Releo la libreta de notas del viaje. Mientras paso las páginas, recuerdo el calor seco, la ruralidad –en el paisaje y también en los habitantes–, las ciudades patrimonio y los teatros romanos donde se celebra, desde hace 71 ediciones, el Festival Internacional de Teatro, que comenzó con una idea de la actriz y directora teatral Margarita Xirgu.

Al principio son imágenes sueltas, desordenadas. A través del relato las voy a acercar y unir en una construcción artesanal que ojalá abra una ventana para asomarse a esta región alejada de los problemas del turismo masivo.
Me detengo en la primera página, justo donde escribo que por la ventanilla se ven encinas camino a Plasencia, la ciudad elegida para arrancar el viaje por Extremadura, a unos 380 kilómetros de Madrid.
La encina es el árbol nacional de España, el que menciona Cervantes en El Quijote, que se da muy bien en el territorio ibérico y, especialmente, en los campos extremeños. Tiene la copa frondosa y el tronco muy ramificado. Pertenece a la familia de los robles (Quercus) y, además de ofrecer sombra para los animales, da bellotas, el alimento del cerdo 100% ibérico. Unos párrafos más adelante volveré sobre el cerdo, imposible no hacerlo en un recorrido por Extremadura.

Al releer la libreta, selecciono citas para que la voz de los otros entre en el relato. Varias son de María Jesús Pérez, la guía cacereña que acompaña a este grupo de periodistas de varios países durante el recorrido.
María Jesús tiene alrededor de 60 años. Le gusta hablar y contar historias, por eso trato de estar cerca de ella. Su padre tenía animales y ella se crio en el campo. Ama su trabajo de guía y sabe por lo que estudió, pero también, y quizás más, por lo que vivió.
Cuenta que en las tardes de verano le gustaba sentarse a tomar “el fresco” con su padre Domingo, que murió a los 95 años.
–Sentarse al fresco debería ser Patrimonio de la Humanidad.
Un día estaban ahí sentados al fresco y se acercó un hombre y saludó a Domingo.
–¿Se acuerda de mí, tío? Yo lo acompañaba a cuidar las vacas de niño.
Cuenta María Jesús que las épocas duras, después del 39 (“el año del hambre”), los que tenían muchos hijos mandaban a alguno con otra familia “para eliminar una boca”.

Con un millón de habitantes, Extremadura es una comunidad disminuida en población, parte de lo que se conoce como la España vaciada. En distintas épocas, muchos habitantes emigraron a Francia, Alemania, Suiza y también al norte del país, como mano de obra de la industria.
Fueron años muy duros en los que se manejaba una economía de subsistencia. La cocina tradicional de esta región da cuenta de eso: es pobre.
–Cocina de pastor: grasa y patata; miga de pan con huevo –apunta María Jesús.
Aun así, con migas de pan, huevo y cariño, lograron platos memorables, como los repápalos que probaré mañana.
Cada familia tenía viñedos y hacía su vino de pitarra, y tenía olivos para producir su aceite de oliva: en los pueblos había una almazara donde prensaban la manzanita cacereña, una variedad de aceituna que con el tiempo se rescató y puso en valor. De color amarillo dorado y sabor frutado y dulce, se cultiva en la Sierra de Gata y Las Hurdes, entre otras comarcas.

Denominación de origen
Extremadura tiene las dos provincias más grandes de España: Cáceres, en el norte, y Badajoz, en el sur, cuya ciudad homónima es la más poblada, muy cerca de la frontera con Portugal. De ahí llegaba el bacalao salado, porque en esta comunidad, de mar, nada. También a Badajoz llegan turistas porque es la única ciudad con aeropuerto nacional. Los extremeños piden que sea internacional y que haya un tren a Lisboa: mejor comunicación para su territorio.
Es martes de feria –acá le dicen mercado– en la plaza principal de Plasencia. Si fuera martes 8 de agosto sería el Martes Mayor, un mercado extraordinario que se celebra desde hace ocho siglos. Habría concursos de hortalizas y frutas; artesanías y música: flauta y tamboril.

Dejo las cosas en el hotel Carvajal Girón, un antiguo palacio de piedra, y camino al mercado semanal. En la plaza miro hacia arriba para reconocer la escultura del Abuelo Mayorga, en homenaje a un viejo campanero de la torre del Ayuntamiento.
El casco antiguo de Plasencia está amurallado y las calles principales llevan a la catedral, que no es una sino dos. La Catedral Vieja es del siglo XIII y presenta una fachada románica y ventanas ojivales que, en lugar de vitrales, tienen placas de alabastro, una opción más económica para esa época. La Catedral Nueva se construyó con la idea de derribar la antigua una vez que estuviera terminada, pero no llegó a completarse por falta de fondos y quedaron las dos. Al recorrerlas, confluyen estilos arquitectónicos y decisiones estéticas: la austeridad del románico y el horror vacui que dio origen a la ornamentación churrigueresca. Un dato: en la misa del domingo a las 12 suena un órgano del siglo XVIII.

El barrio judío de Plasencia pertenece a la Red de Caminos de Sefarad: existe un mapa y recorridos posibles por pueblos y ciudades extremeños con pasado judío. El que camine con atención distinguirá unas pequeñas placas de bronce en las calles.
El mercado llama a cocinar: frutas y verduras frescas. Los zucchinis –calabacines– pasan los 50 centímetros de largo. Converso con la vendedora, quien cuenta que son de Montehermoso, un pueblo de tierra fértil de donde llegan las mejores hortalizas. “En tiempos de antes, los que vendían, como el padre de él –señala a Sebastián, el dueño del puesto–, caminaban toda la noche para llegar al mercado en la mañana”.
Las cerezas estrella son del Jerte, eso lo aprendo rápido. Están a punto, tan perfectas que llaman la atención. De un rojo casi negro, maduras, grandes: cinco euros el kilo.

El primer gazpacho de cerezas del Valle del Jerte lo tomo en Plasencia después de recorrer el mercado. Lo pruebo y es una locura deliciosa y nueva. Para prepararlo se usan tomates y cerezas, además de ajo, aceite de oliva y secretos de cada chef.
El río Jerte es cristalino y riega los cerezos de esta región: ¡hay más de dos millones!
–La picota es la cereza más dulce, la última que sale, cuando se separa el pedúnculo del fruto –dice María Jesús, que ayer compró un kilo.
De un lado, el Jerte y del otro, La Vera, la comarca del pimentón que está formada por varios municipios, entre ellos Jaraíz de la Vera, donde está el Museo del Pimentón.
Me entero en una tienda de delicatessen que el pimentón La Chinata, que me trajeron hace unos meses de regalo, hace referencia al gentilicio del pueblo Malpartida, donde se produce desde 1932.

En los viajes entre Plasencia, Cáceres y Mérida veré cómo las colinas de olivares se alternan con viñedos de Tempranillo, Garnacha, Syrah, Cayetana Blanca, Pardina, Alarije, entre otras cepas.
Hay algo que observo en los últimos viajes a España: la valorización del producto del lugar, hecho por gente que trabajó para conseguir la denominación de origen protegida (DOP), una certificación europea que custodia productos de una pequeña región geográfica con factores naturales y humanos únicos.
El origen, la calidad y los métodos de elaboración están controlados y los productores son extremadamente celosos. Un ejemplo: la Torta del Casar es un queso con leche de oveja merino que tiene una corteza semidura y un interior cremoso, de sabor intenso, producido en el pueblo Casar de Cáceres.

En otro pueblo, La Serena, también hicieron este queso y les salió muy bien. Cuando lo nombraron Torta del Casar, los sacaron corriendo. Sólo se puede llamar Torta del Casar si se elaboró en la zona de los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes. Lo mismo ocurre con la miel oscura de Las Hurdes, el queso Ibores y el aceite de oliva de Monterrubio, entre otros productos protegidos.
La Torta del Casar se come con pan crocante y, posiblemente, con una bandeja de jamón ibérico muy cerca. Nos ofrecerán esa dupla en Trujillo, y cuando una compañera colombiana tome el jamón con un tenedor, el anfitrión comentará:
–Lo puedes hacer como quieras, pero aquí no verás a nadie comer el jamón con tenedor. Con la mano, hija. Aquí, con la mano.

Cáceres, la hermosa
Antes de entrar en Cáceres, vuelvo a lo general: Extremadura. Existen varias teorías sobre el nombre de esta región. Muchos consideran que se llama así en referencia a las tierras que estaban al sur del río Duero, “Douro” en portugués. Otros, que tiene que ver con la Reconquista y con las zonas alejadas, de frontera. Badajoz, la capital, está a ocho kilómetros de Portugal.

Consideraciones geográficas I: el Tajo es el río más largo de la península ibérica. Nace en Aragón, atraviesa esta comunidad y, en Lisboa, desemboca en el Atlántico con el nombre de Tejo después de recorrer más de 1.000 kilómetros. Varios ríos extremeños, como el Jerte, le aportan sus aguas al Tajo, que baña el Parque Nacional de Monfragüe, el único parque nacional de Extremadura, con una gran biodiversidad: buen lugar para la observación de aves.
De norte a sur: Plasencia, Cáceres y Mérida están a menos de 100 kilómetros una de otra, sobre la ruta E-803, y son bases para entrar a la campiña, las comarcas y los corredores ecológicos.
La economía de Extremadura todavía se basa en la agricultura y la ganadería, cerdo y ovejas mayormente.

Ahora sí, Cáceres, una ciudad de 100.000 habitantes con un casco histórico Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 1986, con aportes de las culturas cristiana, musulmana y judía. Vale recordar que la Reconquista la comenzó don Pelayo en el norte de España, que fue cristiano antes que el sur, que continuó bastante más tiempo dominado por los árabes.
–Yo misma soy una mora. Aquí estamos todos mezclados –lanza María Jesús.
Me sitúo en la Plaza Mayor, un espacio extenso donde antiguamente había mercado de animales y, en esta época, hay bares que en el verano sacan las mesas a la calle y se arma un murmullo permanente no bien encienden las luces cálidas, al caer la tarde.
Entramos al conjunto patrimonial por el Arco de la Estrella. Pasamos por un palacio renacentista con escudo de familia. Está venido a menos: desde la puerta, distingo a unas mujeres sentadas en sillas viejas. Otra familia que heredó un palacio que no puede mantener.

A esta hora, el granito absorbe la tarde y es amarillo y rosado, de un sepia que ayuda a imaginar cómo habrá sido en siglos de reyes, condes, marqueses y conquistadores que vivían en estos recintos con fachadas herméticas para protegerse y con argollas de hierro grueso donde atar los caballos. Hombres que usaban ropas pesadas, se casaban para aumentar sus dominios y morían en batallas cuerpo a cuerpo.
Hay pocos árboles en el casco antiguo, algunos que se filtraron entre tanta piedra. Para mi sorpresa, descubro una especie del Río de la Plata frente al Palacio Moctezuma y lo digo en voz alta: “¡Un ombú!”.
–Sí, ha debido venir esa semilla, no sabemos cómo. Se lo ve sano y fuerte.

Subimos a la Torre de Bujaco para ver otras torres almenadas y mochas, la iglesia de San Mateo y la iglesia blanca de San Javier. Al fondo, en el horizonte, el santuario de la Virgen de la Montaña, en la Sierra de la Mosca. Se ven más ondulaciones porque Cáceres está rodeada de colinas.
Consideraciones geográficas II: no la vemos desde acá, pero la Sierra de Gredos, con 2.400 metros, es la más alta de Extremadura.
La muralla, que en el siglo XII rodeó la ciudad, se conserva hasta hoy con sus baluartes y estructuras defensivas. Algunos tramos, sí, quedaron ocultos detrás de casas habitadas.

Bajamos y seguimos recorriendo el casco histórico tan señorial y bien conservado. Hay un grupo de viajeros frente a la catedral, un palacio mudéjar y dos chicas cacereñas sentadas en un banco. Les saco unas fotos y me cuentan que terminaron el secundario y ya empiezan la universidad. Laura, que eligió magisterio, se quedará en Cáceres. Clara se apuntó a medicina y vivirá en Badajoz, donde puede estudiar esa carrera.
En tiempos pasados hubo tanta tensión entre Cáceres y Badajoz por ver cuál sería la capital de la comunidad que finalmente cortaron por lo sano y no fue ninguna: la capital de Extremadura es Mérida, donde llegaremos mañana.
Vemos una higuera bravía en el jardín de un caserón. Es una variedad que no da frutos comestibles. La veré también en la entrada del castillo de Trujillo, como un monumento natural.
El primer fruto de la higuera es la breva, un fruto que sí se come y es apenas menos dulce que el higo. Aquí hay tantas higueras que los extremeños suelen decir que, frente a la Costa Brava, ellos tienen la Costa Breva, a orillas del río Guadiana.

¿Y los repápalos? Unas bolitas fritas de pan, huevo y azúcar que se sirven en una leche con canela y limón. Y debe haber tantos secretos como abuelas y madres. ¿Habrá alguna extremeña que no los haya preparado? Quizás en esta época, pero unas décadas atrás seguro que no. Se parecen a las torrijas estos bocaditos de felicidad fáciles y baratos. También los llamaban “matahambre”.
Tierra de conquistadores
Es un día de sol en Trujillo, un pueblo de Extremadura de 10.000 habitantes con una de las plazas más preciosas de España.
Acá nació Francisco Pizarro, el conquistador español que capturó al príncipe inca Atahualpa. Pizarro era un hijo natural, bastardo se decía en el tiempo, de Gonzalo Pizarro y Francisca González. Vivió en el siglo XV, una época en la que la expectativa de vida rondaba las tres o cuatro décadas, seis con viento a favor. Tiempos de piratas y de hazañas, de venganzas y poca ley.

En esta región pobre reclutaban marineros para los viajes a las Indias. Les prometían el oro y el moro, y ellos, que no tenían nada, se embarcaban a lo desconocido. Como el marinero de El entenado (“sin nombre, sin padres, pura orfandad e intemperie”), que viajó en esa expedición fantástica de Juan José Saer.
En Trujillo también nació Francisco de Orellana, el primer explorador que navegó el río Amazonas. A los 35 años lo mató una flecha envenenada. En el siglo XVI, muchos trujillanos se embarcaron al Nuevo Mundo, ellos, que no conocían el mar.
Sol y calor en este pueblo grande que no cambió demasiado desde que Alain Delon filmó El tulipán negro, en los años 60. También fue escenario de La casa del dragón y para eso convirtieron la estatua ecuestre de Pizarro en un dragón.

En una esquina de la plaza fortificada, un palacio que todavía pertenece a la familia Pizarro, llegada hace siglos de Cantabria –por eso hay osos en el escudo– y con título nobiliario hasta hoy: Marqués de la Conquista.
Los conquistadores partían en busca de aventuras, oro, límites, las Indias. Más de cinco siglos después, personas de lugares lejanos vienen a conquistar posibilidades: trabajo, estabilidad, sueños.
La casa donde se cree que habría nacido el conquistador es la Casa Museo de Pizarro, un recinto del siglo XV, bajo, de piedra, rodeado de buganvilias y bignonias anaranjadas. Se ven utensilios de cocina, armas, mapas de las expediciones a Perú y las batallas que le valieron el título nobiliario.

En la época romana, Trujillo era Turgalium. Durante el dominio árabe se construyó el castillo, que se puede visitar. Desde lo alto se distinguen los campos ondulados donde habitan los cerdos.
Y ahora sí, vuelvo al cerdo porque es parte de la identidad de este lugar. Extremadura es la comunidad autónoma con mayor censo de cerdos ibéricos: sobrepasa el millón.
En la libreta de apuntes, la palabra “dehesa” está en mayúsculas, resaltada.

Los campos de encinas –protegidos por ley– que veo durante el viaje son dehesas y forman un ecosistema cultural porque los árboles, encinas y alcornoques, fueron plantados por el ser humano para la cría del cerdo ibérico.
–Es de lo que más orgullosos estamos: del cerdo hasta los andares –dice María Jesús, y quiere decir que se aprovecha todo. Algunos de los cortes: presa, abanico, secreto y pluma.
Los últimos tres meses antes del sacrificio es la época de la montanera: los cerdos se alimentan de bellotas de encina, que son dulces, y caminan para buscarlas. Antes, van al campo de alcornoques, con bellotas más amargas.
Dicen que, décadas atrás, Rainiero y Carolina de Mónaco venían a cazar perdices a estas dehesas. Volaban a Badajoz y luego a campos privados, en general, a fincas de toreros. También el exrey Juan Carlos I cazaba por aquí.

A veces anoto rápido y al releer no entiendo mi letra. ¿Qué quise decir? ¿Es una h o una r apurada? Trato de recordar el momento, por eso me gusta tanto mi trabajo: viajo dos veces.
Pasamos por un palacio con una llave en el escudo: era de la familia Chávez. Y el de los Escobar tenía escobas. Algunos se transformaron en hoteles y otros esperan destino. Dice María Jesús:
–Este palacio era de la abuela de mi amigo Miguel. Los diseñadores andaluces Victorio & Lucchino lo vinieron a ver con la intención de comprarlo, pero el negocio se diluyó.
–¿Cuánto puede costar?
–Pues, dos o tres millones de euros.
Trujillo integra la red de pueblos más bonitos de España. Por ahora, los turistas vienen de paso y, desde la Asociación de Empresas de Trujillo, quieren lograr que se queden por lo menos una noche. Hay 2.000 camas y algunos hoteles boutique en proyecto. El momento de más turismo es la Fiesta Internacional del Queso, que ya va por las 40 ediciones. De cabra fresco, como el Ibores; de oveja, la Torta del Casar, el de La Serena y Pastovelia, y en Almoharín, quesos gourmet con recetas tradicionales. Una fiesta con olor fuerte.

Resalto palabras que no deberían faltar en un artículo sobre Extremadura y encuentro “cigüeña”. No es que haya visto una tierra llena de niños, para nada. Cigüeñas, sí. Los nidos son grandes y están en la punta de un poste, junto a una veleta, en un techo. En vuelo y posadas, comiendo y acurrucadas: me entero de que las hay blancas y negras, que en invierno migran a África, que son parte de un plan de recuperación medioambiental y que existe la Semana de la Cigüeña en Malpartida de Cáceres. ¡Por San Blas, la cigüeña verás!
“Higo” es otra palabra que no puede faltar. Ni higuera. Los extremeños tienen una forma de pronunciar cercana a los andaluces. La h es j. “Quien no diga jato, jigo y jigera no es de mi tierra”, reza el dicho. A los del interior extremeño se los conoce como castúos: gente que cultivó la tierra con sus propias manos. El escritor y poeta Luis Chamizo contó sobre la cultura popular extremeña en El miajón de los castúos, una obra publicada en 1921 que retrata la voz del terruño.

Otra tarde que conversaba con su padre en el patio, María Jesús se quejó del calor soporífero. Domingo, ya grande, le respondió seco:
–Más calor hacía en el campo segando.
El padre de María Jesús era de la época en la que Luis Buñuel filmó Las Hurdes, tierra sin pan, un documental de 1933. Él lo define como un “ensayo cinematográfico de geografía humana” y, básicamente, muestra la pobreza extrema de una comarca alejada de las ciudades y del Estado. Épocas difíciles, cuando las mujeres iban de fuente en fuente viendo cuál tenía agua para poder lavar la ropa.

Legado romano
En esta comunidad hay una gran diferencia entre la zona de secano y la de regadío, con embalses sobre el río Guadiana. Alqueva, la presa entre Badajoz y Portugal, es la más grande de Europa. A partir de Miajadas se ven grandes zonas de cultivo de frutales: durazno, manzana, pera, caqui, maíz, higo. Olivos y viñedos, en toda la región.
–Tenemos muy buena huerta aquí –dice uno de los propietarios del pequeño restaurante de autor, y de producto, Aderezo, en La Zarza.
Patatas de la huerta con queso de La Serena; tomate sangre de toro y un cuenco de aceitunas carrasqueñas, bien suaves. Y así, rodeados de sembradíos que explican la buena mesa, llegamos a Mérida.

Entramos a la ciudad por el puente Lusitania, uno de los primeros que proyectó Santiago Calatrava, en 1993. Unos metros más allá está un puente romano, que se puede cruzar caminando.
La huella romana es constitutiva de esta ciudad. Cada vez que hay una excavación aparecen restos romanos y enseguida llegan los empleados de patrimonio a fiscalizar.
El templo de Culto Imperial, el Templo de Diana, el Arco de Trajano, la Casa del Mitreo, los acueductos de San Lázaro y de los Milagros, el anfiteatro y el teatro, por donde ahora caminamos y que, por la noche, será el escenario de una obra del Festival Internacional de Teatro. A la luz de las estrellas, mientras Cleopatra y Marco Antonio se aman y se odian, seremos 3.000 espectadores frente al escenario, en silencio absoluto: seres humanos en una práctica ancestral.

Todavía es de día y camino por las gradas, miro las estatuas sin cabeza, las columnas y escucho que todo esto –el teatro y el anfiteatro– estuvo bajo tierra hasta 1910. Varios siglos tapada: la zona se araba y cultivaba. Sólo se veían unas gradas que sobresalían. Las llamaban Siete Sillas y a los niños les gustaba ir a jugar. Un día alguien se preguntó qué habría debajo y, a partir de ahí, las excavaciones y los descubrimientos no pararon. También hubo reconstrucciones que, en esta época más purista, no se tolerarían. Los días de semana suelen estar los arqueólogos trabajando. Desde 1993, Mérida es Patrimonio Mundial de la Humanidad por el valor de su conjunto arqueológico.

Comentario histórico, a propósito de la importancia de Mérida en tiempos romanos: la Vía de la Plata era un camino empedrado que, en tiempos romanos, conectaba Asturica Augusta (Astorga) con Emerita Augusta (Mérida). Después se usó también para llegar a Santiago de Compostela.
Más tarde, en el Museo Arqueológico Nacional, me quedaré un buen rato frente a un mosaico espectacular al que le falta el centro. María Jesús contará que esa parte se perdió cuando despegaron las raíces del limonero que lo había atrapado quién sabe desde cuándo.

Los romanos se fueron de la península ibérica en el siglo V, pero su legado fue tal que la presencia se siente cercana a pesar de los 1.500 años que pasaron. Más aún durante Emerita Lvdica, un festival que recrea el mundo romano, en el que los ciudadanos se visten de romanos y romanas, con túnicas y togas y armaduras. Hay foros, mercados, luchas, ritos. Debe ser una pasada, como dicen por acá. En mi libreta anoté que el chofer está buscando en Amazon su vestimenta de gladiador para la próxima edición.

Datos útiles
Además del de Mérida, hay importantes festivales de teatro en Cáceres y Badajoz, dedicados al Siglo de Oro español y a la escena contemporánea y la danza, respectivamente.
PLASENCIA
Dónde dormir
- Hotel Palacio Carvajal Girón Plaza Ansano 1. T: + 34 927 426326. En un antiguo palacio salvado del abandono, el hotel cuenta con 28 habitaciones amplias y luminosas. Está dentro del casco histórico, a pasos de la Plaza Mayor y de la Catedral. El restaurante tiene un menú degustación de mediodía con productos de la zona y el toque de autor por € 49. Dobles, desde € 100.
Dónde comer
- Succo Vidrierías 7. T: + 34 927 412 932. De entrada, el lomo ibérico de bellota de Extremadura (€ 23) es la estrella. Igual que los quesos de la región con membrillo y nueces (€ 20) y la Torta del Casar con miel, orégano y pimentón de la Vera (€ 18). Como principal, el bacalao gratinado con ajos tiernos y zorongollo (ensalada de pimientos asados) es imbatible y cuesta € 22.
Paseos y excursiones
- Catedral Plaza Catedral 1. Tiene dos partes: la Catedral Vieja, del siglo XIII y la Catedral Nueva, del siglo XVI. € 8.
- Museo del Pimentón Plaza Mayor 7, Jaraíz de la Vera. T: + 34 927 469 810. Cuenta los orígenes de la especia, las variedades autóctonas de pimentón (Bola y Jaranda para el dulce y Jeromín para el picante), el nacimiento de la denominación de origen y la maquinaria.
- Museo de la Cereza Hondón 58, Cabezuela del Valle. T: + 34 636 731 862. Tres pisos para describir detalles sobre el cultivo, la producción y las curiosidades de la joya del Jerte.
CÁCERES
Dónde dormir
- Hotel NH Collection Plaza de San Juan 11. T. + 34 927 215800. Hotel precioso en el Palacio Oqendo, de piedra y del siglo XVI, restaurado con muy buen gusto. Está a metros de la plaza principal y del conjunto monumental, Patrimonio de la Humanidad. Tiene 86 habitaciones de distintas categorías, cómodas, luminosas y con diseño cinco estrellas. El restaurante del hotel, Tapería Yuste, ofrece platos creativos a partir del producto local. En verano tiene un patio frente a la plaza de San Juan, un lugar íntimo y silencioso. Gran lugar para comer. Dobles desde € 150 (en temporada baja y sacando el pasaje con tiempo; si no el doble).

Paseos y excursiones
- Torre de Bujaco Plaza Mayor s/n. T; + 34 927 246 789. Construida por los almohades en el siglo XII sobre sillares romanos, tiene vistas espectaculares de otras torres e iglesias del conjunto monumental. € 2,5.
- Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear Pizarro 10. T: + 34 927 626 414 Inaugurado 2010, el museo de la coleccionista Helga de Alvear –fallecida a comienzos de este año– es una caja de sorpresas, con más de 600 obras expuestas de grandes artistas de todos los tiempos, como Goya, Kandinsky, Miró, Klee, Tapies. Y, también, artistas de nuestros días que dialogan con esta época, como el gran Ai Wei Wei, Louise Bourgeois, Elmgreen & Drogset, entre otros.

TRUJILLO
Dónde dormir
- El Patio Plaza Mayor. T: + 34 621 194 596. Departamentos cómodos y funcionales frente a la plaza, en una casona del siglo XIX. Desde € 70 la doble.
Paseos y excursiones
- Casa Museo de Francisco Pizarro Calleja del Castillo 1. T: + 34 927 322 677. Buen lugar para acercarse a la figura polémica que conquistó Perú, y poder entenderla en el contexto de una época. € 2.
- Castillo Plaza del Castillo 1. T: + 34 927 322 677. Fortaleza defensiva construida por los árabes en la colina Cabeza del Zorro entre los siglos IX y XII. Las mejores vistas de la zona. € 1,5
MÉRIDA
Teatro Clásico
“Este espacio es maravilloso”, dijo la actriz Margarita Xirgu estando de gira con Medea, en 1933. En ese momento nació la idea del festival, que en la actualidad lleva el nombre de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Con 71 ediciones, es el más longevo de España. Las obras son únicamente con temática grecolatina y romana: nuevas versiones de la historia de Cleopatra, Julio César, Antígona, Edipo Rey. El teatro romano de Mérida, con 3.300 localidades, es el escenario principal, pero en España existen 16 teatros romanos que funcionan como extensiones del festival. Por eso se presentan obras también en los teatros de Medellín, Plasencia, Regina y Cáparra, siempre al aire libre. Las entradas cuestan entre € 16 y € 40. En los dos meses que dura, se hacen 150 representaciones www.festivaldemerida.es

Dónde dormir
- Parador de España Almendralejo 58. T: +34 924 313 800. Fiel al sello de la cadena Paradores, ocupa un antiguo convento del siglo XVIII, en plena renovación por los cien años de la cadena. Muy bien ubicado, en el centro de la ciudad, a pasos del Templo de Diana y de las calles comerciales. Tiene restaurante, café y pileta. Dobles, desde € 100.

Dónde comer
- A de Arco Trajano 8. T: + 34 924 301 315. El restaurante está junto al monumento el Arco de Trajano y en el salón se pueden ver piedras del mismo. Ha recibido varios premios y es uno de los más distinguidos de la ciudad. El menú está basado en los productos de la región: gran lugar para probar el lomito ibérico 100% bellota (€ 23) y el revuelto de morcilla con pimiento confitado (€ 12), bacalao confitado con verduras asadas (€ 24), pluma ibérica 100% bellota a la parrilla (€ 20). Muy buena carta de vinos, con lo más destacado de la región. Excelentes vistas desde la terraza.

- Aderezo Av. Juan Carlos, La Zarza. T: + 34 722 348 757. Pequeño restaurante encantador en un pueblo en los alrededores de Mérida. Cocina de producto y de autores: Patro y Alberto. Arroces de ibérica y espárrago verde, bacalao dorado y más. Abierto solo al mediodía. También tienen un hostal y una tienda de productos gourmet.
- Pago Los Balancines Paraje de la agraria s/n, Olivia de Mérida. T: + 34 924 367 399. Bodega boutique para visitar en las cercanías de Mérida. Se hacen degustaciones, de 11 a 14 horas. €30 con tres vinos y €50 con 5. También, almuerzos o cenas privados. “El vino es el lugar, el clima y la gente que lo maneja”, dice Juan Domínguez, ingeniero agrónomo de Pago los Balancines, una pequeña bodega de gran producto bajo la denominación de origen Ribera del Guadiana. Petit Verdot, Garnacha tintorera, Cabernet Sauvignon y Tempranillo, entre otras cepas que usan para sus vinos tintos y blancos de gran carácter (“Nuestros blancos son tintos, pero no lo saben”). La cosecha es manual y se hace por la noche para que los trabajadores no sufran el calor. Producen 150.000 botellas al año, la mitad para exportación. Los precios van de € 9 a € 100 el Haragán Reserva 2018, de un viñedo en la Sierra de Gata. “Haragán fue el primer mastín que llegó a la bodega”. En Los Balancines, combinan la elaboración de vino con otra pasión: la cría de mastines. “El mastín es el único que se enfrenta al lobo”, marca Domínguez. La raza se estaba perdiendo en la zona y decidieron comenzar un criadero. Y hay vinos para homenajearlos: Mastines de los Balancines.

- Quinto Cecilio Urbanización Quinto Cecilio, Medellín. T: + 34 924 822 801. Risottos, solomillo, pulpo, la comida en la terraza estará muy bien. Las vistas de Medellín y su castillo fortificado al atardecer son de película. ¡Imperdible!

- Heladería Agustín Mira Calle Sagasta 2. Ahí nomás del Templo de Diana, una heladería artesanal y emblemática (cuarta generación de heladeros) con sabores dulces y salados deliciosos: queso con salsa de oporto, turrón, nubes (una golosina ligera), zanahoria y mostaza, entre más de 50.
Paseos y excursiones
- Conjunto Histórico-Arqueológico P. Roma s/nº. T: + 34 924 004 908. El legado romano en esta ciudad es espectacular y extenso. Hay varios recorridos posibles y uno imprescindible: el teatro romano, que se usa, cada año, en el Festival Internacional de Teatro de Mérida. En el mismo predio, el anfiteatro. Desde € 13.
- Museo Nacional de Arte Romano José Ramón Mélida s/nº. T: + 34 924 311 690. Gran colección romana y visigoda en este edificio proyectado por el arquitecto Rafael Moneo con ladrillo y enormes arcos. Imperdibles los mosaicos romanos colgados en altura. Hay voluntarios que hacen visitas guiadas gratuitas. € 3.
- Termas de Alange Baños 58. Alange. T: + 34 924 365 106. A 18 kilómetros de Mérida, Alange es un auténtico pueblo termal de la época romana. El agua mineromedicinal tiene propiedades terapéuticas; por eso hay varios hoteles termales. En el balneario de Alange es posible hacer tratamientos termales y de belleza, masajes y baños. El circuito romano de aguas cuesta € 42 por persona y dura 90 minutos.

Más información
- www.turismoextremadura.com
- www.plasencia.es
- www.turismocaceres.org
- www.turismomerida.org
- www.caminosdesefarad.com
- www.spain.info

