El operativo, realizado en el Pacífico, es el octavo del que se tienen noticias y el primero fuera del Caribe. El gobierno de Trump asegura que su blanco son barcos que llevan drogas a Estados Unidos.
El ejército estadounidense atacó otro buque que, según el gobierno de Donald Trump, transportaba drogas, pero por primera vez fue contra una embarcación en el océano Pacífico oriental, frente a la costa de Colombia, y no en el mar Caribe, dijo el miércoles un funcionario estadounidense.
El ataque, que se llevó a cabo la noche del martes, causó la muerte de dos o tres personas que viajaban en la embarcación, dijo el funcionario, que habló bajo condición de anonimato para discutir cuestiones operativas.
Se trata del octavo ataque conocido que las fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses llevan a cabo desde el 2 de septiembre, cuando los militares, por orden del presidente Trump, empezaron a matar a personas a bordo de embarcaciones que se creía que traficaban con drogas como si fueran combatientes enemigos en una guerra y no sospechosos de delitos.
El gobierno ha reconocido anteriormente siete ataques, en los que dijo que habían muerto 32 personas. Aún no ha dado a conocer el último ataque, del que informó previamente CBS News.
La política del gobierno de Trump de atacar a presuntos narcotraficantes comenzó centrándose en Venezuela. Los funcionarios también están sopesando si intensificar los esfuerzos para derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien fue imputado por cargos de narcotráfico en Estados Unidos en 2020 y a quien el equipo de Trump califica de líder de un cártel.
Pero entretanto, los ataques a las embarcaciones han envuelto cada vez más a Colombia, que es una fuente mucho mayor de narcóticos de contrabando a Estados Unidos que Venezuela. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha dicho que en varios ataques han muerto colombianos y ha acusado a Estados Unidos de asesinato. Trump ha dicho que, en respuesta, iba a cortar la ayuda exterior a Colombia.
El gobierno de Trump ha dicho que cada uno de los ataques se produjo en aguas internacionales y que los pasajeros eran integrantes de cárteles de la droga que el Departamento de Estado considera organizaciones terroristas.
Muchas de esas designaciones, que el propio gobierno hizo en los meses previos a la campaña, son impugnadas porque los cárteles de la droga están motivados por la búsqueda de ganancias ilícitas, mientras que los terroristas, por definición, están motivados por objetivos religiosos o ideológicos.
El gobierno también ha dicho que los servicios de inteligencia respaldan sus acusaciones sobre la identidad de los pasajeros y sus actividades, pero no ha presentado pruebas para sustentarlas.
El miércoles, las autoridades estadounidenses no identificaron inmediatamente al grupo al que acusaban de transportar drogas en la embarcación que alcanzaron frente a la costa colombiana.
Una amplia gama de especialistas jurídicos externos en las leyes que rigen el uso de la fuerza armada han dicho que la campaña es ilegal porque el ejército no tiene la facultad de atacar deliberadamente a civiles –ni siquiera a sospechosos de delitos– que no participen directamente en hostilidades.
La Casa Blanca ha dicho que los ataques son legales por una cuestión de defensa propia y porque Trump ha «determinado» que el país se encuentra en un conflicto armado formal con cárteles de la droga que su equipo clasifica como terroristas.
No ha ofrecido públicamente una teoría jurídica que explique cómo salvar la distancia entre el tráfico de un producto ilícito y los ataques armados organizados. El gobierno ha señalado el hecho de que unos 100.000 estadounidenses mueren cada año por sobredosis de drogas. Pero el aumento de las sobredosis ha sido impulsado por el fentanilo, que procede de México.
Sudamérica, en cambio, es una fuente de cocaína. Gran parte del suministro mundial de esa droga la producen tres países de la región, especialmente Colombia, que tiene costas tanto en el mar Caribe como en el océano Pacífico.
La mayor parte de la cocaína introducida de contrabando en Estados Unidos se mueve por el Pacífico, no por el Caribe, según muestran los datos estadounidenses. Pero el gobierno de Trump ha centrado principalmente su retórica en Venezuela, que solo tiene costa en el Caribe. Trump describió los ataques iniciales a los barcos diciendo que habían matado a venezolanos y a miembros de una banda venezolana.
Pero los ataques están causando una mayor agitación en la región, y afectan cada vez más a Colombia.
Petro dijo que dos ataques, uno el 15 de septiembre y otro el 3 de octubre, habían causado la muerte de colombianos y acusó a Estados Unidos de asesinato. Los familiares de un joven de 26 años originario de Trinidad y Tobago dijeron que él y un vecino habían muerto en un ataque del 14 de octubre.
Ciudadanos de Colombia y de otro país más, Ecuador, sobrevivieron a un ataque el 16 de octubre contra una embarcación semisumergible, operativo que Trump dijo posteriormente que había matado a dos personas. La Marina rescató a dos supervivientes y el gobierno los repatrió, y Trump dijo que ambos serían detenidos y procesados.
No obstante, fiscales de Ecuador se negaron a acusar a ese hombre y, en su lugar, lo pusieron en libertad alegando que no existía ninguna acusación de que hubiera cometido un delito dentro del territorio ecuatoriano.
En cambio, el otro superviviente ha sido hospitalizado en Colombia con traumatismo cerebral y respira con un respirador artificial, según dijo Armando Benedetti, ministro del Interior de Colombia, en una publicación en las redes sociales el sábado por la noche. Cuando recupere la conciencia, dijo también Benedetti, será «procesado por la justicia por narcotráfico».
En el séptimo ataque, el ejército mató a tres hombres acusados de contrabando de drogas para un grupo insurgente marxista de Colombia conocido como ELN, al que el Departamento de Estado designó como terrorista en 1997.
Eric Schmitt
es corresponsal de seguridad nacional para el Times. Lleva más de tres décadas informando sobre asuntos militares y antiterrorismo en Estados Unidos.
Charlie Savage
escribe sobre seguridad nacional y política jurídica para el Times.