El presidente Donald Trump señaló las tierras raras, el fentanilo y la soja como los principales temas de disputa con China. Dijo que Estados Unidos quiere que China detenga el envío de fentanilo y reanude las compras de soja, además de evitar que “jueguen al juego de las tierras raras” con Washington. Las dos potencias sostendrán conversaciones esta semana en Malasia, mientras un frágil alto el fuego comercial se acerca a su vencimiento el 10 de noviembre, salvo que sea prorrogado.
El presidente Donald Trump enumeró las tierras raras, el fentanilo y la soja como los principales puntos de fricción con China, justo antes de que ambas partes regresen a la mesa de negociaciones y mientras un delicado cese de hostilidades comerciales se aproxima a su fecha límite.
“No quiero que jueguen al juego de las tierras raras con nosotros”, declaró Trump a bordo del Air Force One el domingo, de regreso a Washington desde Florida. Días antes, había amenazado con imponer un arancel del 100% a los envíos chinos, luego de que Beijing anunció amplios controles sobre esos minerales estratégicos.
Trump también afirmó que Estados Unidos quiere que China “detenga el fentanilo”, en referencia a su acusación de que Beijing no ha controlado las exportaciones del opioide y de sus precursores químicos, lo que contribuye a la crisis de adicciones en EEUU. Otra exigencia clave fue que el país asiático reanude las compras de soja. Los tres temas, añadió, eran “cosas muy normales”.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, informó que las conversaciones entre Washington y Beijing se celebrarán esta semana en Malasia, tras una reunión virtual el viernes con el viceprimer ministro He Lifeng. Medios estatales chinos calificaron ese intercambio como “constructivo”.
Hace poco más de una semana, Trump amenazó con cancelar su primera reunión presencial con el presidente Xi Jinping desde su regreso a la Casa Blanca, molesto por los nuevos controles chinos sobre las tierras raras. También anunció que el recargo del 100% a las importaciones chinas entraría en vigor el 1 de noviembre.
Ese escenario pone en riesgo la tregua comercial, que expira el 10 de noviembre. Meses de estabilidad relativa entre ambas potencias se han visto alterados recientemente tras la ampliación de las restricciones tecnológicas por parte de Washington y la propuesta de nuevos gravámenes a barcos chinos que ingresen a puertos estadounidenses. Beijing respondió con medidas paralelas y controles más estrictos a la exportación de materiales críticos.
Al ser consultado por Fox News sobre su amenaza de elevar los aranceles, Trump señaló que el gravamen “no es sostenible”, aunque “podría mantenerse”. Agregó que mantiene una buena relación con Xi Jinping y espera reunirse con él en Corea del Sur, durante la cumbre de APEC a finales de mes. “Creo que estaremos bien con China, pero necesitamos un acuerdo justo”, dijo.
La soja ha sido un elemento clave de presión para China en la disputa comercial. El año pasado, el país importó unos 12.600 millones de dólares del grano estadounidense, pero este año la cifra ha sido cero, al optar por proveedores sudamericanos.
El descontento entre los agricultores estadounidenses —una base electoral importante para Trump— crece ante la caída de precios y la falta de espacio para almacenar las cosechas no vendidas. Muchos esperan la ayuda federal, que sigue demorada por el cierre parcial del gobierno.
En agosto, Trump pidió a China cuadruplicar sus compras de soja. La semana pasada, frustrado por la falta de avances, amenazó con prohibir las importaciones de aceite de cocina chino, acusando a Beijing de “causar dificultades a nuestros agricultores de soja”.
El tema del fentanilo, visto como un posible punto de cooperación, sigue siendo motivo de tensión. A comienzos de año, Trump impuso un arancel del 20% a todos los bienes chinos debido al flujo del opioide hacia Estados Unidos. En junio, China endureció los controles sobre dos sustancias utilizadas en su producción, aunque insiste en que el problema debe resolverse internamente en EEUU.
Los tres temas, según Sun Chenghao, investigador del Centro para la Seguridad Internacional y la Estrategia de la Universidad Tsinghua en Beijing, “son altamente tangibles y resuenan con poderosos sectores internos de Estados Unidos”. Trump busca, dijo, “victorias rápidas y visibles que puedan comunicarse fácilmente al público, en lugar de comprometerse en negociaciones prolongadas y técnicas para modificar el modelo industrial chino”.
En una conferencia de prensa el lunes, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Guo Jiakun, afirmó que “una guerra comercial no beneficia a ninguna de las partes” y que ambas naciones deben “negociar y resolver las cuestiones sobre la base de la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo”.
China ha intentado calmar la preocupación internacional por los controles sobre las tierras raras —elementos esenciales para la fabricación de aviones de combate, teléfonos inteligentes y automóviles—. Durante las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional, representantes chinos aseguraron que las medidas no afectarán el comercio normal y que buscan establecer un mecanismo de largo plazo en respuesta a las sanciones estadounidenses.
(Bloomberg)