
El mundo del espectáculo argentino recibió la noticia del fallecimiento de Claudia Schijman, figura extensa trayectoria y enorme reconocimiento en la escena teatral y televisiva. La información fue confirmada y compartida por la Asociación Argentina de Actores y Actrices, que la despidió a través de una publicación en sus redes sociales, expresando el pesar por la partida de una figura muy querida por colegas, alumnos y seguidores.
El mensaje de la entidad no dejó dudas de la huella imborrable de la artista en el oficio. “Con profunda tristeza despedimos a la actriz y docente Claudia Schijman. En sus más de tres décadas de trayectoria artística se lució en teatro, televisión, plataformas, publicidad y cine. Nuestras sentidas condolencias a sus familiares y seres queridos”, expresaron, acompañando la publicación de imágenes y recuerdos de la artista. La noticia cayó como un baldazo de agua fría en el ambiente, no solo por la cercanía de sus últimos proyectos, especialmente su participación en la serie El Eternauta como parte del grupo que se refugia en la parroquia San Isidro Labrador, sino también por el cariño y la admiración que despertó entre quienes tuvieron la oportunidad de compartir escenario, rodaje o aula con ella.
Nacida el 8 de agosto de 1959, Claudia dejó su huella personal y profesional no solo como actriz, sino también como docente y referente de varias generaciones. Madre de una hija y formada con grandes maestros como Norman Brisky, Ricardo Bartis y Guillermo Angelelli, supo atravesar distintas épocas de la comedia y la actuación, destacándose tanto en el género teatral como en el cinematográfico.
Su recorrido frente a cámara comenzó a brillar en televisión cuando debutó con El Palacio de la Risa, el legendario ciclo junto a Antonio Gasalla, donde demostró su talento para la comedia y su gran versatilidad interpretativa. A lo largo de los años, participó en producciones recordadas como Verdad Consecuencia, Disputas, Por amor a vos, Juanita la soltera, Ambiciones y, entre las más recientes, en éxitos como Soy tu fan, la serie El Eternauta y Menem. Cada papel, ya fuera en la comedia televisiva o en la ficción dramática, estuvo marcado por su naturalidad y carisma, ganándose el respeto de sus pares y del público.
En el cine, Claudia también mostró su ductilidad y capacidad para explorar personajes y universos muy diversos. Trabajó en películas como Evita, Corazón iluminado, Diario para un cuento, Pendeja, payasa y gorda y Mi reino por un platillo volador, entre tantos otros títulos, generando actuaciones siempre honestas y cercanas.
Pero su compromiso con el arte no terminó en los escenarios o delante de cámara. Como docente, compartió su amor por la actuación en talleres, seminarios y espacios culturales por todo Buenos Aires. Fue una presencia clave en instituciones tan diversas como el Hospital Borda, la Clínica Psiquiátrica Santa María, el Centro Cultural Ricardo Rojas y el Centro Cultural Recoleta, donde enseñó y transmitió sensibilidad, generosidad y vocación a varias generaciones de actores y actrices en formación.

En el teatro, Schijman brilló en obras como Brebaje, Erecto, Las descamisadas, una gesta, Éxodo y Yo escribo. Vos dibujás, sumando escenarios independientes y oficiales y cosechando elogios por su creatividad, presencia y capacidad de renovar la escena con propuestas arriesgadas y cercanas al público.
La noticia de su fallecimiento generó una ola de mensajes en las redes, donde colegas y seguidores recordaron a Claudia por su labor. “Que brille para ella la luz que no tiene fin”; “Excelente artista del rubro”; “Me encantaban los papeles que le tocaban”; “Inmensa actriz. Su partida es una gran pérdida”, fueron algunos de los comentarios que se destacaron al conocerse su muerte.
Hoy, la cultura argentina despide a una actriz, autora, docente y mujer que supo honrar cada uno de sus roles y que, aun en silencio, seguirá viva en los aplausos posteriores, en las emociones compartidas y en los nuevos sueños de quienes la recuerden sobre el escenario o en la vida real.
