
Vigilar la presión arterial en casa ayuda a adelantarse a cualquier problema y evitar problemas con el corazón o los riñones. Elegir bien los horarios y medir la presión con buena técnica marca la diferencia para tener datos realmente útiles. No se trata solo de hacer menos controles, sino de escoger los momentos clave, esos en los que la presión suele experimentar más cambios. Así, cada medición aporta información que de verdad sirve.
Hay bastante margen para adaptarse: el médico puede proponer un plan hecho a medida según lo que necesite cada uno. Según el portal especializado en salud The Wom Healthy, a veces basta con medirse una vez al día, normalmente por la mañana antes de tomar la medicación, sobre todo si el objetivo es ver si todo sigue estable y no buscar un diagnóstico nuevo. Pero si los valores cambian mucho, aparecen síntomas o hay cambios en la medicación, se puede aumentar la frecuencia de las mediciones sin problema.
Los dos mejores momentos para tomarse la tensión
- Por la mañana: para evaluar la presión “de base” y comprobar si la medicación nocturna sigue siendo eficaz. La toma se realiza en la primera hora tras despertarse, antes de desayunar, tomar café, fumar o ingerir cualquier medicamento.
- Por la tarde-noche: ayuda a detectar picos vespertinos, habituales en personas estresadas o con sueño insuficiente. Se recomienda hacerlo entre el final de la tarde y el anochecer, preferiblemente antes de cenar o al menos dos horas después del último alimento.
Cada vez que se mide la presión, conviene realizar dos controles con un minuto de diferencia y, si hay discrepancia importante entre ellos, una tercera toma descartando la primera. El procedimiento se repite durante tres a siete días seguidos, eliminando el primer día y calculando la media de las mediciones restantes. Quienes trabajan en turnos o tienen horarios de sueño irregulares deben ajustar el concepto de “mañana” y “noche” a su propio ciclo de descanso.
La presión arterial fluctúa de manera natural a lo largo del día. Tras el despertar, suele experimentar una subida brusca, relacionada con un mayor riesgo de ictus o infartos. Durante la jornada se estabiliza, aunque puede verse afectada por el estrés, el café, la actividad física o el tabaco. En la mayoría de las personas disminuye por la noche. Si no baja, o incluso sube, la probabilidad de problemas cardiovasculares aumenta. Por esto, medir la presión en momentos específicos permite vigilar los periodos críticos y detectar desviaciones de los valores recomendados.

Cómo medir la presión correctamente
No solo importa el horario, también la técnica:
- Descansar al menos cinco minutos sentado, con la espalda apoyada y los pies en el suelo.
- Utilizar un manguito de brazo adecuado (no de muñeca).
- Mantener el brazo a la altura del corazón y apoyado en una superficie.
- Evitar hablar o moverse durante la medición.
- No tomar café, fumar, beber alcohol ni hacer esfuerzo físico intenso en la media hora anterior.
- Vaciar la vejiga y evitar medir con dolor agudo o fiebre.
- Anotar fecha, hora, valores, brazo utilizado y circunstancias especiales en cada registro.
Las guías marcan ciertos límites: lo ideal es que la presión esté por debajo de 120/80 mmHg, aunque como normal se considera cualquier cifra que no supere de media los 135/85 mmHg en casa. Si la media en varios días ya alcanza o supera ese nivel, se habla de hipertensión. Estos valores son orientativos, porque cada paciente puede tener unas metas diferentes según lo que marque su médico, sobre todo si además tiene diabetes, problemas renales u otras enfermedades. Lo importante es que las cifras se mantengan en el rango recomendado para esa persona el mayor tiempo posible. A veces es necesario hacer controles más específicos, como la monitorización ambulatoria durante 24 horas, especialmente si hay dudas sobre lo que ocurre mientras se duerme, si los registros domésticos y los de la consulta no coinciden, o si aparecen síntomas o crisis de presión inesperadas.
En algunos casos concretos, hay que adaptar la rutina. Durante el embarazo debe usarse un tensiómetro validado y medir la tensión mañana y noche, informando al médico si se alcanza o supera 140/90 mmHg o hay síntomas de preeclampsia (presión arterial alta y daño hepático o renal). En personas mayores, puede ser útil controlar la presión estando de pie, pocos minutos después de levantarse, para detectar posibles bajadas bruscas. En el caso de personas con arritmia, sobre todo con fibrilación auricular, lo más efectivo es hacer varias mediciones seguidas, ya que los valores pueden variar mucho.
Para comprobar que el tratamiento está cubriendo las 24 horas, lo ideal es medirse la presión antes de tomar la pastilla matinal y, en algunas circunstancias, el médico puede pedir también una medición a las dos horas de la toma para ver el máximo efecto del medicamento. Por último, para que el seguimiento sea útil, conviene evitar errores frecuentes como controlar la presión solo si aparecen síntomas, cambiar los horarios de las mediciones sin motivo médico, saltarse los pasos previos recomendados, usar aparatos no validados o manguitos inadecuados, o centrarse solo en un valor aislado sin mirar la media de varios días.
