La tecnología aplicada a la aviación no para de avanzar y prueba de ello es el apodado “Hijo del Concorde”, el X-59 de la NASA, que despegó el martes por la mañana desde la Base Aérea Edwards, en California, ante miles de entusiastas de la aviación seguían su progreso. Con este vuelo inaugural, los ingenieros están un paso más cerca de alcanzar los viajes supersónicos, lo que cambiaría para siempre la industria.
Durante la prueba, que duró una hora, la aeronave voló en un patrón ovalado a unos 240 kilómetros por hora, muy por debajo de su velocidad máxima de Mach 1.5 (aproximadamente 1400 km/h). En los próximos ensayos, la NASA llevará el avión a su límite para recopilar datos cruciales sobre su comportamiento a velocidades supersónicas.

A diferencia del Concorde, que hacía temblar los edificios con sus ensordecedores estampidos sónicos, el X-59 fue diseñado para romper la barrera del sonido con un suave “golpe sónico”. El sonido se compara con el leve cierre de una puerta de auto a lo lejos. La gerenta del proyecto, Lori Ozoroski, consignó a The Sun.: “El nivel de sonido es más parecido al de una puerta de auto cerrándose en la casa del vecino, en lugar del típico y fuerte estampido sónico”.
El ingeniero de la NASA, Shedrick Bessent, señaló que el primer vuelo proporcionó una enorme cantidad de información para analizar. “Registramos 60 flujos de datos diferentes con más de 20.000 parámetros a bordo. Antes incluso de despegar, sabemos que el sistema ya acumula más de 200 días de trabajo”, aclaró.
Construido por Lockheed Martin para la NASA, este avión monoplaza no está pensado como un prototipo comercial, sino como un banco de pruebas para recopilar datos que sirvan al desarrollo de futuros jets de pasajeros. Transporta una carga útil de unos 270 kilos y necesita alrededor de 3.950 kilos de combustible.
Su objetivo es ayudar a los ingenieros a desarrollar nuevos estándares para vuelos supersónicos más silenciosos sobre tierra, algo que está prohibido en Estados Unidos desde 1973, luego de miles de quejas por ruido durante los ensayos de estampidos sónicos sobre Oklahoma City.
En un intento por reactivar la innovación supersónica, el expresidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva argumentando que los avances en la reducción del ruido habían vuelto estos vuelos “seguros, sostenibles y comercialmente viables”. “Durante más de 50 años, regulaciones obsoletas y excesivamente restrictivas han frenado la promesa del vuelo supersónico sobre tierra, sofocando la creatividad estadounidense y cediendo el liderazgo a competidores extranjeros”, afirmó.
El X-59 representa un gran paso para recuperar ese liderazgo. Eventualmente, el avión será probado sobre algunas comunidades estadounidenses para recopilar opiniones de los residentes sobre su experiencia auditiva con el “golpe sónico” atenuado.
Los datos serán compartidos con la Administración Federal de Aviación (FAA) y reguladores internacionales para establecer futuros estándares de ruido y allanar el camino hacia los vuelos supersónicos comerciales. En teoría, esta tecnología podría reducir drásticamente los tiempos de viaje: permitiría volar de Nueva York a Los Ángeles en menos de tres horas, casi la mitad de lo que se tarda actualmente.

