La sutil e inconmensurable potencia de la naturaleza. Ese símbolo frágil y preciado es lo que logra capturar Donna Conlon, quien nació en Estados Unidos, y reside y trabaja en la ciudad de Panamá desde 1994. En 1991 obtuvo una maestría en biología por la Universidad de Kansas y en 2002 otra en arte por la Rinehart School of Sculpture, Maryland Institute College of Art.
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Su mirada artística está fuertemente marcada por su formación científica. Hay en sus videos una sensibilidad singular: la atención meticulosa de la bióloga se traslada al arte mediante la ironía, la ternura y el humor. Conlon define su trabajo como una investigación socioarqueológica sobre su entorno inmediato. Observa con precisión los detalles de su ámbito local y de su vida cotidiana, y luego se centra en ellos de manera que revelen las contradicciones inherentes a nuestro estilo de vida contemporáneo.
En Pinta BAphoto presenta Refugios frágiles, un video que incluye siete piezas, con curaduría de Irene Gelfman, directora artística de la feria. Son obras para detenerse y saborear: pequeños relatos visuales que invitan a contemplar la delicada convivencia entre lo humano y lo natural. Conlon parte de gestos simples, de observaciones mínimas, para devolvernos otra mirada del mundo.
Los videos expuestos recorren 20 años de producción de la artista, desde 2003 hasta 2022. Presagio simboliza la huella humana en la naturaleza. Los mamíferos presenta un mundo paralelo donde la naturaleza artificial deviene realidad y la supervivencia es la única opción. Zona de confort cuestiona las convenciones sociales que nos limitan. Marea baja es una declaración sobre el impacto de la actividad humana en nuestros recursos naturales y Refugio natural revela la vida que se esconde bajo la basura.
En El basurero, una colonia de hormigas transporta diminutos billetes de un dólar hasta arrojarlos a un basurero. La pieza es una crítica al capitalismo y su impacto en la crisis climática. La artista observó primero la conducta de las hormigas encargadas de la limpieza dentro de la colonia y luego introdujo billetes en miniatura en su hábitat. El resultado es una metáfora precisa, nacida de la observación paciente.
En la colección del Malba se encuentra otro de sus videos, donde las hormigas, en una suerte de desfile, cargan banderas de distintos países. Conlon solo les ofreció las pequeñas banderitas de papel: las hormigas hicieron el resto.
Nada es ficticio en sus obras. La artista pasa horas observando, analizando, esperando que los animales cooperen. Y lo logra con imágenes de una belleza hipnótica. En De las cenizas, un colibrí yace inmóvil, boca arriba. Parece muerto. Luego, lentamente, reacciona. Su cuerpo vibra, su plumaje reverbera en tonos azulados y tornasoles, hasta que emprende vuelo. “Esta pieza tiene que ver con la fuerza que tiene la naturaleza, a pesar de los seres humanos y de sus acciones”, señala Conlon.
La mano de la artista parece consolar al colibrí que yace como agonizante. Inesperadamente, más allá de toda acción humana, cobra vida. Resplandece: su color verdoso se transforma; su aleteo, que exhibe tonos fulgurantes, vuelve a cautivar.