Usar el celular en el aula de clases: cómo afecta el aprendizaje en la escuela

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El uso del celular dentro del aula introduce una distracción constante (X antes Twitter)

En los últimos años, el uso del teléfono celular se ha extendido rápidamente, no solo entre jóvenes y adultos, sino también entre niños y adolescentes. Según el Ministerio de Salud (Minsa), el acceso a dispositivos móviles en menores de edad ha aumentado más del 60 % en la última década, lo que ha transformado la manera en que los estudiantes se comunican, se entretienen y aprenden.

Por su parte, el Seguro Social de Salud (EsSalud) advierte que el uso excesivo del celular en la infancia y adolescencia puede generar dependencia tecnológica, dificultades de concentración y alteraciones del sueño. Si bien los celulares pueden ser herramientas útiles cuando se emplean con fines educativos, su uso dentro del aula de clases puede convertirse en un problema serio, ya que interfiere con la atención, la comprensión de contenidos y la interacción entre alumnos y docentes.

Usar el celular en el aula de clases: cómo afecta el aprendizaje en la escuela

Durante una clase, la atención del estudiante es fundamental para comprender los temas y participar activamente en el aprendizaje. Sin embargo, el uso del celular dentro del aula introduce una distracción constante. Las notificaciones, redes sociales o juegos interrumpen la concentración, lo que disminuye la capacidad para retener información y afecta el rendimiento académico.

Diversos estudios han demostrado que incluso tener el celular sobre la mesa, aunque no se utilice, puede reducir la capacidad de concentración, ya que el cerebro dedica parte de su atención a la posibilidad de recibir un mensaje o notificación. Además, muchos adolescentes revisan sus celulares varias veces por hora, lo que interrumpe el flujo de aprendizaje y genera un menor aprovechamiento del tiempo escolar.

El uso excesivo del celular en la infancia y adolescencia puede generar dependencia tecnológica, dificultades de concentración y alteraciones del sueño (Imagen ilustrativa Infobae)

En algunos casos, los docentes también reportan dificultades para mantener la disciplina y el interés en clase cuando los estudiantes tienen acceso libre a sus teléfonos. El aula, que debería ser un espacio para el intercambio de ideas, se convierte en un entorno fragmentado donde la atención está dividida entre el contenido educativo y las distracciones digitales.

Otros problemas que genera el uso excesivo del celular en niños y adolescentes

Más allá del impacto académico, el uso excesivo del celular puede tener consecuencias en la salud física y emocional de los menores. Según reportes de EsSalud, los adolescentes que pasan más de tres horas diarias frente a pantallas tienen mayor riesgo de presentar trastornos del sueño, fatiga ocular, dolores de cabeza y sedentarismo, lo que puede derivar en sobrepeso u obesidad.

A nivel psicológico, el Minsa advierte sobre el incremento de síntomas de ansiedad, irritabilidad y dependencia tecnológica. Las redes sociales, por ejemplo, pueden afectar la autoestima al promover comparaciones constantes y una necesidad de aprobación externa. En el caso de los niños más pequeños, el uso temprano del celular puede interferir con el desarrollo del lenguaje, la motricidad fina y las habilidades sociales, pues reduce las oportunidades de interacción cara a cara con sus pares y familiares.

En el ámbito escolar, el uso excesivo del celular también favorece el aislamiento. Los estudiantes pueden preferir interactuar por redes antes que conversar con sus compañeros, lo que debilita las habilidades comunicativas y la empatía. Además, el acceso sin control a internet puede exponerlos a riesgos como el ciberacoso, el grooming o el consumo de contenidos inapropiados para su edad como la pornografía.

Cómo reducir el uso del celular en niños y adolescentes

En el ámbito escolar, el uso excesivo del celular también favorece el aislamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

Reducir el uso del celular en niños y adolescentes requiere un trabajo conjunto entre padres, docentes y las propias instituciones educativas. En primer lugar, los colegios pueden establecer políticas claras sobre el uso de dispositivos móviles dentro del aula, permitiéndolos solo en actividades pedagógicas específicas. Algunas escuelas ya aplican programas de “aula sin pantallas”, donde los estudiantes entregan sus celulares al ingresar, fomentando así la atención plena en clase.

En casa, los padres pueden establecer horarios definidos para el uso del celular, especialmente después de terminar las tareas escolares. También es recomendable promover actividades recreativas sin pantallas, como la lectura, el deporte o los juegos al aire libre, que favorecen el desarrollo físico y social.

Otra estrategia efectiva es el acompañamiento digital: enseñar a los menores a usar la tecnología de manera responsable, explicándoles los riesgos de la sobreexposición y la importancia de cuidar su bienestar mental. Los adultos deben dar el ejemplo: si los padres usan constantemente el celular durante las comidas o conversaciones familiares, los niños tenderán a imitar ese comportamiento.

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