El nuevo Centro de Investigaciones Agrobiotecnológicas (CIAB) de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de La Plata se posiciona como un actor clave en la vinculación entre la academia y el sector productivo en la Argentina.
Uno de sus grandes hitos fue la creación, el 15 de julio pasado, del primer Consorcio de Cannabis del país en colaboración con la universidad, junto con empresas y organizaciones adherentes. Se trata de un paso fundamental en la investigación de esta planta para usos cosméticos, medicinales, alimenticios e industriales. En esta primera etapa lo integran las empresas Radha Colors SRL, CANNBA SRL y la Asociación de Veterinarios Cannábicos Argentinos.
El CIAB también es responsable del proyecto “Prototipo de línea de producción para separación, selección y cosmética de flores de cannabis sativa L.”, ganador del Fondo de Innovación Tecnológica de Buenos Aires (Fitba), cuyo objetivo es aumentar la productividad en el procesamiento de la inflorescencia mediante Inteligencia Artificial (IA).
Cecilia Gaillard, ingeniera en alimentos, detalló: “En 2024 fuimos uno de los 68 proyectos que ganaron un financiamiento del Fitba. Quedamos seleccionados para desarrollar un prototipo que detecte flores de cannabis con hongos y las separe de la cosecha. Ya estamos en el mes número seis y tenemos que presentar el primer avance técnico. Al finalizar el año, la empresa se queda con la máquina”.
Ese prototipo se compone de tres módulos: el primero es una cogolladora, que automatiza lo que hoy se hace manualmente con tijeras; el segundo incorpora IA para clasificar los cogollos, según estén contaminados o no; y el tercero es una trimeadora, que realiza la “manicura” de la flor para dejar el cogollo limpio. El impacto es inmediato: “Lo que los cultivadores tardaban una semana en hacer, con la máquina lo hicieron en un día. El ahorro de tiempo es enorme y repercute en la productividad”, afirmó Gaillard.
La Asociación de Veterinarios Cannábicos Argentinos, que forma parte del consorcio, trabaja desde hace años con perros que sufren trastornos de conducta. “Estábamos trabajando con perros que sufrían de estrés, por ejemplo, los afectados por las inundaciones de Bahía Blanca. Veníamos utilizando aceite de cannabis para tranquilizarlos y los resultados eran buenos”, señalaron desde la entidad.
El problema que enfrentaban era no conocer con precisión la concentración de cannabinoides presentes en la flor de cannabis, como el THC —de efecto psicoactivo— y el CBD —de uso medicinal y legal en la Argentina—, información necesaria para poder dar el tratamiento correcto. Ahí es donde se inserta su línea de investigación.
Además, el CIAB impulsó la creación de la Cátedra Libre de Transformación Tecnológica, que procura transferir conocimiento al sector productivo y fortalecer, en particular, la competitividad de las pequeñas y medianas empresas (PyMes).
“Esta universidad se creó como Universidad Obrera Nacional. El objetivo era ir a la fábrica y tomar de la fábrica capital humano y capacitarlo. Eso generó una transformación porque permitió la industrialización del país y puso gente técnica en espacios más capacitados dentro de las fábricas”, explicó Luis Perego, ingeniero químico, doctor en Administración y profesor de la UTN.
La propuesta parte de una constatación: las PyMes argentinas enfrentan dificultades para incorporar herramientas digitales y carecen de personal capacitado para adoptarlas. Para revertir esa brecha, además de lo que ellos denominan “Transformadores Tecnológicos”, se creó el Consorcio PyME para la Optimización de Procesos con IA.
“El consorcio PyME tiene que tener directivas y resultados concretos; si no, se transforma en un club. ¿Cómo creo conocimiento? Creando una mesa de inteligencia artificial que resuelva problemas de las empresas. Es experimental, pero apunta a eso”, señaló Perego.
El esquema se organiza en dos mesas de trabajo: la Mesa de IA, integrada por desarrolladores, y la Mesa PyME, formada por representantes de empresas que traducen sus necesidades en requerimientos tecnológicos.
El otro componente innovador es la figura de los “Transformadores Tecnológicos”: estudiantes avanzados, seleccionados por el CIAB, que se incorporan a las empresas para aplicar conocimientos modernos en procesos, productos y logística.
“El estudiante recurre a las empresas para transformarlas tecnológicamente. Las fábricas no se adecuaron a los cambios y el estudiante tiene conocimiento inaplicado. La única forma es crear constructos intelectuales de cómo llevar adelante esta transformación”, señaló Perego.
El esquema ofrece beneficios recíprocos: los estudiantes obtienen experiencia en problemáticas reales, con horarios flexibles y una remuneración equivalente a un convenio colectivo; las empresas, a su vez, acceden a tecnología y habilidades blandas que difícilmente podrían incorporar por sus propios medios.
Según el profesor, si la Universidad Tecnológica Nacional —que cuenta con 30 unidades académicas en todo el país— logra multiplicar por cuatro la formación de estudiantes, llevándola a 400.000, podrá armar una red que llaman “Tienda del Saber”. Esa red, asegura, podría liderar la transformación que necesita la Argentina.
La historia de Diego Iocco, estudiante de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), ilustra bien esta dinámica. Un día se acercó al centro de investigación con ideas propias. Silvia Marteau, ingeniera química, doctorada en administración y profesora de la UTN y líder del CIAB, recordó aquel episodio: “Viene un colega mío con Diego, este chico quiere patentar. Él venía con una idea que había desarrollado porque trabajaba en una fábrica de pastas para mejorar los procesos, empezó a usar IA para agilizar el amasado de la pasta”.
Y añadió: “Con una impresora 3D creó moldes para hacer todo más rápido. La idea estaba buena, pero el hecho de patentar en el camino se diluye: te genera mucho costo y al final no es significativo”.
Ese impulso creativo terminó consolidándose dentro de la Cátedra. Allí, cada becario con habilidades específicas lidera un equipo de trabajo y asume la responsabilidad del resultado final. En el caso de Iocco, su desempeño lo llevó a trabajar en dos empresas: en Eliggi, marca de repuestos y accesorios para autos y camionetas, donde desarrolló un bot de compras; y en Radha Colors, dedicada a repostería y cotillón, donde optimizó el stock de almacenes y productos terminados.
“Hacemos más eficiente el trato con proveedores. Entre la casa matriz y las franquicias hay 50 pedidos urgentes por día. Nuestra guía calcula prioridades, consulta stocks y concreta compras. Esa fue la primera implementación, pero ahora avanzamos también en áreas más específicas dentro de la empresa”, señaló Iocco.
El CIAB se presenta como una pieza nueva en un engranaje antiguo: el de la universidad pública vinculada con la fábrica. En esa intersección, donde los estudiantes se convierten en “transformadores tecnológicos” y los proyectos pasan de la pizarra al mercado, se juega algo más que el futuro de un centro. Se ensaya, acaso, una forma distinta de pensar la relación entre conocimiento y desarrollo en la Argentina.
“Ahora es un momento histórico para la República Argentina. Siempre lo es, pero este es un momento trascendente. ¿Por qué? Porque la industria argentina está rota y hay una apertura de la economía que debe ser subsanada de alguna manera con algo que se llama universidad”, concluyó Perego.