Trueno: su colaboración y gira con Gorillaz, su nuevo show en Ferro y el grande del rock local al que le regaló su vinilo

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El 11 de agosto de 1973, la grafitera y breakdancer Cindy Campbell organizó una fiesta en su Bronx natal en la que su hermano, Kool Herc, hizo las veces de disc jockey. Tanto por la convocatoria, su impacto cultural y las técnicas del DJ anfitrión para pinchar y mezclar discos extendiendo las bases rítmicas con el uso de dos bandejas y una mezcladora, a este encuentro suele rotulárselo como el kilómetro cero del hip hop, un hito fundacional para la cultura urbana de la segunda mitad del siglo XX. Y aunque ocurrió casi treinta años antes del nacimiento de Trueno, el hito condicionó toda su carrera artística, desde sus comienzos en las contiendas de freestyle a su carrera como rapero hecho y derecho.

Tras un puñado de singles y sesiones con Bizarrap, el artista nacido como Mateo Palacios Corazzina comenzó una carrera discográfica en ascenso constante, que tuvo en Atrevido y Bien o mal sus primeros episodios.

Trueno performing at Red Bull Symphonic // Federico Sevilla / Red Bull Content Pool // SI202509270541 // Usage for editorial use only //

En 2024, Trueno decidió convertir a su tercer disco en una celebración por los 50 años del hip hop, el género que abrazó y convirtió en su bandera desde sus primeros pasos como artista. Con un título con aura basquetbolista, El último baile le sirvió para volver a tomar impulso después de haber alcanzado ya una serie notable de logros, con un Gardel de Oro para Bien o mal y una colaboración en vivo con Gorillaz como primeros ítems de la lista. De la mano de hits como “Tranky Panky”, “No Cap” y “Real Gangsta Love”, el álbum le permitió a Trueno hacer su primer show de estadios, lo que ocurrió en diciembre de 2024 en Ferro. La publicación de la versión deluxe del disco a mediados de este año se volvió entonces una excusa válida para regresar a Caballito el próximo 11 de diciembre, en lo que asegura es el cierre de un ciclo y el comienzo de una nueva etapa.

“Son dos cosas muy diferentes”, resume Trueno a LA NACION. “El disco trata de los primeros 50 años del hip hop, pero también de proponer algo para los siguientes 50. Entonces, este show también cierra ese concepto y que ahora venga lo que tenga que venir, para mí es corte dejar la puerta abierta y listo”, dice para marcar las diferencias entre lo que ocurrió el año pasado y lo que acontecerá dentro de dos meses en el mismo lugar. “Ahora tienen que ser los próximos 50, de lo otro ya está todo dicho, todo hablado, todo propuesto. Y para mí significa mucho ese cierre de concepto de disco para dejar las puertas abiertas para el próximo, que es en lo que estoy trabajando ahora. Me encanta volver al mismo lugar pero con algo muy diferente”, redondea.

–¿Y qué es lo que te planteaste para tomar distancia y no repetirte en este regreso a Ferro?

–Eso es algo que tengo muy en cuenta siempre, sea con la música, con los shows, con todo. Nunca quiero hacer lo mismo que hice ayer o dar el mismo paso, entonces lo hicimos conscientemente. Ya en el Ferro anterior sabíamos que íbamos a querer hacer otro, entonces como que fuimos eligiendo los ángulos y los caminos que queríamos tomar, má allá de que un show en un estadio termina siendo no del disco si no de todo el proyecto y terminás tocando canciones de todo el recorrido para la gente que está desde un principio. Para mí es un flash también que el rap llegue a un estadio, haber tomado esa bandera y haber pasado esa línea. Siento que es un show de consolidación para El último baile y el rap latinoamericano, el de los segundos 50 años.

–¿Cómo surge la idea de que el disco fuera una celebración de ese medio siglo del hip hop como cultura?

–Cincuenta años parecen mucho y muy poco al mismo tiempo, porque para una cultura es muy poco, pero para una vida es un montón. A mí el hip hop me cambió la vida, y cada álbum mío es una dedicación a algo que me cambió la vida, ya sea mi barrio, mi país o mi cultura; entonces me era imposible no adentrarme y sentirme identificado con cada parte de esa atmósfera que representa un movimiento entero. Me pasaron miles de situaciones personales que me llenaron de energía, desde visitar las ciudades nativas del hip-hop a conocer el hip-hop en cada país, en cada continente y ver cómo influyó en cada cultura. Musicalmente soy alguien muy inquieto, entonces tenía la oportunidad de meterme en un movimiento que representa miles de géneros musicales dentro de uno solo.

Damon Albarn de Gorillaz con Trueno en la primera noche del Quilmes Rock 2022

–¿Qué te da el hip hop que no te brinda otra búsqueda musical?

–Los códigos, los valores, la manera de ver la vida, el arte, la expresión, la relación con mi familia, con mi viejo, la resiliencia, el barrio. Son un montón de cosas que pasan a ser como un estilo de vida. Yo soy consciente de que el hip hop me cambió la vida y que todo lo que hago lo hago en base a eso, como la mayoría de los pibes que pertenecen a un género urbano argentino hoy en día, sean los que están compitiendo, los que bailan, los que pintan o los que pinchan. Todo eso viene de un por qué y de una historia que nos hizo encontrar un norte. Entonces, mi sentimiento de identificación es gigante.

–Y de hacerlo sin olvidar tu lugar de pertenencia.

–Eso me encanta. El hip hop en cada país creció y mutó a la manera cultural de cada lugar, al igual que el rock and roll, que vas a Inglaterra y es una cosa, después Estados Unidos es otra; también cambia en Latinoamérica, y encima dentro de eso el de México es diferente al de Colombia, el de Colombia diferente al argentino, y así. Esa es la evolución de las mezclas culturales y nativas. Hoy en día hay un hip hop y un rap argentinos y cada uno tiene su manera de representarlo. Me encanta recibir el respeto de los raperos estadounidenses que son los que formaron esa cultura y la vivieron. Todas esas cosas me hacen notar qué grande que se volvió todo y qué lindo lo que formamos.

–Hablando de esa comparación, cuando sacaste tu primer disco generaste cierto revuelo por un verso del tema “Sangría”, en el que decís: “Te guste o no te guste, somos el nuevo rock and roll”. ¿Creés que finalmente se comprendió esa frase?

–Yo creo que sí, y los que más lo entendieron fueron los más grandes del rock and roll, entonces me dejó súper tranquilo. Siempre fui bastante explícito con mis letras y me chupó bastante un huevo lo que piensen los demás. Siento que representamos lo mismo que el rock and roll. Somos la voz de la gente que no puede hablar, somos la cara argentina ante un escenario, ante la música. Somos el mensaje de un montón de gente, y eso era el rock and roll en Argentina todo el tiempo. Lo traté de marcar como diciendo, “La nueva generación viene a representar eso mismo, ni a tratar de borrar ni a tratar de sustituir, sino de que esto se sigue mutando y se sigue evolucionando y creo que hoy en día se nota más que nunca”. Todos los géneros nacen desde la necesidad de expresión, de decir y representar algo, de dar un mensaje, de combatir algo, de celebrar algo. Entonces es un poco cagarme en las etiquetas y en los prejuicios y en la diferencia musical para decir que el rock y el rap hoy en día representan lo mismo.

–Mencionabas lo de tener el aval de los de los grandes del rock. La semana pasada pudiste ir a visitar a Charly García y llevarle tu disco. ¿Cómo se dio ese encuentro?

–Para cualquier argentino, él es el maestro máximo, el director técnico de todo lo que está pasando hoy en día, así que le tengo agradecimiento puro. Me hizo llegar su vinilo firmado por él con una dedicatoria especial, y eso me tomó muy por sorpresa porque yo nunca soy ni de molestar ni de intrometerme ni de tratar de romper las bolas, sino de respetar desde la lejanía y dejar ser. Me encontré con su familia, con él, con su equipo, en un clima de mucho respeto. Me enteré que escuchaba y que le mostraban temas míos, y como me había hecho llegar el vinilo, lo mínimo que pude hacer es llevarle el mío y agradecerle. Pude vivir con él el lanzamiento que hizo, que está increíble, porque siguen siendo canciones que pasan los años y siguen estando increíbles.

Trueno en la última edición del Quilmes Rock

–En 2022, colaboraste en vivo con Gorillaz porque Missy, la hija de Damon Albarn, es tu fan. Ahora grabaste “The Manifesto”, un tema para su nuevo disco, y vas a girar con ellos en 2026. ¿Cómo pasaste de una instancia a la otra?

Fue todo una locura. Primero grabamos en la gira que hice por Europa en marzo, que tocamos en Londres. Después me invitaron a tocarlo allá en un evento medio secreto de ellos donde estrenaron el disco, repetimos en Madrid, y me terminaron diciendo que hiciéramos video y que les abra la gira el año que viene. Es un sueño, una locura, y es todo gracias a ellos, porque desde la primera invitación al freestyle (en el Quilmes Rock 2022), lo único que tuve que hacer es ir a hacer lo que sé, agradecer y compartir. Todo nació de la humildad y generosidad de Damon. Su humildad hace borrar toda esa lejanía, esas diferencias políticas históricas que tenemos con Inglaterra. Todo queda bastante de lado cuando la música, el arte y la visión de compartir se ponen presentes. Es un flash ir a tocar al Reino Unido el año que viene, a representar lo que yo hago, representar a la Argentina, acompañarlos a ellos y tocar en el estadio del Tottenham en junio. Son regalos que me caen del cielo, que los agradezco y los aprovecho con toda la energía porque soy consciente de que no es normal, y tiene mucho que ver con cómo es él como persona.

–Antes mencionabas la importancia de tu familia en tu desarrollo artístico. ¿Cuánto creés que le debés a ese gen musical?

–Si no fuese por mi familia, yo quizás no tendría este norte tan claro ni me hubiese interesado desde tan guachín. Yo me crié viendo a mi mamá dando clases de canto y de instrumentos, a mi papá cantando y aportando a una cultura que era de nicho todavía (su padre es MC Peligro, rapero del colectivo Sur Capital Clika y que en los 90 integró la banda hardcore Diferentes Actitudes Juveniles); a mi abuelo siendo un cantautor, a mi otro abuelo también siendo músico, a mi tío abuelo y a mi tía tocar el bajo; a mi abuela bailando candombe. La música, el arte, la expresión desde la creación y lo artístico siempre estuvieron presentes, entonces está en mi ADN un poco comunicar lo que a mí me pasa de una manera artística. Soy 100 por ciento consciente que todo lo que hago lo hago de una manera también familiar y que se lo debo todo a ello.

–Comenzaste en el terreno de las batallas de freestyle, donde tuviste que abrirte paso y esperar bastante tiempo para cosechar tus primeros triunfos, y recién después de eso decidiste enfatizar en tu carrera musical. ¿Cómo llevaste el salto de un mundo al otro?

–Siento que mi amor por la música estuvo desde antes que la improvisación por lo que decía antes, de ver a mi viejo haciendo temas, a mi mamá escribiendo arreglos, o a mis abuelos hacer algo parecido. Entonces, el freestyle fue como el mejor entrenamiento de todos para llegar a mi sueño que fue aprender a trabajar bajo la incertidumbre, la presión de la competencia, a tener la rapidez mental y a perder el miedo escénico, a eliminar las dudas ante el papel en blanco, de rimar o no rimar, de saber y componer. Siento que hoy en día hago la música que hago gracias a eso que me dio la herramienta más útil de todo lo que es una carrera musical. Lo agradezco un montón, fue como la herramienta para encontrar mi verdadero sueño después de unos años de práctica.

–No solo sos de La Boca, sino que además tenés un vínculo muy fuerte con los xeneizes. ¿Qué lugar ocupa el club en tu vida?

–Los xeneizes somos una especie aparte, es un amor que solamente lo entiende el que lo tiene. Me encanta ir a la cancha, me encantó siempre de chiquitito estar teñido de estos colores. Yo siempre digo que si sos de La Boca amás al club o lo odiás, porque en el barrio todo es azul y amarillo. Todo tiene que ver, hasta la murga en la calle todo el tiempo y con los partidos, es el folclore del barrio. Es una pasión que siento y que hace que estemos en el país que estamos, sean las 8 de la noche o las 5 de la mañana yo paro para ver a Boca jugar contra Talleres de Córdoba, contra Sarmiento, contra quien sea. Es también mi manera de conectar con esa fascinación que tengo, como si fuese un artista o una banda que uno admira. Algo que me encanta es salir a recorrer algún país del lugar más recóndito de Europa, caminar y ver las remeras de Boca, las banderas y decir: “Qué lindo representar este movimiento, esta pasión aunque sea desde otro lado”, porque para la pelota no se me dio, soy un queso. Boca es demasiado, siento que ya es como una cultura nacional. Más que los jugadores, más que los directores técnicos. Es algo que se conoce hasta en la India y es una locura.

Trueno. 11 de diciembre en el estadio de Ferro. Entradas a la venta en Enigma Tickets

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