Reseña: Oposición, de Sara Mesa

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“Porque ¿qué había hecho yo en los más de dos meses que llevaba ahí? Nada”, reflexiona Sara Villalba, la narradora de Oposición, de la española Sara Mesa (Madrid, 1976), autora de novelas como de Mala letra y La familia.

Villalba es una muchacha que entró a trabajar en una dependencia pública. Desde el primer día se siente perdida en un laberíntico ambiente burocrático: nadie se muestra interesado en asignarle una tarea, se desaprueba la iniciativa, se desalienta la eficiencia, para cualquier trámite es necesario enviar una “nota interior” y abundan los despachos vacíos. Todo le parece confuso y sin sentido (“Hablaban del trabajo, pero con tal nivel de detalle que resultaba indescifrable”; “Había tantas cosas que yo no sabía. Con el tiempo, empecé a sospechar que ni las sabía yo ni las sabía nadie.”)

Los sobrios matices expresivos de la voz narradora fortalecen la verosimilitud del relato y le imprimen una adecuada gradación a esa opresiva sucesión de monotonía rutinaria que va absorbiendo a Villalba, mientras ella se debate entre sus incertidumbres y sus intentos por adaptarse a una ilógica situación laboral y por congeniar con sus compañeros de trabajo.

Entre los funcionarios de la oficina figuran la asesora jurídica Teresa, el secretario general Echevarría, un “comité de sabios”, un ocioso “jefe de negociado número dos” y Beni, que lleva casi dos décadas en la administración y es “estricta como una antigua maestra de colegio”.

Villalba se hace muy amiga de Sabina, una empleada de la sección informática, y a instancias de Beni decide presentarse a una oposición para competir por un puesto administrativo. Su relación con estas dos mujeres atraviesa diferentes altibajos que más adelante la inducen a concluir que, así como Sabina no la consideraba digna de conocer sus secretos, ella tampoco consideraba a Beni digna de conocer los suyos.

El absurdo se intensifica cuando se pone en marcha una Oficina de Mediación y Protección Administrativa (OMPA). Sara debe registrar las reclamaciones enviadas por los ciudadanos y mandárselas a Teresa para que, a su vez, se las remita al comité de sabios. Como llegan poquísimas reclamaciones, empieza –por diversión o por aburrimiento– a mandar reclamaciones falsas que ella inventa y que son totalmente ridículas.

El crescendo de aberraciones burocráticas cede en el tramo final de la novela y Mesa, una narradora dúctil, prefiere concentrarse en las contradicciones que envuelven a Villalba y la obligan a enfrentar sus propios cuestionamientos morales y el miedo a pasarse “la vida atrapada en un edificio como ese, a que la monotonía se convierta en costumbre y después en necesidad”.

Oposición

Por Sara Mesa

Anagrama

225 páginas

$ 35.500

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