NUEVA YORK.- Rusia ha lanzado una nueva y peligrosa campaña de provocación contra la OTAN. Durante las últimas seis semanas, ha enviado drones sobre Polonia y Rumania y ha desplegado aviones de combate en Estonia. Es muy probable que Rusia también esté detrás de los vuelos de drones que interrumpieron la actividad en aeropuertos de Dinamarca, Bélgica y Alemania. El presidente Vladimir Putin ha negado, de forma poco convincente, su responsabilidad en todos estos actos y, de hecho, parece feliz de que el mundo crea que Rusia está detrás de ellos.
Sus objetivos son asustar, agotar y dividir a los europeos, haciéndoles cuestionar su apoyo a Ucrania y socavar sus esfuerzos por repeler la invasión rusa. En última instancia, también quiere que Estados Unidos parezca débil y fragmentar la alianza de la OTAN. Responder con prudencia es vital para Washington y Europa. No es fácil. Contraatacar con dureza corre el riesgo de intensificar el conflicto, mientras que no hacer nada transmite una debilidad que invita a futuras agresiones.
Los aliados de la OTAN son conscientes de que Rusia los está poniendo a prueba y, hasta ahora, han respondido adecuadamente. Han denunciado las incursiones, culpado abiertamente a Rusia de ellas y se reunieron este mes en Copenhague en una muestra de unidad. “No estamos en guerra —declaró recientemente el canciller alemán Friedrich Merz— pero tampoco estamos en paz”.
Hay más por hacer. Los líderes europeos deben dejar claro que la agresión rusa contra los países de la OTAN corre el riesgo de recibir una respuesta contundente, que incluye el derribo de drones —como ya ha hecho Occidente— y, potencialmente, de aviones de combate rusos que entren en el espacio aéreo de la OTAN.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN también deberían usar la nueva agresión rusa como excusa para aumentar su apoyo a Ucrania, enviando así el mensaje de que el intento de Putin de debilitar la determinación occidental ha fracasado.
Todas estas respuestas conllevan riesgos, incluyendo el peligro de una escalada. Sin embargo, a estas alturas, el mundo debería saber que no hay opciones seguras con Putin. Ignorar o minimizar sus agresiones las fomenta aún más. Si llega a creer que puede amenazar a Polonia, Estonia y otros miembros de la OTAN sin consecuencias, se volverá más audaz al hacerlo.