el sindicado homicida, fueron claves las cámaras de seguridad públicas y privadas de Córdoba y Entre Ríos.
A las 2.44 del miércoles 8 de octubre pasado, el automóvil de Palacio llegó a una estación de servicio de San Salvador, en Entre Ríos. En el vehículo había un solo pasajero: Rodríguez Laurta. Estuvo 15 minutos. A las 2.59, tras cargar combustible, se retiró.
“Estuvo por caminos internos de San Salvador hasta llegar a la ciudad de Victoria, desde donde cruzó a la provincia de Santa y después continuar viaje hasta Córdoba”, dijo un detective policial.
A esa altura la familia de Palacio ya había hecho la denuncia de averiguación de paradero en Córdoba. El auto del remisero apareció incendiado el jueves pasado en el camino de las Altas Cumbres, en Córdoba.
“Por el análisis de las filmaciones de las cámaras de seguridad se pudo identificar a la persona que incendió el auto. Se tenía su imagen, faltaba ponerle nombre y apellido”, dijo una fuente del Ministerio de Seguridad de Córdoba.
Hasta el momento, lo único que falta determinar es cómo llegó, el sábado pasado, Rodríguez Laurta a la escena del doble crimen, la casa de su exmujer. Las víctimas fueron asesinadas a balazos.
“Todo indica que el arma homicida fue una pistola Bersa 380 que el asesino compró en Uruguay”, dijeron fuentes de la investigación.
Tras asesinar a su exmujer y a su exsuegra, el femicida se fue a la terminal de ómnibus de Córdoba. Empezaba la ejecución de la parte final del triple crimen.
“Rodríguez Laurta cometió un error. Para ir a la terminal de ómnibus de Córdoba llamó por teléfono a un taxi desde su móvil”, agregaron los voceros consultados.
Para los investigadores del doble crimen de Córdoba no fue casual que los asesinatos hayan ocurrido el 11 de octubre: la restricción de acercamiento que tenía Rodríguez Laurta venció el día anterior.
En la terminal de ómnibus de Córdoba, el sospechoso y su hijo se subieron a otro taxi que los llevó hasta Gualeguaychú, donde se hospedaron en el hotel Berlín.
Con el paso de las horas estaban tras sus pasos. “Se intervino su línea telefónica y nos enteramos de que a las 15 [del domingo pasado] había reservado un remise para ir desde Gualeguaychú hasta Puerto Yeruá, donde tenía escondida la canoa para escapar a Uruguay con su hijo”, afirmaron fuentes del caso.
Entonces, el ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, se comunicó con Roncaglia para avisarle las novedades. La Justicia dispuso un operativo de urgencia para detener al doble homicida y rescatar al niño.
En la habitación del hotel donde se hospedaba el sospechoso, los detectives policiales encontraron los documentos de Palacio y la supuesta arma utilizada en el doble crimen con un proyectil en la recámara.
“Cuando los funcionarios se ponen al frente del caso se logran resultados”, sostuvo a LA NACION el ministro Quinteros.
Por su parte, Roncaglia, después de destacar el trabajo en conjunto entre las policías de Córdoba y Entre Ríos, afirmó sobre Rodríguez Laurta: “Estamos ante una verdadera mente criminal metódica. No se manejó por un mero impulso. Tuvo plena conciencia”.